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Pérez Reverte se echa un corrido con Los Tigres del Norte

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Arturo Pérez-Reverte, quien diera vida de novela a la narcotraficante Teresa Mendoza, "la Reina del Sur", tuvo ocasión de cantarle a su personaje acompañado por los héroes del corrido mexicano, Los Tigres del Norte.

La banda y el escritor, acompañados del novelista Elmer Mendoza, compartieron anoche escenario en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para hablar del ese género musical mexicano y, naturalmente, no podían irse sin cantar.

Ante un millar de personas, los tres cuates (amigos) se brindaron a cantar a "La Reina Teresa Mendoza y a "Camelia la Tejana", dos de las más bravas mujeres que pudieron salir de un corrido de los legendarios Tigres, en la brecha desde hace cuatro décadas.

"Salieron de San Isidro, procedentes de Tijuana, traían las llantas del carro repletas de hierba mala", entonaron literatos y cantantes, en honor a Camelia, la protagonista de "Contrabando y traición".

"Lo que contamos en 500 páginas, ellos lo cuentan en tres minutos de música y palabra", había sentenciado antes Pérez-Reverte, convertido en maestro de ceremonias de una velada sobre la épica mexicana "del mojado, la familia, el narcotráfico".

"Como los policías son tan malos y corruptos, nadie se interesa por hacerle uno a ellos. Son para héroes y, a veces, para antihéroes muy notables", desgranó el novelista Mendoza -nacido en Culiacán, Sinaloa, cuna del "narco" mexicano-, adalid de la llamada "narcoliteratura".

Entre anécdotas, Los Tigres recordaron sus inicios en la música cuando eran niños en su Sinaloa natal: "Los que andaban alegres y tomaban un trago, un tequila, nos buscaban a la puerta de la casa en la madrugada, y nos pedían que cantáramos corridos", recordó el vocalista Jorge Hernández.

"Empezamos a encontrar que les gustaba que mencionáramos su nombre en la canción", continuó. Después, obligados por la necesidad económica de la enfermedad del padre, los cuatro hermanos Hernández y su primo Oscar Lara se convirtieron en Los Tigres del Norte.

Como dice la letra de uno de sus temas, "no cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó a nosotros". Los Tigres se abrieron paso en California, tuvieron su primer éxito con Camelia la Tejana y el resto es historia grabada en letras de oro, la de sus millones de discos vendidos.

"¡Jefe de jefes!", le gritan a Jorge Hernández desde el público, halago que hace eco a uno de sus narcocorridos más famosos. Él, gallardo, saluda, ante la admiración de Pérez-Reverte.

El escritor español es inmensamente popular en México, un país que tilda de "tierno y violento, traidor a veces y otras derecho (justo) y maravilloso".

Luego, al término de la charla, el público se agolpará para que firme sus libros, como quien se lanza a por una estrella del rock, y él se sentará en el borde del escenario a complacer sereno al respetable.

Pero antes, los amigos siguen con su charla de mujeres bravas -el centro de todo buen corrido, apuntala Jorge Hernández-, tipos "pesados" (duros, habitualmente "narcos"), y reglas que hoy, lamentan, se han roto.

"Los hombres de honor han perdido las claves que se usaban antes", sentencia el vocalista, ante los más de 5.000 muertos que ha provocado desde este año la guerra de los cárteles de la droga, entre los que hay niños y familias.

A pesar de todo, en México no para nunca la música: "Hasta cuando van a sepultar a alguien la llevan, especialmente en Sinaloa, cuando se moría alguien pudiente, hasta el panteón lo llevaban con música", recuerda Hernán, la otra voz de los Tigres.

Desfilan más análisis del corrido y sus héroes; casi llega la hora de que canten. Pero antes de ponerse mexicano, Pérez-Reverte recuerda su viaje a Culiacán para preparar "La Reina del Sur", junto al anfitrión Elmer Mendoza.

En la célebre cantina Don Quijote, ambos escritores charlan cuando, desde una mesa cercana, les llega un tequila para Mendoza, gentileza de tres tipos "pesados, a los únicos que no habían cacheado, bultos bajo la solapa", recuerda el español.

Elmer, que no bebe alcohol porque le perjudica el estómago, alza el vaso, saluda a los tipos y se bebe el tequila. Pérez-Reverte le mira y le pregunta por qué.

"Chale, ¡son las reglas", contesta éste.

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