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Una Banca afuera de la Corte Suprema, en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, recuerda el pasado que la mayoría de sudafricanos intentan superar para que no afecte su presente ni su futuro. Linn Washington
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[OP-ED]: La “N-word” y otros sinsentidos del Apartheid en América

Donald Trump lanzó su atrevida pero finalmente exitosa campaña para la presidencia de Estados Unidos en junio del 2015 con un discurso intolerante contra los…

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Durante el lanzamiento de su campaña en su elegante Torre Trump en Nueva York, “El Donald” rezumaba comentarios racistas contra México por enviar a sus violadores, traficantes y otras personas “con problemas” a Estados Unidos.

Antes de que Trump anunciara a principios de año su veto religiosamente intolerante contra musulmanes que intentaran entrar a la nación, nombró a Steve Bannon, un nacionalista blanco, como Jefe Estratégico de la Casa Blanca.

Adicionalmente, Trump cubrió el importante puesto de Fiscal General con Jeff Session, una persona cuya carrera pública había sido opacada por constantes denuncias de racismo.

Aunque el presupuesto propuesto por Trump es claramente mezquino y miserable —particularmente con las personas de color— la persona que actualmente está en el ojo del huracán por el uso de la palabra “N” no es él sino el comediante y presentador de televisión Bill Maher.

Maher fue el foco del desprecio por pronunciar la frase “House n**ger” durante un segmento reciente de su show de HBO.

Los ataques contra Maher por utilizar esa expresión a la ligera demuestran una vez más el disparate de la sociedad estadounidense en la que pronunciar una palabra produce reacciones más fuertes que la implementación de políticas/prácticas que escriben el prejuicio racial en letras mayúsculas.

El clamor para que HBO despida a Maher proveniente de la división racial de Estados Unidos contrasta profundamente con la conformidad casual de principios de año, cuando la NBC contrató a Megyn Kelly, una personalidad con una carrera racialmente incendiaria en FOX News.

En Fox, Kelly frecuentemente ofreció su apoyo a declaraciones anti-inmigrantes, como aquellas manifestadas por Trump.

Kelly también avivó noticias falsas como la declaración de que dos miembros de las Nuevas Panteras Negras intimidaron a votantes blancos en sitios de votación predominantemente negros en el Norte de Filadelfia durante las elecciones presidenciales de 2008. Esa aseveración exagerada de intimidación por parte de Kelly, no provino de votantes blancos registrados en ese distrito sino de algunos blancos que bajaron a ese puesto de votación con propósitos disruptivos, mitigados por ese par del NBPP.

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Los 45 segmentos de Kelly llenos de disparates sobre la intimidación inexistente de NBPP durante dos semanas en julio de 2010, alimentó más divisiones raciales que todas las declaraciones racialmente destempladas de Bill Maher.

El racismo está fuertemente anclado en Estados Unidos y muchos estadounidenses responden históricamente con negación.

Trump niega ser un racista, el fiscal general Sessions niega ser racista, Megyn Kelly niega ser racista, y la publicación académica de Filosofía Política niega el racismo al publicar en su edición de junio la revisión del movimiento Black Lives Matters sin colaboradores de color.

En agosto de 1920, la organización de derechos de personas de color más grande en la historia, llevó a cabo una convención en la ciudad de Nueva York que atrajo a 25.000 participantes de América, África, el Caribe y Europa. Una de las 54 demandas incluidas en la Declaración de los Derechos, que fue publicada durante la convención de la Asociación de Desarrollo Negro Universal (UNIA), instó a ponerle fin al uso del término “nigger” en referencia a los “negros” (en inglés).

Los estadounidenses ignoraron la solicitud de Marcus Garvey, de la UNIA, así como otras demandas de “tratamiento injusto” en situaciones que variaban desde empleadores y oficiales de la ley hasta el cubrimiento de noticias.

Las actitudes del Apartheid no se manifiestan únicamente en Sudáfrica. 

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