
Trump vs. Petro: la distancia entre los dos es cada día más grande
Aunque se ha superado el impasse diplomático, quedan muchas preguntas en el aire sobre el futuro de la relación entre Colombia y Estados Unidos.
La distancia entre el punto más norte de Colombia (La Guajira) y el punto más sur de Estados Unidos es de apenas dos horas de vuelo. Aún así, los dos presidentes de esos países están demasiado lejos uno de otro. Por eso, para entender en qué están las relaciones entre Colombia y Estados Unidos es necesario entender el momento de ambos presidentes: Gustavo Petro en Colombia y Donald Trump en Estados Unidos. Ambos han adoptado estrategias que reflejan sus respectivas prioridades políticas y contextos locales. Este pulso se desarrolla en un escenario marcado por las presiones internas en ambos países y los retos compartidos en temas como la migración y la cooperación bilateral.
El presidente Petro enfrenta una creciente presión por la falta de resultados de su administración en diversas áreas. Aunque su gobierno ha insistido en el respeto a la soberanía y la dignidad de Colombia en las negociaciones con Estados Unidos, el resultado ha sido que el presidente Trump ha impuesto sus maneras y esto le va a terminar sirviendo para aleccionar al resto del mundo sobre cómo será su política exterior: dar manotazos en la mesa para imponer sus criterios.
El Presidente Petro podría haber generado un espacio regional para enfrentar el desafío de relacionarse con una administración que apenas está empezando, tiene todo el capital político y una especie de unanimidad en torno de temas sensibles. Parece muy difícil que haya alguien capaz de contradecir al primer mandatario de los estadounidenses.
Trump confirmó con hechos su retórica de campaña de mano dura. Es claro que cree que para consolidar su posición política en el inicio de su segundo mandato solo puede cumplir sus promesas. Pero su enfoque sobre la migración es absolutamente problemático e implica un contrasentido que pocos de sus seguidores advierten: Trump tendrá que superar el número de deportaciones del Gobierno Biden que en el último año fiscal mandó a sus países de origen a 271.484 migrantes. El contrasentido es que aún mandando más personas a sus países de origen solo resolverá una pequeña parte del problema, porque se estima que en Estados Unidos hay más de 11 millones de personas sin su situación migratoria definida. En pocas palabras, Trump está aplicando un remedio que no resuelve el problema.
Sus medidas incluyen el restablecimiento del programa "Quédate en México", la ampliación de detenciones y deportaciones masivas, y restricciones adicionales al derecho de asilo. Estas políticas, presentadas como una respuesta a la “invasión” migratoria, buscan reforzar su imagen como un líder dispuesto a proteger los intereses de Estados Unidos a cualquier costo.
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Pero si por el lado de Trump llueve, por el lado de Petro no escampa: se trata de un presidente que muchos de sus contradictores ven como errático, con bandazos en muchos temas. En su reacción al envío de un grupo de migrantes por parte del Gobierno Trump, con solo 15 minutos de diferencia fijo dos posiciones completamente contradictorias: primero les dio la bienvenida con los "brazos abiertos" y luego anunció que no dejaría aterrizar el avión proveniente de Estados Unidos.
Uno de los puntos álgidos de esta relación es el papel de Colombia como socio clave en la estrategia de Estados Unidos para abordar la migración irregular. En los últimos años, la región del Darién se ha convertido en un punto crítico para los flujos migratorios hacia el norte. La presión de Washington para reforzar el control en esta zona plantea retos significativos para el gobierno de Petro, que también enfrenta demandas internas de respeto a los derechos humanos de los migrantes y soluciones sostenibles para esta crisis.
Sin embargo, las medidas de mano dura promovidas por Trump también enfrentan críticas. Aunque su gobierno deporta a un ritmo de aproximadamente 600 personas por día, no alcanzaría el objetivo de deportar a un millón de inmigrantes indocumentados durante su mandato. Esto deja en el aire la pregunta ya planteada de qué sucederá con los otros 11 millones de inmigrantes en situación irregular que permanecen en Estados Unidos. Las políticas actuales no abordan las causas subyacentes de la migración, como la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades en los países de origen.
Desde la perspectiva de Colombia, Petro ha enfatizado la importancia de abordar estos problemas desde un enfoque integral que combine el desarrollo económico, la cooperación internacional y el respeto a los derechos humanos. Aunque estas propuestas tienen un enfoque más amplio, también enfrentan límites por razones que el propio gobierno ha generado: enfrenta un problema fiscal complejo por el elevado gasto que muchos consideran ha sido ineficiente. Muchos colombianos se preguntan hoy cómo hará el Presidente Petro para ayudar a resolver el problema migratorio regional, si ni siquiera ha sido capaz de garantizar la seguridad de sus ciudadanos en su territorio, tal como ha ocurrido en la región del Catatumbo donde se está registrando una migración que algunos ya han bautizado como el movimiento de personas más grande de las últimas décadas en Colombia.
El futuro de las relaciones entre Colombia y Estados Unidos dependerá de cómo ambos gobiernos manejen estas tensiones y encuentren puntos de convergencia en temas de interés mutuo. No solo sus enfoques para enfrentar los problemas son diferentes, sino también sus situaciones particulares internas, que le dan a uno, Trump, casi una patente de corso en su política exterior y a otro, Petro, le imponen restricciones políticas y presupuestales difíciles de subsanar en los 19 meses que le quedan de gobierno.
La cooperación en temas como la lucha contra el narcotráfico, la protección de los derechos humanos y el desarrollo económico en la región será clave para superar las tensiones actuales. Pero ese será un camino empedrado para las relaciones bilaterales. Trump quiere mostrar resultados y lo va a hacer a pesar de todo. En eso el presidente Petro no puede equivocarse.
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