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Más detalle sobre la 'adquisición' del Censo por la Casa Blanca

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La controversia sobre los planes de la Casa Blanca por jugar un rol más directo en supervisar las operaciones de la Oficina del Censo de los Estados Unidos como si fuera algún tipo de “agarre político” refleja, más que todo, una asombrosa ignorancia de cómo funciona el Censo.  La acusación es que al tener al director del Censo directamente bajo la supervisión de Rahm Emmanuel, jefe de personal del presidente Obama, le permitiría manipular el conteo de la población del 2010 aventajando su partido en la nueva distribución de representación en el Congreso y la redistribución de distritos electorales.

Eso, en contraaste con la situación bajo el presidente George W. Bush, cuando mantuvo al Censo “independiente”.

La controversia surgió cuando el presidente Obama nos sorprendió este mes con nombrar al senador Judd Gregg, quien luego no aceptó el nombramiento, a ser secretario del Departamento de Comercio. En el pasado, Gregg había votado para eliminar el Departamento de Comercio y había sido ferviente opositor a suplir los recursos necesarios para el Censo del 2000. La movida trajo a colación serias consideraciones por parte de dirigentes negros y latinos quienes obran por lograr un conteo correcto de sus comunidades en el Censo del 2010.  El nombramiento del republicano de Nuevo Hampshire, dado su historial de votos, fue motivo de cuestionamiento razonable sobre lo apropiado de su candidatura para el puesto.

Las reacciones, grandemente provenientes de republicanos, al plan que anunciara la Casa Blanca por jugar un rol más directo con el Censo han sido o puramente políticas o fundamentadas en la ignorancia del funcionamiento del gobierno federal. La Oficina del Censo, o cualquier otra agencia bajo un departamento la supervisa directa o indirectamente la Casa Blanca.

Cuando la Oficina del Censo se encontró en problemas el año pasado con el manejo de su programa fracasado de computadoras de mano que habría automatizado el conteo de la población, la Casa Blanco bajo Bush estableció un grupo especial dentro del Departamento de Comercio para supervisar el tema.  El secretario de Comercio bajo Bush de ninguna manera era un jugador independiente “protegiendo” a la Oficina del Censo de influencias de partido.

El aceptar estas aseveraciones constituiría inventar la historia de la nada. No es posible que la Casa Blanca ni nadie más manipule el conteo de la población en el 2010 para amañar ni la nueva distribución de representación en el Congreso ni la redistribución de distritos electorales a favor de un partido o el otro. La Oficina del Censo cuenta con una serie bien establecida de protocolos y procedimientos para asegurar que el conteo sea lo más objetivo posible.  Nadie, ni una figura poderosa como Rahm Emmanuel, ni tan siquiera el presidente, puede manipular este proceso.

Por último, la influencia sobre temas de políticas de mayor amplitud en cuanto al uso de la información derivada del Censo, como usar las muestras para ajustar conteos de la población, es, en definitiva, un proceso político que sobrepasa el alcance de la Oficina del Censo. No sería afectada por el ente al cual se reporta la Oficina del Censo.   Sea la Casa Blanca o el secretario del Comercio, éste es un tema que circundaría quien esté de presidente.

El uso de las muestras para ajustar las cifras del Censo al final queda bajo la jurisdicción de los tribunales federales.  Además, el proceso de volver a distribuir los distritos electorales es algo que supervisa el Departamento de Justicia al administrar su Ley de Derechos al Voto. Y, como hemos visto con la administración de Bush, el Departamento de Justicia de hecho no se ha mantenido “independiente” de la política.

Al tomar interés directamente en el Censo del 2010, el presidente Obama estará asegurando que este conteo de la población, a sólo 15 meses de ahora, reciba la atención y los recursos necesarios para hacer que sea correcto y asegurar que se incluya a las poblaciones difíciles de contar. Actualmente, hay miles de empleados del Censo trabajando árduamente para asegurar que el Censo del 2010 sea el más correcto y más justo posible. El presidente Obama les está diciendo que les da su respaldo por entero y que comprende la importancia que tiene el Censo 2010 para el país. Son los críticos los que parece ser quieren politizar la situación, a costo de convertir el conteo del 2010 en un desastre y tremendo desperdicio de dinero.

    (Angelo Falcón es presidente del National Institute for Latino Policy, con sede en la ciudad de Nueva York. Es presidente del Latino Census Network y miembro del Census Advisory Committee on the Hispanic Population, comité directivo del Census Information Centers Program de la Oficina del Censo. Comuníquese con él a: [email protected]).

© 2009

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