Hacerse el hábito de contar calorías
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Ignoren las afirmaciones de que el número de calorías a la vista no tiene efecto en la elección de alimentos de los consumidores. Es demasiado pronto para llegar a esa conclusión.
Un reciente estudio de Carnegie Mellon University observó la conducta de 1.121 adultos mientras compraban su almuerzo en dos McDonald's de la ciudad de Nueva York. Cada uno de los restaurantes, como sucede en la mayoría de los McDonald's, exponía visiblemente el número de calorías de todos los productos del menú.
Se proporcionó información a los comensales o bien sobre el número recomendado de calorías que deben consumir diariamente, o sobre el consumo de calorías por comida. Pero los investigadores observaron que ninguno de los dos grupos pidió los productos más saludables del menú.
Julie Downs, la principal autora del estudio, señaló: "Ha habido muchas esperanzas de que las indicaciones en el menú constituyeran una herramienta fundamental para ayudar a combatir los elevados niveles de obesidad en este país, y mucha gente aprecia tener esa información a su disposición. Lamentablemente, este enfoque no parece estar ayudando mucho a reducir el consumo, incluso cuando brindamos a los consumidores lo que los gobernantes pensaron que ayudaría: una guía sobre el número de calorías que deben consumir."
Es una conclusión demasiado importante a la que arribar, considerando que este método, utilizado para crear conciencia sobre la nutrición, ha estado vigente sólo en restaurantes escogidos, durante alrededor de un año.
Sólo porque un grupo de blogueros, expertos en nutrición y periodistas se aferraran a la idea de que el único propósito de poner a disposición de los consumidores información sobre nutrición es disuadirlos de comer, no significa que la información no sea importante.
El número de calorías colocado bien a la vista es una salvación para los que ya han sido diagnosticados con sobrepeso y están tratando de ajustarse a un plan de alimentación a largo plazo. Las etiquetas sobre calorías son muy importantes para los que ya han consultado a un médico y nutricionista —como los 19 millones de personas diagnosticadas con diabetes Tipo 2— y saben exactamente qué cosas y en qué cantidades deben comer todos los días para mantener un equilibrio saludable.
Para ellos, y otros que controlan activamente los alimentos que consumen, la clave para mantener un peso saludable en el curso de una vida no se relaciona con dietas de moda ni trucos. Se relaciona con la manera de comer saludablemente en general, para poder darse gustos, de vez en cuando, sin tener que preocuparse de que eso afectará su peso o el corazón.
Cuando la gente que sabe cuánto debe consumir en un día determinado entra en un Starbucks y examina el mostrador de pasteles, puede hacer cálculos refinados: ¿Me doy un gusto ahora porque sé que en toda la semana he comido cenas y almuerzos sanos? ¿O escojo algo con menos calorías porque me di un gusto ayer? De ser así, ¿cuál de éstos es el más conveniente?
Los consumidores de Starbucks ven el número de calorías al lado de cada alimento y pueden encontrar, en la caja, folletos sobre nutrición con extensos detalles sobre casi todos los alimentos y bebidas. Es un lugar en el cual uno puede escoger correctamente.
Lo mismo ocurre en McDonald's. Voy a ese restaurante cuando sé que me puedo dar el gusto de comerme un Big Mac con papas fritas. En esos días, anoto las calorías para hacer ajustes durante el resto del día y de la semana -y me ayuda que los números de calorías estén en la pizarra para no tener que ir a buscarlos en el sitio Web de la corporación (aunque, por suerte, casi todos los restaurantes principales proporcionan ese tipo de información para los que la buscan).
Las delicias cargadas de calorías son parte de nuestra cultura — son tan estadounidenses como las barras de Snickers fritas en las ferias y la rampante epidemia de obesidad. Y necesitamos muchas herramientas para encarar un problema de salud tan multifacético.
Lo más molesto de evaluar esta nueva iniciativa dentro del parámetro aprobado/reprobado —otros estudios sobre el efecto de indicar el número de calorías en los alimentos brindaron pruebas similares sobre una modificación de conducta nada milagrosa— es que tiende a confirmar la naturaleza humana. En el estudio de Carnegie Mellon, los clientes de McDonald's fueron al restaurante para darse un gusto y no se vieron disuadidos de hacerlo mediante la información adicional.
Esos estudios no reconocen que, de la misma manera en que fueron necesarias muchas décadas para que los hábitos de nutrición de los estadounidenses se modificaran, pasarán también décadas hasta que procedimientos para elevar la conciencia nutritiva, como el conteo del número de calorías, tengan un impacto sobre una población criada con permiso para lanzar las calorías al viento.
La conciencia nutritiva es un paso previo a la prevención y la reducción. Permitamos que el número de calorías en los alimentos se vuelva tan omnipresente como las bebidas azucaradas extra-grandes y entonces sí podremos tener una conversación honesta sobre la eficacia de esa medida.
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