
Los acuerdos multimillonarios de Trump con el Golfo suscitan un debate sobre el futuro tecnológico del país
Aunque se anunciaron inversiones y acuerdos comerciales, muchos critican los logros de la gira sin precedentes del presidente Trump al Golfo Pérsico.
En su primera gira internacional tras regresar a la Casa Blanca, el presidente Donald Trump recorre Arabia Saudita, Catar y Emiratos Árabes Unidos con una agenda clara: hacer negocios. Más de un billón de dólares en acuerdos firmados, promesas de inversión cruzada, venta de armas y tecnología avanzada, y el relanzamiento de alianzas personales con líderes del Golfo definieron un viaje que ha despertado entusiasmo económico y alarma.
Mientras la Casa Blanca presentó los acuerdos como una muestra del liderazgo global de EE. UU., voces dentro y fuera del gobierno advierten que esta expansión podría traducirse en la pérdida de control sobre sectores críticos como la inteligencia artificial (IA) y la aviación, además de alimentar preocupaciones por posibles conflictos de interés presidencial.
Antes del inicio de la gira, The New York Times ya advertía que Trump planeaba firmar contratos por más de un billón de dólares, incluyendo aviones, tecnología nuclear, inteligencia artificial y criptomonedas. A diferencia de visitas históricas de otros mandatarios, como la de Carter que buscó la paz entre Egipto e Israel, o la de Obama que tendió puentes con el mundo musulmán, esta vez la motivación era puramente comercial.
La gira fue diseñada como una exhibición de acuerdos: aviones Boeing, centros de datos, armamento y acuerdos de energía. En palabras del exnegociador Dennis Ross, citadas por el Times, “ir a Medio Oriente ahora se trata más de economía que de estrategia”.
Y así fue.
Epicentro de la IA
Uno de los anuncios más relevantes fue la presentación del UAE-US AI Campus, un complejo de 5 gigavatios en Abu Dhabi que se convertirá en el mayor centro de datos para inteligencia artificial fuera de Estados Unidos. El consorcio será liderado por la firma emiratí G42, en alianza con empresas tecnológicas estadounidenses.
El complejo alojará servicios en la nube de compañías norteamericanas con capacidad para atender desde Medio Oriente a casi la mitad de la población mundial, y será alimentado por energía nuclear, solar y gas. El presidente Trump celebró el acuerdo junto con el mandatario emiratí Sheikh Mohamed bin Zayed, quien anunció una inversión de US$1,4 billones en Estados Unidos durante los próximos diez años.
Según The New York Times, estos desarrollos incluyen el envío anual de cientos de miles de chips avanzados de Nvidia, muchos de ellos destinados directamente a G42, empresa con conexiones directas con la seguridad nacional emiratí. Esto ha despertado fuertes críticas dentro del propio gobierno de EE. UU., donde varios funcionarios —consultados por el diario neoyorquino— advirtieron que no hay garantías suficientes para evitar que esta tecnología termine beneficiando a China.
La paradoja “America First”
La gira no solo incluyó inteligencia artificial. En Catar, Trump participó en la firma de un pedido histórico de 160 aviones Boeing por parte de Qatar Airways, por un valor estimado de US$96.000 millones, incluyendo motores de GE Aerospace. Se trata del mayor pedido de aviones de fuselaje ancho en la historia de Boeing, aunque los ingresos por estas ventas no se verán reflejados sino hasta dentro de varios años, debido a los retrasos en producción y certificación.
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En paralelo, Trump logró un acuerdo con Arabia Saudita por US$600.000 millones, incluyendo una venta de armas de US$142.000 millones, descrita por la Casa Blanca como la más grande jamás realizada. También se anunció una inversión saudita de US$20.000 millones en proyectos de IA dentro de Estados Unidos.
La paradoja es evidente. El mismo Trump que promueve una política de reindustrialización bajo el lema “America First”, parece ahora impulsar una globalización tecnológica que traslada al extranjero tanto infraestructura como capacidades estratégicas.
The New York Times señala que, durante el mandato anterior, la administración Biden había bloqueado una propuesta similar por parte de Emiratos, justamente por el riesgo de trasladar empleos y soberanía tecnológica a gobiernos autoritarios con lazos con China. Pero Trump no solo ha dado luz verde al plan: además levantó restricciones a la exportación de chips avanzados que buscaban frenar el avance de China.
Poder, familia y negocios
La gira también estuvo marcada por señales de favoritismo y posibles conflictos de interés. Catar ofreció a Trump un avión Boeing 747-8 de lujo valorado en US$400 millones para uso presidencial y posterior uso personal. El senador demócrata Chuck Schumer acusó al presidente de “corrupción desnuda” y de poner en riesgo la seguridad nacional.
The New York Times ya había documentado que, tras el asalto al Capitolio en 2021 y la pérdida de respaldo empresarial en EE. UU., la familia Trump encontró en Medio Oriente su salvavidas financiero. Jared Kushner recibió una inversión de US$2.000 millones del fondo soberano saudita para su empresa, mientras Trump cerró acuerdos inmobiliarios en Dubái, Mascate y Yeda, y convirtió sus campos de golf en sedes habituales del circuito LIV financiado por Arabia Saudita.
Para sus defensores, Trump está utilizando sus vínculos personales y su olfato empresarial para expandir la influencia tecnológica de EE. UU. en una región estratégica. Para sus críticos, está cediendo activos clave del futuro —como los centros de entrenamiento de IA— a gobiernos con valores y prioridades distintas, y a cambio de beneficios personales.
Lo que queda claro es que la nueva política exterior tecnológica de Estados Unidos está siendo redactada en aeropuertos privados, palacios del Golfo y salas de juntas corporativas, y no en el Departamento de Estado. A medida que el mundo entra en una carrera por el control de la inteligencia artificial, la pregunta no es solo si Estados Unidos liderará, sino dónde y bajo qué condiciones ejercerá ese liderazgo.
Con información de AFP
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