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No somos iguales

La antropóloga bostoniana Katherine Bason fue entrevistada por el canal televisivo Monitor Forum sobre las diferencias del género humano. ¿Cómo afecta a la…

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La antropóloga bostoniana Katherine Bason fue entrevistada por el canal televisivo Monitor Forum sobre las diferencias del género humano. ¿Cómo afecta a la persona en su desarrollo las diferencias por razón de sexo, raza, ideología, cultura y edad?, le preguntaron. 

Después de una exposición fundamentada en sus vastas investigaciones antropológicas llegó a una conclusión muy sencilla: "El considerar una raza superior a otra, un sexo más fuerte que otro, una cultura mejor que otra, no hace más que dividir al género humano y llenarlo de prejuicios, limitaciones y odios. El marcar tanto las diferencias entre las personas ha ocasionado enorme malestar y sufrimiento a la especie humana. Las diferencias entre las personas deben servir para complementarse y aprender unos de otros. Cuando alguien se siente superior a los demás, deja de aprender de los otros, y eso es lamentable, porque cada quien, por motivo de su sexo, su raza, ideología, cultura y edad, tiene algo muy particular qué aportar a la sociedad". 

Cuando le preguntaron sobre los roles del hombre y de la mujer en el mundo de hoy, y la razón de la violenta guerra entre los sexos, ella tuvo una contestación sencilla pero esclarecedora: "El hombre en sus orígenes fue el proveedor del grupo o núcleo familiar. La mujer, por razón de su maternidad, se dedicó a la crianza de los hijos y a las tareas domésticas relacionadas con alimentación, vestido, etc.: roles extremadamente diferenciados que a través de los milenios se perpetuaron en las diferentes culturas. Para sobrevivir el hombre tuvo que acostumbrar su mente y su visión a una tarea concreta, orientada a un objetivo específico: cazar dinosaurios o rinocerontes. Esto trajo como consecuencia que el hombre desarrollara lo que hoy se conoce como visión lineal, que consiste en poner toda la atención y el esfuerzo al cumplimiento de una tarea sin ver a los lados. La mujer, desde la época de las cavernas desarrolló todo un sistema de soporte: el cuidado y alimentación de los vástagos, confección de ropa y calzado de pieles disecadas, la siembra de semillas, recolección de frutos silvestres; en fin, una serie de actividades que, practicadas de manera simultánea, provocaron que su visión se hiciera periférica, dispersa."

Continuó: "Hoy, los roles se diluyen y la mujer está más presente en el mundo de la ciencia y de la tecnología: su visión periférica heredada se complementa con la visión lineal adquirida. El hombre generalmente se siente amenazado por la presencia femenina en los campos que le eran exclusivos y, por su parte, se resiste a incorporar a su vida la visión periférica por considerarla del sexo opuesto. Es así como surge un desequilibrio entre los sexos".

Las palabras de la antropóloga tienen un mar de fondo y, aunque se explayó en datos y cifras sobre lo anterior, lo impactante de su entrevista fue lo relativo a los tipos de visión. La visión lineal, si no se complementa con la periférica, provoca que para alcanzar un objetivo específico, a la persona no le importe pisar a los demás y corromper su medio ambiente con tal de lograrlo. A su vez, la visión periférica, si no se orienta hacia una meta, corre el riesgo de dispersarse, de perderse de no llevar a cabo la tarea.

Cuando vemos el mundo en perpetua guerra y el desastre ecológico de los últimos tiempos, no podemos dejar de preguntarnos: ¿Será posible que la visión lineal de los que toman las decisiones a nivel mundial se complemente con una visión periférica?  El que las naciones –poderosas o no– vean más allá de sus intereses particulares el mundo como un todo, determinará la extinción o la supervivencia del planeta.

Todo parece indicar que la ciencia está descubriendo hoy lo que desde hace muchos siglos ha estado escrito en las Sagradas Escrituras. Ya lo decía el Génesis: "No es bueno que el hombre esté solo, hagámosle una compañera". 

Tal vez Dios, desde el principio de los tiempos, pensó en la pareja humana para que, complementándose, cuidara la familia, los peces del mar, las aves del cielo, los animales y plantas de la tierra. Y le dio a cada quien lo suyo para que así lo hiciera.

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