Sumergida bajo el lodazal de tuits presidenciales, noticias de colusión en Rusia, escándalos diarios de corrupción y la intimidación y grosería de la Casa Blanca, la práctica de separar a los niños inmigrantes de sus padres en la frontera sur, una de las políticas más inhumanas y atroces de esta administración, continúa siendo mayormente ignorada por el público.

Sin embargo, el hecho es que los niños que buscan asilo son despiadadamente arrancados de sus padres sin razón alguna. Sería difícil creer que tal crueldad ocurriera si no fuera porque ya no nos sorprende ninguna medida brutal o vulgar exabrupto de Donald Trump.

El Departamento de Seguridad Nacional había anunciado en diciembre que estaba considerando tal medida, pero de acuerdo con la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU), la verdad es que ya había comenzado a dividir familias.

Aunque la Casa Blanca no lo ha admitido y ha insistido en que no existe una política para separar a los padres de sus hijos como una forma de desalentar que familias centroamericanas vengan a Estados Unidos para buscar refugio, una demanda colectiva presentada por la ACLU el mes pasado contra la administración de Trump identifica al menos 429 casos en los últimos dos años. Estas familias fueron divididas, afirma la ACLU, sin el debido proceso, sin una audiencia y sin mostrar que permanecer con sus padres pondría al niño o niña en peligro.

“Ya sea que la administración Trump quiera o no llamar a esto una ‘política’, ciertamente se dedica a una práctica generalizada de arrancar a los niños de sus padres”, dijo a The Guardian Lee Gelernt, subdirector del Proyecto de Derechos de los Inmigrantes de la ACLU.

Los casos citados por la ACLU muestran una total indiferencia de ICE por el sufrimiento de las familias afectadas.

Este es uno de ellos:

 “Solo quiero saber dónde está mi hija y que está a salvo. Ella tiene dos años, y han pasado dos meses desde que nos separamos, no sé por qué nos separaron. No entiendo. Vinimos aquí en busca de ayuda, teníamos miedo por nuestras vidas”, dijo a la Comisión de Mujeres Refugiadas (WRC) un hombre que buscaba asilo, pero estaba detenido en un centro de detención de inmigrantes adultos en la frontera sur en agosto de 2017. Si bien su identidad no se revela para preservar su privacidad, el WRC informó que según otros encarcelados con él, el hombre estaba “muy deprimido” debido a la separación.

No hay justificación para esta práctica. Estas familias y estos niños han huido de algunos de los países más violentos del mundo para salvar sus vidas y no representan ningún peligro para la seguridad de EE. UU. No obstante, los grupos defensores de los derechos de los inmigrantes piensan que esta despreciable medida probablemente será aún más frecuente debido a la cruel política de inmigración cruel de la administración Trump basada en el racismo y la ignorancia.

Es por eso por lo que el Grupo de Trabajo de América Latina (LAWG) urge a las personas a firmar una petición dirigida a la secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen instándola a “abandonar la práctica cruel, costosa e injustificada de separar a las familias que buscan protección en nuestras fronteras, incluidas las que huyen de la persecución en sus países de origen. Los niños deben estar con sus padres en comunidades seguras, no encerrados en centros de detención “.

Puede firmar la petición en el sitio web del grupo, LAWG.org.