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Foto de la  CDC/Cynthia Goldsmith [Public domain], via Wikimedia Commons.
Foto de la  CDC/Cynthia Goldsmith [Public domain], via Wikimedia Commons.

Médicos, no soldados

Un ejército de inmaculadas batas blancas armado hasta los dientes con instrumentos para sanar. Cientos de doctores y enfermeras en Sierra Leona, Liberia y…

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Un ejército de inmaculadas batas blancas armado hasta los dientes con instrumentos para sanar.

Cientos de doctores y enfermeras en Sierra Leona, Liberia y Guinea, la primera línea de combate contra el ébola.

Un batallón de cubanos enfrascados en una batalla por defender la vida aun a riesgo de la suya propia.

“En estos momentos Cuba es el proveedor más grande de trabajadores de la salud para la crisis del ébola en África Occidental, más que la Cruz Roja o que naciones más ricas”, reportó la BBC la semana pasada.

¡Más que la Cruz Roja!

Observando la alarma provocada aquí en Nueva York por un caso –repito, un caso -- de ébola, no queda más que admirar la valentía y la solidaridad de los médicos y enfermeros cubanos. No cabe otra actitud en los hombres y mujeres de buena voluntad que dejar a un lado diferencias políticas o desavenencias históricas y quitarse el sombrero en señal de respeto a esa isla pequeña y generosa.

 Tal es la contribución de Cuba a detener la propagación del mortal virus que hasta el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, olvidando por un momento medio siglo de implacable hostilidad, tuvo palabras de reconocimiento para la isla caribeña.

“Cuba, un país de apenas 11 millones de habitantes, ha enviado 165 profesionales de la  salud y prevé enviar cerca de 300 más”, señaló Kerry poco después que, a mediados de octubre, el presidente Barack Obama pidiera a los países  europeos un “esfuerzo más importante” contra el ébola.

Dos días después una fuente del departamento de Estado manifestó la voluntad de Washington de cooperar con Cuba – el mismo país al que califica de estado terrorista-- en el combate a la epidemia.

“Damos la bienvenida a la oportunidad de colaborar con Cuba en el enfrentamiento a la epidemia de ébola. Cuba está haciendo una significativa contribución al enviar centenares de trabajadores de salud a África”, dijo el vocero. Ya el expresidente Fidel Castro, en “La hora del deber”, un artículo de su autoría, había dicho que “gustosamente cooperaremos con el personal norteamericano”.

No fue solo Kerry quien reconoció el esfuerzo de Cuba. El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, calificó la ayuda cubana como una “respuesta extraordinaria” y Margaret Chan, la directora de la Organización Mundial de la Salud, fue aún más lejos al expresar su agradecimiento.

“[Los cubanos] con sus blancas batas de laboratorio aportan una cara esperanzadora en lo que de otra forma es un brote espantoso”, dijo Chan.

No todos son elogios, sin embargo.

Uno quisiera creer que hasta la bajeza tiene un límite, pero hay ciertos individuos que con sus palabras o sus acciones ponen en claro lo ilusorio de ese deseo. 

Ese es el caso —uno de muchos— de un tal Antonio Guedes a quien Deutsche Welle, una publicación alemana, al entrevistarlo lo identifica como un médico nacido en Cuba, residente en Madrid y presidente de algo llamado Unión Liberal Cubana.

"Cuba hace esto primero y por sobre todo para pulir su imagen política, segundo por razones económicas, y tercero para que países que hayan recibido su ayuda voten a favor de Cuba en foros internacionales como las Naciones Unidas”, declaró Guedes quien, en su pequeñez de espíritu, hace lo indecible por negar que el aporte cubano a esta lucha esté motivado por la solidaridad y el altruismo.

Y yo les digo a Guedes y a otros como él, ¿y si fuera así, qué?¿No habría que agradecerle a Cuba su aporte de todas formas? Después de todo no debe haber muchas maneras mejores de pulir la imagen de un país  que salvando miles de vidas y curando miles de enfermos alrededor del mundo.

 ¿O es que acaso no es legítimo poner al alcance de las posibilidades económicas de naciones pobres y olvidadas la atención de salud a la que nunca habrían podido acceder de otra manera? ¿Y no es mejor que Cuba –o cualquier otro país-- cultive el apoyo internacional a base de experiencia y dedicación para defender la vida en vez de guerras, golpes de estado, invasiones y sobornos para atacarla?

Y por último, ¿no es preferible un ejército de batas blancas para combatir la epidemia de ébola que uno de uniformes de camuflaje?

Una vez más: médicos, no soldados.

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