Usted ha visto las movidas del tango: una pareja en posición cerrada, un individuo marca los pasos, el otro se deja llevar, los dos anticipan la caída que, a veces, se da a lucir por su elegancia, y otras veces deja a uno de los participantes en el suelo con un buen dolor de cabeza. 

Ahora imagine el equivalente político. 

La semana pasada dos líderes políticos con reputación nacional anunciaron que han seleccionado a latinos para colaborar con ellos en sus campañas electorales en 2015. 

El alcalde de Chicago Rahm Emanuel anunció el 15 de julio que el congresista Luis Gutiérrez se uniría a su campaña de reelección como co-presidente de campaña. 

Varios días después, el 18 de julio, Charlie Crist, que fue el gobernador republicano de Florida del 2007 al 2011 pero ahora busca la candidatura como demócrata, ha anunciado que la empresaria colombiana-estadounidense y presidenta del Partido Demócrata de Miami-Dade, Annette Taddeo-Goldstein será su compañera de fórmula. 

En ambos casos, hay un trasfondo de cinismo agobiado propio de un tango en este particular baile político. 

A Emanuel le ha ido muy mal en sondeos últimamente, sobre todo con las personas de color. Además de cerrar múltiples escuelas públicas de Chicago (llega a dos cifras), los latinos recuerdan bien que cuando fue jefe de personal del Presidente Obama se comportó bastante hostil en asuntos de inmigración. Razón por la cual, sin lugar a dudas, ha traído a Gutiérrez a su campaña. Gutiérrez ha hecho un nombre como una de los líderes nacionales abogando por la reforma migratoria. Sin embargo, es dudoso que pueda ofrecer lo mucho que espera Emanuel. El año pasado, el congresista de Chicago públicamente corto lazos con grupos centrados en los derechos de ‘dreamers‘ — National Immigrant Youth Alliance (NIYA, por sus siglas en inglés) y DreamActivist.org— aparentemente por sus tácticas activistas. La decisión le valió muchas críticas por parte de los jóvenes más dinámicos del movimiento proinmigrante, algunos lo acusaron de proteger sus propios intereses y de canjear la defensa de los ‘dreamers’ por la política de respetabilidad. 

Por su parte, la elección de Taddeo-Goldstein como compañera de campaña de Crist parece hecha a la medida para apuntalar la credibilidad del exgobernador (previamente republicano y luego independiente) como demócrata pero pro negocios (se le ha acusado de ser demasiado populista en su encarnación democrática). Florida es, por supuesto, uno de los estados con un gran número de votantes latinos, pero a pesar de la actitud atractiva de Taddeo-Goldstein y el valor que presta su nombre localmente, los avances con la comunidad latina serán de todos modos un poco ásperas para Crist. Tanto los puertorriqueños como los cubanoamericanos que lucharon por la matrícula estatal para estudiantes indocumentados son propensos a recordar que Crist se opuso a esa medida cuando era candidato a la gobernación del partido republicano. Los votantes latinos más conservadores se erizan también ante su sugerencia de que después de 52 años, es hora de levantar el embargo a Cuba, y también por su llamado para aumentar el salario mínimo (anteriormente se oponía a ello). 

El tango, como una danza, incorpora contragiros, quebradas y sacadas, y de alguna manera logra una hermosa cohesión. Queda por ver si estas parejas políticas, anglosajones-con-latinos encuentran una manera de hacer lo mismo.