El mundo industrializado del siglo 21, está cimentado sobre el recurso natural de los hidrocarburos. Primero como recurso energético, segundo como insumo industrial en la petroquímica, autopartes y  productos del hogar  y tercero en la utilización de sus desechos en pavimentos de calles y avenidas entre otros.

Categóricamente podemos afirmar que ni en el corto, ni en el mediano, ni en el largo plazo ni en el extralargo plazo, se va a  encontrar un sustituto que lo reemplace. Lo que hasta ahora se ha hecho, en su sustitución son "paños de agua tibia" para evitar que los índices de crecimiento de su demanda, se dispare a niveles insostenibles. El precio es un indicador de primera línea de su disponibilidad en el mercado.

En el año de 1970 y como producto del conflicto árabe-israelí, se produjo la primera reacción de los productores árabes para cerrar el grifo de los pozos petroleros, elevando el precio del petróleo en 300%- de US$3 el barril a US$ 10. Los consumidores, mayoritariamente del mundo occidental se rasgaron las vestiduras y pronosticaron la bancarrota de las economías que dependían de las importaciones del petróleo.

De allí se generaron algunas iniciativas para corregir la dependencia del oro negro; se  construyeron autos pequeños en países con escasez del recurso petrolero; se dejó de quemar el gas natural y se llevó a su utilización industrial, se ensayó la utilización  de la energía solar, de la energía eólica. Hoy con el despertar de la conciencia social por la conservación ambiental, se han introducido algunos avances en la industrialización de los biocombustibles como la fabricación del etanol como aditivo en la gasolina  y del biodisel como aditivo del diesel hidrocarbonado.

Todas estas iniciativas no son una amenaza para el mercado de los hidrocarburos, que sigue aumentando su demanda a pesar de la crisis financiera y económica en que hemos caído hoy.

El precio que había llegado a mediados del 2.008 a US$ 147 por barril, comienza a derrumbarse, como un rebote natural a la contracción intempestiva de la demanda del petróleo por la crisis del sistema financiero mundial y la sobreoferta que se produce transitoriamente porque los grifos de los campos petroleros no se pueden cerrar de la noche a la mañana, por los efectos catastróficos que esto produce en las formaciones generadoras de hidrocarburos en el subsuelo; muchos países consumidores, vieron incrementar sus reservas estratégicas, como es el caso de Estados Unidos de América, cuyo índice de reserva semanal, jalona al alza o a la baja, el precio del crudo WTI, en la bolsa de Nueva York.

Los países aglutinados en la OPEP, abastecedores del 30% de la demanda mundial de hidrocarburos acordaron en el segundo semestre del 2.008, reducir en cuatro millones de barriles el suministro diario, de un total de 88 millones de barriles en que se cuantifica la demanda mundial. El efecto inmediato sobre el precio, fue negativo y éste continuó su descenso desde  US$ 147 hasta US$ 32 en Febrero de 2.009.

El plan de estímulos a la economía mundial generado por los países desarrollados como Estados Unidos, Alemania, Japón, Inglaterra, China, consistente en grandes inyecciones de capital y reducción de las tasa de interés de los bancos centrales, ha llevado a tener hoy algunos visos incipientes de recuperación en algunos sectores de la economía mundial que predicen que la recuperación sea vista posible en el 2.010.

El petróleo, agazapado en medio de las noticias alentadoras, ha recuperado su precio: de US$ 32 en Febrero a US$ 58 el barril, a mediados de Mayo de 2.009; es decir, un incremento del 81%, en escasos 90 días.

Los voceros más equilibrados de la OPEP, como los representantes del gobierno saudí- responsables de la producción de 10 millones de barriles diarios,  hablan de un precio "justo" de US$ 70. Los "Halcones" de la OPEP, añoran un precio de US$ 200 el barril.

La rata de crecimiento exorbitante del precio en estos tres meses recientes, nos inducen a pensar que a fines de año y de la mano de la recuperación industrial y financiera del mundo industrializado, el precio se aproxime a los US$ 100, el barril.

Desde el año 1970 hasta el 2.009, la ciencia no ha instrumentalizado los sustitutos de los hidrocarburos en gran escala. El carro eléctrico por su escasa  autonomía y por la limitación de plantas generadoras de energía eléctrica, hoy por hoy está en el terreno de lo experimental. Los biocombustibles por su limitada producción y por los conflictos que generan a futuro por ser competencia de las reservas alimentarias de los seres humanos, no tiene perspectivas de ser un competidor de "grandes ligas" del petróleo. La utilización de otras fuentes: energía atómica, eólica y solar, requieren grandes dosis de tecnología y la inyección de grandes inversiones, reservadas para un grupo de naciones privilegiadas  pero su utilización no se vislumbra aún a gran escala.

Los dueños de las grandes reservas de hidrocarburos pronostican su negocio por 50 años más, sin mucho riesgo de enfrentar a un competidor que amenace la estabilidad del mercado petrolero. Para la muestra un "botón": el carbón, que durante algunos siglos ha sido "detestado" por su contaminación y poca versatilidad en su utilización, sigue "aferrado" al mercado de la energía y con precios que hacen rentables a muchas compañías que se dedican a su extracción y comercialización.

La escalada de los precios de los hidrocarburos, insufla al proceso de su exploración y producción una inflación de costos, que estimula a su vez el precio de venta; así vamos construyendo una espiral diabólica, donde unos ganan y otros pierden.

Así las cosas tenemos que asimilar que el petróleo, recurso energético no renovable será un insumo "costoso" por muchos años y que su utilización tendrá que ser racionalizada, por sus impactos en la economía y en el medio ambiente.

El petróleo barato es solo una utopía, mientras sigamos sometidos a las leyes del mercado de la oferta y la demanda. Solo nos salva un pacto convenido entre productores y consumidores, que regule los intereses de las dos partes y estabilice los precios.

El "momentum", está dado por el escenario económico mundial, para ensayar un tratado de libre comercio de los hidrocarburos: petróleo y gas, que racionalice los suministros y los precios, como motor del desarrollo de las economías y como coadyuvante al manejo de las tensiones geopolíticas mundiales.

!Los líderes políticos tienen la palabra!