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Los 700 que no han liberado

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Las familias de las setecientas personas que se calcula que continúan secuestradas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se aferran a la esperanza para seguir aguantando.

Este es el caso de los familiares de Wilson Rojas Medina, un policía secuestrado hace casi diez años y quien no entró en el grupo que las FARC decidió entregar a la misión humanitaria que inició el pasado domingo su trabajo.

Cuando los allegados de Rojas Medina vieron que su nombre no figuraba en la lista de rehenes escogidos unilateralmente por la guerrilla, decidieron duplicar la ración de "energía positiva" que le envían diariamente desde su desaparición.

Alexander Rojas, hermano del agente secuestrado el 10 de julio de 1999 durante un ataque de las FARC a la estación de Policía de Puerto Rico (Meta), dijo a Efe que "cuando falta el hermano de uno durante tanto tiempo, lo mismo da esperar tres días más que dos años para volver a verle".

"Yo me alegro mucho por los que han liberado y por sus familias y, aunque esperaba ver pronto a mi hermano, he venido a apoyarles", aseguró Alexander a su salida de la sala habilitada en el aeropuerto de Villavicencio para los familiares de los secuestrados.

Y es que a este aeropuerto acudieron numerosas personas para acompañar a quienes estos días tienen la suerte de recibir a sus familiares, ilusionados por recibir cartas o mensajes desde la selva de manos de los liberados.

Hubo quien, fotografía en mano, se animó a preguntar a los integrantes del movimiento Colombianos por la Paz, que actuó como mediador en las liberaciones, si tenían constancia de que su hijo continuara con vida después de haber sido dado por desaparecido por el Ejército.

Para Araceli Romero, trabajadora de la Gobernación del Meta e integrante del nutrido grupo de amigos del ex gobernador de ese departamento Alan Jara, quien hoy retornó a la libertad tras casi ocho años cautiverio, la ansiedad unida a la incertidumbre "no debe acabar con la esperanza".

Pero los familiares de los liberados tampoco se libraron de vivir una gran angustia, sobre todo cuando se produjo un "impasse" en el proceso de liberaciones al decidir el domingo el presidente Álvaro Uribe, excluir de la misión humanitaria a la senadora Piedad Córdoba, pese a que había sido la interlocutora con las FARC y pieza clave en la negociación.

El presidente rectificó al día siguiente pero no evitó generar una gran incertidumbre entre los familiares de Alan Jara y Sigifredo López, los dos políticos que debían ser liberados el lunes y miércoles de esta semana, de acuerdo a los planes previsto.

El presidente adoptó esa decisión pese a la liberación y exitosa entrega por parte de las FARC de los policías Walter José Lozano Guarnizo, Alexis Torres Zapata y Juan Fernando Galicia Uribe, así como el soldado William Giovanny Domínguez Castro, todos ellos secuestrados en 2007.

El motivo fue que un miembro de la misión humanitaria denunció sobrevuelos militares en la zona donde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entregaron a los rehenes.

Finalmente se reactivó el operativo el martes y se logró la liberación de Jara, para ahora proseguir en el Valle del Cauca (suroeste del país) y recoger a López el jueves.

La esposa de Alan Jara, Claudia Rugeles, reconoció en la víspera de la liberación del ex gobernador que no había perdido la esperanza en ningún momento, ni cuando fue secuestrado ni cuando pensó que flaqueaba el operativo.

Ese es el ánimo esperanzador que tratan de mantener los familiares de los 700 cautivos que, encadenados, luchan por sobrevivir en las húmedas selvas colombianas.

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