LIVE STREAMING

Camden y su drama de nunca acabar

MORE IN THIS SECTION

Day 100 in Kensington

The 2024 Solar Eclipse

Are you Ready!

Volvér Closing Its Doors

Key Bridge Collapse Victims

Latino Engagement Director

Bridging the Latino Divide

Colombia's Rock Icon

SHARE THIS CONTENT:

Como tantas otras veces, lo más destacado de Camden son sus homicidios, sus ventas de drogas, su pobreza, su desesperanza.

Acaba de ser declarada la segunda ciudad más violenta del país. La diferencia  es que este año no ocupó el primer lugar.

En lo que va de 2008, hasta mediados de diciembre, se han perpetrado 50 homicidios.

Camden ha disminuido su población desde el año 2000. Según el censo, entonces tenía 79.000 habitantes, hoy escasamente llega a 76.000, repartidos casi en partes iguales entre hispanos y afroamericanos, con una ligera ventaja para estos últimos.

Pero los homicidios no son su única carta de presentación. Es el centro más grande de distribución de estupefacientes al menudeo. Los robos, los asaltos, los atracos a mano armada, la violencia doméstica, el desempleo, la deserción escolar son el pan de cada día.

“Memo” Abadía, de 33 años, fue traído de Centroamérica cuando era un niño. Vive con su esposa y sus tres hijos, el mayor de siete años, en Whitman Park, una de las áreas más violentas. Trabaja en una bodega, que entre otras cosas, la han asaltado dos veces. Su rutina es de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, procura no meterse con nadie, no ve nada, no sabe nada. Hacerse invisible es su forma de supervivencia. Casi todas las noches, la familia Abadía escucha balaceras en el vecindario. También de día, algunas veces. En casi todas las esquinas de su sector hay vendedores de drogas a plena luz del día. “Memo” pasa, no los mira, no sabe quiénes son.

¿Cómo puede vivir así?

“Uno se resigna y hasta, de alguna manera, se acostumbra”.

¿Cuánto tiempo tiene viviendo en esa casa?

“Desde que estaba chico”

¿Por qué no se va?

“Porque no tengo a dónde ir. Además, la casa es mía, la heredé de mi papá. Es difícil venderla y con lo que gano no podría pagar renta en otra parte”.

¿Y cuando sus hijos crezcan?

“No sé, pero si esta ciudad no se arregla, ese sí será un problema serio”.

Así hay miles de familias, honradas, buenas, viviendo en Camden.

Hace un par de meses, “Memo” empezó a ver más policías en las calles.  Él se abstiene de hablar más a fondo sobre ese asunto.

 “Memo” se refiere a la nueva estrategia puesta en marcha por Scott  Thomson y Luis Vega, jefe y director, respectivamente, de la Policía de Camden.

Esta iniciativa está basada en la controvertida teoría de “quality-of-life offenses” que se resume en que atacando los delitos menores y las contravenciones (holgazanería, ruido excesivo, infracciones de tránsito, vandalismo, etc.) disminuyen los delitos graves.

Thomson y Vega defienden vigorosamente este plan porque consideran que la fuerte presencia de la policía en las calles, arrestando a quienes incomodan a los ciudadanos, aún de manera leve, repercute en mayor seguridad y tranquilidad públicas.

El presidente del Concejo de Camden, Ángel Fuentes, es también un ferviente defensor de esta teoría. Señala como prueba de su éxito, el arresto de 11.000 personas en el último año y la entrega voluntaria, recientemente, de 1.200 que tenían cuentas pendientes con la justicia.

Pero hay quienes ponen en duda o rechazan abiertamente la teoría de “quality-of-life offenses”.  El activista y  líder cívico de Cramer Hill, José Santiago, quien se graduó de la Academia de Policía y tiene licencia como oficial de seguridad, dice que combatir los delitos menores es importante y debe estar en la agenda de las autoridades, pero con ello no se está atacando automáticamente a quienes cometen delitos graves. “Mucho menos en Camden que es una ciudad sui géneris”, dice, y agrega: “eso puede funcionar en una comunidad sin el tipo de problemas que tiene esta ciudad”.

Para Santiago, la casi totalidad de los homicidios que se comenten en Camden está relacionada con el narcotráfico. “Si un distribuidor de drogas roba a otro, le incumple con los pagos o le hace trampa de cualquier otra manera se crea un conflicto que no se ventila en las cortes”. Luego agrega: “Los  distribuidores de drogas tienen sus propias leyes, que las hacen cumplir a rajatabla, y que no se rigen por los códigos convencionales sino a balazos”.

Santiago dice también que enviar a la cárcel a un jefe narcotraficante no es suficiente porque casi siempre ellos siguen manejando su negocio desde adentro. Cree que en lugar de andar haciendo arrestos a diestra y siniestra la estrategia debería ser trabajar más con policías encubiertos e infiltrar los grupos que se dedican al narcotráfico.

Ángel Cordero, quien también es activista y luchador por el mejoramiento de la educación, rechaza la teoría “quality-of-life offenses” porque dice que no sólo es inocua sino contraproducente. Cordero asegura que por el afán de  mostrar resultados en la lucha contra el crimen, reflejados en el número de personas arrestadas, se está haciendo una gran cantidad de capturas la mayoría injustificadas, como por ejemplo, por demorarse en pagar una multa de tránsito o caminar frecuentemente por sectores donde hay ventas de drogas. “A ese paso no se va a poder caminar por ningún sitio porque en toda la ciudad se venden drogas”, dice. “Mientras tanto, agrega, los narcotraficantes están felices dedicados a su negocio sin ponerse al alcance de la policía”.

Lo grave de esto, insiste, es que están arrestando a jóvenes que no tienen antecedentes y que, por el solo hecho de ser detenidos y reseñados, se les crea un récord criminal que les impide en lo sucesivo conseguir un trabajo o un cupo como estudiantes.

Cordero se ha convertido en el paño de lágrimas para mucha gente en Camden. Él asegura que mientras pululan los arrestos, algunas veces injustificados, mucha gente que es víctima de delitos como robos, atracos, violencia doméstica y otros, están desprotegidos porque con frecuencia sus casos ni siquiera se investigan. Sobre este punto no hay estadísticas disponibles.

Cordero advierte que no está criticando a la Policía. Es más, considera que es la única institución que está haciendo su trabajo. No lo está haciendo del todo bien, dice, pero lo está intentando.

Lo realmente grave, insiste Cordero, es que  otras instituciones que tienen una enorme responsabilidad no están haciendo el suyo. Enumera la falta de programas de recreación para los jóvenes, la ausencia de planes culturales y deportivos, de campañas de orientación sexual, de tolerancia y convivencia pacífica, etc. Pero donde Cordero hace más énfasis es en la educación.

Asegura que la violencia en las escuelas públicas no cesa sino que está aumentando. Esto no sólo influye en la deserción escolar sino que impacta negativamente a los jóvenes porque mientras están en la escuela no reciben la educación para ser personas de bien sino, todo lo contrario, se forman en un ambiente de agresividad e intolerancia. “La venta de drogas es una actividad que se nutre abundantemente de muchachos frustrados que no encuentran en la escuela ni en otras instituciones la atención, el cariño y el respeto que los niños y los jóvenes deben tener”, dice.

Las autoridades educativas guardan  silencio sobre estos temas.

Cordero asegura también que para los habitantes de Camden es muy difícil conseguir trabajo en la propia ciudad y en sectores vecinos porque “vivir en aquí es un estigma”.

El abogado Juan González ha ejercido su profesión durante muchos años en Camden.  Él cree que la Policía está haciendo lo mejor que puede y que, por supuesto, su trabajo está enmarcado dentro de la Constitución y la ley. Señala concretamente que los arrestos por vagancia son una forma de controlar a quienes deambulan por las calles comprando o vendiendo drogas.

Pero González advierte que el éxito de la lucha contra el crimen no puede medirse solamente por el número de detenciones. “Las cárceles están hacinadas y nuestro sistema carcelario no tiene el sentido de rehabilitación, luego quien cae en esos lugares generalmente se inicia o se perfecciona en el crimen”, dice.

Agrega que “por supuesto, de los muchos arrestados la mayoría son dejados rápidamente en libertad porque este es un país de derecho y los jueces tienen que ajustarse a la ley”.

Dice también que quienes poseen dinero pagan abogados y quienes no, el estado les provee uno. Afirma categóricamente que tiene que ser así porque defenderse es un derecho de todos, sólo que unos cuentan con más recursos para hacerlo que otros.

 González acepta que generalmente el delincuente avezado sale de la cárcel a seguir delinquiendo y el que no, queda señalado con la marca del récord criminal que le cerrará muchas puertas.

Por eso cree que uno de los mayores problemas de Camden es que se le está echando encima a la Policía toda la responsabilidad de solucionar los problemas. E insiste en que “este es un problema social que no se soluciona solamente haciendo arrestos. La solución tiene que empezar por la familia, por ofrecer una buena educación, oportunidades de trabajo, programas para que los jóvenes aprendan a disfrutar sanamente su tiempo libre”.

El futuro inmediato no se vislumbra mejor para Camden. Según los planes de los jefes policiales, los arrestos seguirán incrementándose.  No se conocen planes para mejorar la educación o para crear espacios de recreación y convivencia para los jóvenes. Tampoco se vislumbra disminución de la pobreza, por el contrario, si la situación era calamitosa antes de la actual crisis, ahora lo es mucho más.

Lo único será la campaña política en 2009 para elegir nuevo alcalde y los concejales por acumulación. Pero eso no tendrá repercusión alguna porque Camden es quizá una de las pocas ciudades en el mundo que no se administra así misma.

En el año 2001 el estado de Nueva Jersey asumió el control de la ciudad. Para ello creó el cargo de Camden Chief Operating Officer (COO) que asumió poderes prácticamente absolutos porque no sólo está por encima del alcalde sino que tiene poder de veto sobre las leyes que apruebe el Concejo.

El Departamento de Policía depende de la fiscalía estatal, es decir se maneja desde Trenton.

Lo irónico es que el estado asumió el control de la ciudad, hace siete años, diciendo que tenía que hacerlo porque las autoridades locales eran incapaces de solucionar los problemas financieros, de venta de drogas y los altos índices de criminalidad.

  • LEAVE A COMMENT:

  • Join the discussion! Leave a comment.

  • or
  • REGISTER
  • to comment.
  • LEAVE A COMMENT:

  • Join the discussion! Leave a comment.

  • or
  • REGISTER
  • to comment.