Conversaciones que vale la pena tener
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Hablar con los hijos puede ser difícil. Realmente difícil. Hasta aquellos niños que nunca dejan de charlar sobre todos los detalles imaginables de sus dibujos animados preferidos se quedan totalmente mudos cuando se les pregunta: "¿Cómo te fue hoy?" "¿Qué aprendiste en la escuela?" o "¿Qué novedades hay?"
"No me gusta que me pregunten qué hay de nuevo," declaró mi hijo de 12 años en el desayuno, el otro día.
Bueno, por lo menos fueron 10 palabras más de las que obtengo generalmente. Mis preguntas parecen tener la misma respuesta, de una palabra, todos los días: "Bien" o "Nada".
Sin causar sorpresa a todo el que haya estado en un restaurante familiar el pasado año, un nuevo estudio de la publicación Pediatrics confirmó que, cada vez más, las familias van a comer juntas y después sus miembros se ignoran mutuamente, prestando atención a iPads, iPhones, videojuegos portátiles y cualquier otra manera de pasar el tiempo, mientras mamá y papá examinan su correo electrónico o navegan por Internet.
Los investigadores observaron a 55 adultos que comían con uno o más niños pequeños en restaurantes al paso, en una única zona metropolitana. Identificaron después patrones comunes de utilización de aparatos.
Cuarenta usaron sus aparatos portátiles durante las comidas y demostraron diversos grados de absorción con sus teléfonos, en lugar de con sus hijos. Los niños reaccionaron entreteniéndose solos o escalando sus llamados de atención. Los investigadores notaron que los adultos muy absortos a menudo respondieron duramente a la mala conducta de los niños.
¿Quién sabe si esos individuos son idiotas despistados o simplemente se encontraron con paredes de "Nada" o el habitual "No lo sé" tantas veces que se dieron por vencidos?
De cualquier manera, no es necesario ser científico y estar al tanto de las últimas investigaciones sobre el impacto de las interacciones padres-hijos sobre el vocabulario, el control de la impulsividad y las relaciones interpersonales, para saber que este fenómeno no es positivo.
Pero, ¿cómo logra uno que sus hijos, especialmente los adolescentes, hablen?
Tal como pueden ver por mi "conversación" del desayuno, no soy ninguna experta. Pero sí tengo dos maneras probadas de entablar una conversación amplia y concienzuda con los niños, en la cena.
No. 1: Preséntense con noticias.
Durante el mes pasado mi familia ha conversado sobre la opinión de un columnista acerca de cómo tratar a individuos que han pasado por una tragedia o que están haciendo el duelo de una muerte cercana; y sobre la noticia de 10,4 millones de hombres, en la flor de la vida laboral, que no tienen puestos de trabajo y muchos que no los buscan. (Resulta que mi hijo de 15 años tiene la idea de ser un papá que se queda en casa. ¿Quién lo hubiera pensado?)
Esta semana hablaremos de la crítica de A.O. Scott sobre el nuevo film de Wes Anderson "The Grand Budapest Hotel". Hemos visto todas las películas de Anderson múltiples veces y realmente las "comprendemos", pero no hará daño aclarar un par de cosas sobre la cultura europea del siglo XX y la Cortina de Hierro.
Hablar de los acontecimientos del día es perfecto para los niños, porque practican una destreza fundamentalmente adulta, sin la presión de hablar sobre sí mismos.
No.2: Preséntense con preguntas preparadas, una mente amplia y un toque suave.
Esa técnica es especialmente adecuada para los que no hablan fácilmente. Obtengan el libro "All About Me", de Phillipp Keel, y simplemente larguen preguntas para que todos los de la mesa contesten. "[Describe] uno de tus momentos más pacíficos" o "[Describe] un país que te daría miedo explorar".
O prueben también "The Game of Scruples". No jugamos ese juego de mesa durante las comidas; pero nos turnamos en leer las tarjetas del juego y en contestar honestamente. "Tu jefe se presenta en el trabajo con un horrible peinado y pregunta si te gusta. ¿Mientes y dices que 'sí'?" "El cajero te dio un billete de 20 dólares de más. ¿Le dices a él o ella que cometió un error?" Algunas preguntas son delicadas —y algunas respuestas requieren mantener las emociones bajo control— pero definitivamente vale la pena hacerlas.
Acabamos de comprar "Would You Rather …?" que presenta preguntas como: "¿Preferirías enterarte de que tus padres son en secreto espías o extraterrestres?" y "¿Preferirías que siete samuráis juraran protegerte o 500 hamsters?"
Escogidas al azar, las preguntas que no son personales brindan a los niños la libertad de abrirse, sin sentir que arriesgan algo. Además se enteran de todo tipo de cosas sobre sus padres, también, haciendo que la conversación sea suficientemente entretenida para que participen hasta a los más devotos usuarios de teléfonos (y con la esperanza de que Mamá y Papá sean espías).
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