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Esquina de la calle erie  y la Cinco en 1961.                                           Así se ve la intersección hoy en día. 

Cada tarde y cuando el clima lo permite, María Rodríguez sale a caminar por el barrio en el que ha vivido hace casi 20 años.

Su casa está en la calle Erie casi en la esquina con la Cinco, en el corazón del barrio hispano.

Rodríguez asegura haber tenido y tener una vida feliz y cómoda en esa parte de la ciudad. Sin embargo, extraña los tiempos de antaño.

“Siempre antes era mejor”, dice. “Hace poco estábamos conversando de lo mucho que extrañábamos como eran las cosas antes, ahora hay mucho desorden, antes todo era más bonito”.

Y es que antes las calles eran de piedra, el “trolley” pasaba por enfrente de su casa y costaba 25 centavos, la gasolinera de la esquina era de un hispano, “de Tito que recién falleció”, recuerda Rodríguez mientras mece el cochecito de su nieto.

Otra cosa que Rodríguez disfruta en su vecindario es salir a limpiar la entrada de su casa. “Me gusta tener todo siempre bien limpio porque es para lo que tu vives, para tu casa”, dijo la boricua. “A mí me gusta aquí, y aquí me quedo hasta que me muera”.

El tiempo no ha pasado en vano; ahora las calles son lisas, los dominicanos han poblado la zona y abierto locales como el centro nocturno que queda justo al frente de la casa de Rodríguez y los niños han crecido.

En las escaleras de madera se encuentra sentada la hija de Rodríguez, Olga Santiago, de 26 años, quien atendió la escuela primaria Bernard Taylor, fundada en 1907.

“Una muy buena escuela, tengo muy buenos recuerdos de ella”, dijo Santiago. Para la joven que ahora ya es madre de dos pequeños, el vecindario fue un muy buen lugar para crecer ya que siempre estuvo rodeada de hispanos con los que compartió juegos como el ‘Double Dutch’, el cual consiste en saltar dos cuerdas que mueven dos personas. La actividad fue copiada de los daneses, es muy popular entre la comunidad afroamericana y fue adoptada por los hispanos.

“Huy eso si que fue hace mucho, salíamos todas las niñas a saltar la cuerda, ahora ya todas estamos viejas con hijos”, dijo Santiago entre risas.

Uno de los primeros recuerdos que se vienen a la mente de Santiago son los “Block Parties” que consistían en cerrar la calle para hacer fiestas con los residentes de la cuadra.

“Las organizaba la vecina y todos los de la calle sin falta salían a las fiestas, daban comida, bailábamos salsa, merengue y bachata. Venían incluso de otras calles a nuestras fiestas, teníamos mínimo dos al mes, esos eran buenos tiempos”, dijo Santiago. 

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