El frío arrecia y el viento corta la cara en la  noche de Camden, en Nueva Jersey. Pero esto no detiene a un niño de 9 años que llega, siempre puntual, a su cita con los golpes.

“Siempre he querido hacerlo porque mi papá y mi tío eran boxeadores”, dijo Gilberto Santana. “No me da miedo que me peguen, pero tampoco me da miedo pegar”.

Junto con él, unos 24 muchachos, entre niños, adolescentes y jóvenes, entrenan todos los días en el gimnasio Figueroa de esta ciudad en busca de algún día ser campeones, de algún día ser leyendas.

“Estamos buscando ese campeón en todos los muchachitos que están aquí”, dijo Miguel Figueroa, el director del gimnasio. “Maybe (sic) yo no estaré vivo para ese tiempo, pero yo quiero que ellos sigan p’adelante”.

Y aunque él nunca “guanteó”, Figueroa ve en el boxeo una alternativa para alejar a los niños de las calles y verlos progresar.

“Yo llevé a mi hijo a un gimnasio y salió bueno”, dijo. “Eso ha sido lo que me motivó a poner este gimnasio porque ya sabemos lo que toma para hacer a un campeón”.

Su hijo es el boxeador profesional Miguel Figueroa, quien ostenta el título continental de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) de los pesos welter.

El gimnasio Figueroa opera con recursos que este hombre pone de lo que gana en su trabajo de día como técnico reparador de alternadores.

“Me siento bien haciendo esto, porque no es ningún negocio”, dijo. “La única ganancia aquí es que los muchachitos se porten bien y hagan lo que tienen que hacer”.

Ejemplo de esa labor son los gemelos Ángel y Luis García, quienes a sus 11 años ya cuentan con ocho de experiencia.

“He peleado en Atlantic City, en Allentown, en Camden y en Filadelfia”, dijo Ángel. “Me gusta porque uno aprende a mantenerse en forma, a comer nutritivamente y a cuidar el cuerpo”.

Para su hermano Luis, el boxeo es una actividad que lo mantiene a raya de los problemas. “Este deporte me da disciplina, me da algo que hacer, me aleja de los problemas”, dijo. “Hay gente a la que le gusta meterse en problemas, pero a mí no”.

Para él, el boxeo no es algo que deba usarse en la calle, a menos de que sea necesario.

“Hay niños que han querido ver si en verdad boxeo”, dijo. “Yo les digo que no se metan conmigo porque tengo licencia de boxeador y los puedo lastimar”.

Estos dos pequeños estarán pelando en enero próximo en el Torneo Mid Atlantic, que reúne a peleadores de Nueva Jersey, Pensilvania y Delaware.  

Aunque la determinación, la fuerza y la madurez de estos pequeños es de asombrarse, lo más impactante es ver el trabajo de Miguel González, uno de los cuatro profesionales del Gimnasio Figueroa.

Con 23 años de edad, este peleador originario de Cleveland, Ohio, dijo que Camden es para él un lugar donde su sueño puede hacerse realidad.

“Vine a Camden para perseguir el sueño que tengo, que es ser campeón y darle de comer a mi familia de una manera decente”, dijo.

De palabra suave y mirada intensa, este púgil se muestra rápido con los puños y ligero con sus pies, combinación que ya le dio su primer triunfo en septiembre pasado y que lo hizo llegar al equipo alterno olímpico de Estados Unidos en dos ocasiones.

“Mi mayor motivación es mi hija, a la que un día le enseñaré a boxear”, dijo. “Además yo quisiera que un día ella abriera un libro de boxeo y viera, junto a nombres como Muhammad Alí o Roberto Durán, el de su padre, que hizo historia, que es leyenda”.

El gimnasio Figueroa se encuentra en el 2400 de la Avenida River, justo en el cruce con la calle 24.