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La semana pasada el salario mínimo nacional ascendió a $6,55 la hora. Una medida que no afectará a los trabajadores que perciben el salario mínimo en Pensilvania, $7,15 por hora.  Aún así, sesenta centavos extra que hacen poco para ayudar a los 1,6 millones de residentes en Pensilvania que pasan dificultades para llegar a fin de mes con constantes precios al alza en la leche, el pan y  combustible.

Hoy en día, un tercio de los estadounidenses trata de llegar a fin de mes con salarios bajos. Y el número de puestos de trabajo de baja remuneración, principalmente empleos en servicios en hoteles, preparación de alimentos, cuidado de la salud, limpiando casas y oficinas, es cada vez mayor. En el próximo decenio, 5 millones de nuevos empleos van a pagar  salarios de pobreza a menos que se haga algo.

Debra Fowlkes,  residente de Filadelfia, vive esta situación día a día.  Intenta salir adelante con un trabajo de agente de seguridad en un edificio estatal,  pero  un empleo de $ 9.00 la hora  no da para mantener  a sus 3 hijos.  No recuerda la última vez que pago sus facturas a tiempo y a pesar de que trabaja duro  ha perdido ya la esperanza de ponerse al día con sus cuentas.

Debra no está sola, uno de cada cuatro residentes de Filadelfia vive en condiciones de pobreza. Trabajan duro para crear un mejor futuro para sus familias, pero no avanzan en una economía que produce empleos con bajos salarios como si no hubiera un mañana.

Al mismo tiempo, el año pasado fue el quinto año consecutivo en el que el número de millonarios en nuestro país creció,  ahora son 10 millones. El uno por ciento de los hogares se lleva a casa el 21,8 por ciento de todos los ingresos - más del doble de la tasa del nueve por ciento de hace treinta años. Esta es la mayor concentración de riqueza en manos del uno por ciento más rico desde 1928, un año antes de la depresión del 29.

En ningún momento de nuestra historia la disparidad entre ricos y pobres ha sido tan amplia y en ningún otro país industrializado la desigualdad está tan acentuada. La compensación de los altos ejecutivos  es 400 veces  mayor que la paga del trabajador estadounidense promedio. Estos niveles de desigualdad no tienen equivalente en ningún otro país industrializado. Los ejecutivos de las empresas en Inglaterra ganan la mitad que en los Estados Unidos, mientras que los trabajadores peor pagados ganan salarios mayores que sus colegas estadounidenses.

Con unas elecciones a la presidencia que pondrán el destino de nuestro país en nuevas manos, debemos exigir políticas nacionales para cambiar el rumbo de nuestra economía. Fijar el salario mínimo en un porcentaje de la renta promedio, elevaría los salarios más bajos y los mantendría, pegándolo así a futuros aumentos del salario medio. La ampliación del Earned Income Tax Credit - un costo que se vería compensado con el cierre de vías de escape de impuestos para los muy ricos - también ayudaría a las familias de bajos ingresos que están borde de la pobreza.

En el ámbito estatal,  una política que fijara estándares salariales y beneficios para los trabajadores de edificios y establecimientos del estado, así como de proyectos de financiación pública, sería un paso decisivo para asegurar un salario digno. Pensilvania está todavía lejos de otros estados vecinos en la promoción de este tipo de estándares laborales.

Pero si realmente queremos  tener un impacto inmediato para reducir la pobreza a gran escala, además de la acción de los gobiernos y las empresas, en particular las que se benefician de desgravaciones fiscales, deben incrementar la remuneración de los  empleos que hoy son mayormente de bajos salarios. Los programas gubernamentales por sí solos no alcanzan, y los sindicatos han demostrado que pueden trabajar con las empresas  para, con responsabilidad, lograr  que los trabajadores de bajos salarios puedan salir de la pobreza.

En Pensilvania, los trabajadores sindicalizados que perciben  bajos salarios ganan un 13 por ciento más  que los no están afiliados y  tienen más probabilidades de obtener seguro médico pagado por el empleador y  pensión (un 25 por ciento más). Pero unirse a un sindicato puede ser una tarea difícil para muchos trabajadores que  temen represalias de los empleadores. La aprobación de la ley de libre elección de  los empleados (Employee Free Choice Act), que crea un ambiente más neutral para que los trabajadores decidan sobre la afiliación sindical, ayudaría a los trabajadores de bajos salarios a afiliarse a un sindicato y obtener los aumentos que necesitan.

Durante mucho tiempo hemos sostenido la idea de que tener un empleo significa poder llegar a  fin de mes. Sin embargo, a menos que se tomen medidas para abordar los crecientes desequilibrio de nuestra economía, podemos despertar un día en una ciudad en la que sólo habitan los acaudalados y los trabajadores pobres.

Valerie  Long, Vice Presidente SEIU Local 32BJ. Con más de 100,000 afiliados, incluyendo a 5,000 en el área de Filadelfia, la local 32BJ SEIU es la mayor unión del sector privado de la costa este.

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