Campaña de Oliver critica la cobertura de contienda a la alcaldía
A lo largo de esta campaña, gran parte de los medios de comunicación se adhirió a una concepción estrecha de la contienda cuando no existían pruebas…
El 3 de febrero, el Centro a favor del periodismo de interés público de la Universidad de Temple anunció lo que debió haber sido una asociación sin precedentes con varias de las principales organizaciones noticieras. La meta afirmada:
“Ofrecer a los electores contenido nuevo y esencial sobre la contienda para ser el próximo alcalde de la ciudad, con un enfoque bien definido sobre los principales problemas que enfrenta Filadelfia”. Denominándose como el proyecto “El Próximo Alcalde”, la información continuaba diciendo: “El Próximo Alcalde elevará el reportaje encima del barullo de los anuncios de las campañas, la retórica y las encuestas tipo carrera de caballos, incluyendo las voces de los ciudadanos y destacando los problemas que son importantes para ellos. La singular colaboración ayudará a ampliar la base de los electores informados, y a aumentar la cobertura para las reuniones cívicas en toda la ciudad”.
Esto era lo típico de las esperanzas que todos teníamos en febrero, conforme se iba perfilando la contienda. Pero lo que empezó con intenciones tan buenas se descarriló para convertirse en una mescolanza de periodismo de pésima calidad, de dependencia en información inherentemente errónea y de adaptación de los reportajes a una narrativa de hecho acordada. Al rehusarse a tratar con seriedad a los candidatos cuyo único defecto era proceder de fuera del patrón uniforme esperado, los medios teóricamente neutrales desempeñaron un papel activo en tratar de convertir esa narrativa en una profecía auto-realizable.
A lo largo de esta campaña, gran parte de los medios de comunicación se adhirió a una concepción estrecha de la contienda cuando no existían pruebas independientes para respaldarla –y, de hecho, aun cuando hubo pruebas significativas en contra. Al basarse en un pequeño círculo de las mismas fuentes, crearon y reforzaron una burbuja y una narrativa que cobró vida propia. Han menospreciado a los candidatos que no se encajaban en su patrón –observe, por ejemplo, las constantes declaraciones impresas y en los medios sociales de Tom Ferrick en cuanto a que Nelson Diaz no decía la verdad sobre sus logros a lo largo de su carrera profesional, o la incapacidad de todos en los medios de citar o reconocer correctamente la experiencia profesional y cargo de Doug Oliver.
Se ha usado lenguaje racista para describir a los candidatos. Hubo un artículo vergonzoso en el Inquirer, con un párrafo de entrada despreciable, sobre el anuncio televisión de Doug Oliver, y una constante narrativa del “latino enojado” sobre Nelson Diaz –que no ha sido más apasionado en su discurso que cualquiera de los otros supuestos favoritos. A la misma vez, hemos visto un híper-enfoque en la raza y el cálculo racial, y una obvia indiferencia en cuanto a las lecciones que debieron haber sido aprendidas de las dos más recientes contiendas por el escaño vacío de la alcaldía donde el cálculo racial probó ser flexible. La historia reciente nos ha mostrado que en las elecciones por la alcaldía, los ciudadanos de Filadelfia, en su abrumadora mayoría, se deciden por lo que sienten favorece su propio beneficio personal.
Lo más preocupantes es que ha habido lo que parece ser una decisión consciente por definir, de forma activa, a algunos de los candidatos por su pasado y sus relaciones, mientas que aprueban a un candidato por las mismas cosas. Aparte de algunas excepciones eminentes, casi todo el reportaje sobre las propuestas de políticas ha consistido en los rechazos estenográficos o en hacer caso omiso de ideas tan aburridas o imposibles de lograr –a menos que tales ideas procedieran de alguien que no está en esta contienda. No ha habido ningún análisis verdadero de las propias propuestas, y muy poca, si es que alguna, comparación de retórica que registrar. Compartimos la frustración del senador Williams respecto a la cobertura de la política de educación en esta contienda, porque a pesar de lo que usted quizá haya leído y a pesar de las similitudes superficiales, los candidatos tienen propuestas bastante diferentes sobre casi todos los aspectos de la política de educación.
Ha habido ejemplos importantes de periodismo investigativo objetivo y balanceado. Todo el personal en Newsworks/WHYY y PlanPhilly – Brian Hickey, Katie Colaneri y Dave Davvies – Max Marin y Ana Gamboa en Al DÍA, y los periodistas prometedores en Billy Penn han hecho esfuerzos extraordinarios por cubrir la contienda de forma justa. Esta lista no se debe interpretar como una lista exclusiva, sino como ejemplo de redacción de la que debió haber habido más.
Este proceso merecía haber sido mejor, y los ciudadanos que confían en la objetividad de sus medios de comunicación también merecen algo mejor. En un ambiente con un interés cada vez menor en el periodismo tradicional y especialmente en los medios impresos, hubo una enorme oportunidad para dar un ejemplo de excelencia en el periodismo y para revertir la tendencia de desinterés, especialmente por parte de los electores más jóvenes, en el proceso. Esa oportunidad se está desaprovechando.
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