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Foto: Samantha Madera, AL DÍA News Media

Los medios promueven la narrativa del ‘latino enojado’

La forma en que elegimos representar a una comunidad (o a un miembro de esa comunidad) importa. Y en Filadelfia, la representación del candidato a alcalde…

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Aquí la malhumorada periodista latina de Filadelfia.

Si han leído mis columnas anteriormente, sabrán que he recriminado a varios periodistas durante la última temporada por las caracterizaciones que han atribuido al primer candidato a alcalde latino en esta ciudad, Nelson Diaz.

Quizá crean, por esto, que no me agradan ni respeto a mis compañeros periodistas. No es así.  Siento afecto y admiro a la gran mayoría de ellos, y considero  que algunos de los artículos que han escrito en el pasado son merecedores de premios.

Pero...

La forma en que elegimos representar a una comunidad (o a un miembro de esa comunidad) importa.

Y en Filadelfia, la representación del candidato a alcalde Diaz por parte de los medios ha sido moldeada por palabras específicas…
A Diaz se le ha calificado varias veces como escandaloso

Billy Penn lo dice. Technical.ly Philly, lo dice. Philly.com, lo dice.

Lo que me gustaría señalar es que, aunque cada uno fuera totalmente correcto, el escándalo y la excitabilidad son un estereotipo racial latino que nos disgusta enormemente. Además, con frecuencia, es un estereotipo del que se hace mención como una forma para cuestionar nuestro profesionalismo, o nuestra capacidad para encajar en los peldaños altos de una estructura corporativa. Durante la lucha por la ratificación de la Juez del Tribunal Supremo Sonia Sotomayor, por ejemplo, sus detractores la usaron –describiéndola como una “fogosa tempestad latina” escandalosa y directa, y cuestionando su capacidad para encajar con otros jueces. Y la verdad es que no estoy segura que señalar lo ‘escandaloso’ agrega algo a los artículos en donde se menciona, pero sí va de la mano con la siguiente parte sobre cómo Diaz ha sido representado

Observe la elección de palabras utilizadas en los titulares y artículos para describir a Diaz durante esta campaña: dejar plantado, perder los estribos, salirse de sus casillas, enojado, ataca, despedaza, estridente y enfadoso. También lo han caracterizado como de ‘aspecto extranjero’, como de haber ‘usurpado’ un plan fiscal, de ‘robar’ una idea de banco municipal, y de ‘jactarse’.   

¿Ya se cansó? Yo sí.

Ningún otro candidato ha suscitado un lenguaje tan “colorido” e incriminado, salvo por Milton Street, y es –según mis cálculos—con el mismo fin. Ellos son el “Hombre latino enojado”, y el “Hombre moreno enojado” en la narrativa que está siendo construida por los medios en esta pre-temporada de la alcaldía democrática. El liberalismo blanco está profundamente desconcertado por los activistas de derechos civiles de la vieja escuela como Diaz. Su enfoque centrado en la comunidad—sobre los temas de justicia social contradice la creencia de que vivimos en un Estados Unidos posracial. Y afrontémoslo –la mayoría de los medios de interés general se concentra en creer que vivimos en un Estados Unidos posracial.

Creo, sinceramente, que la mayoría de los periodistas y editores no nota que está usando un lenguaje más desmesurado para Diaz que para otros candidatos. Pero no notarlo no es una cualidad loable. Vamos, los desafío, coloquen los titulares uno a la par del otro; busquen en el cuerpo de los textos las elecciones verbales inusuales. Obtendrán un cuadro muy claro e inquietante en cuanto a la imparcialidad y la exactitud de los medios.

Lo último que quiero traer a la mesa sobre esta narrativa mediática de Diaz es que, en alguna ocasión, lo ha hecho un “latino enojado” sin rostro. El 4 de marzo, la Philly Mag anunciaba su venidera conversación con Nelson Diaz en Twitter, y el tweet contenía una foto de superposición de Anthony Williams, Jim Kenney, Lynne Abraham y Doug Oliver. Diaz no aparecía. 

La no inclusión de Diaz en esa fotografía de superposición, con toda probabilidad, fue accidental –pero cuando sucede, necesitamos mencionarlo. El compromiso cívico es con toda comunidad en Filadelfia, y no ver la foto de un candidato latino en una fotografía de superposición de los candidatos refuerza el sentimiento de que los latinos han sido y están siendo excluidos del cuadro “de superposición” más grande de nuestra ciudad.

Y por eso es que esta columna termina  con lo que nos urje:  dirijirnos a las urnas el 19 de mayo. No porque esperamos que los periodistas y editores y organizaciones noticieras dejen de cometer errores acerca de nuestra comunidad y nuestros candidatos, sino porque nosotros, los latinos, no podemos dejar que las narrativas estereotipadas pasen desapercibidas y no podemos quedarnos callados cuando se nos excluye de la representación.

No solo durante las elecciones primarias y generales, sino cada día.

Seremos parte de la nueva narrativa estadounidense. Seremos parte de la nueva narrativa de Filadelfia.

Y que nadie se atreva a decirnos que no.

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