
Un empate agridulce para Donald Trump
Aunque una resolución para derogar los aranceles cayó en el Senado, varios hechos muestran grietas que aparecen en la mayoría republicana del Congreso.
La votación que buscaba revocar los aranceles generalizados impuestos por el presidente Donald Trump terminó esta semana en un inusual empate de 49 a 49 en el Senado. Aunque el proyecto no prosperó, el resultado expuso una fractura significativa dentro del Partido Republicano, que actualmente tiene mayoría en la cámara alta.
Tres senadores republicanos —Rand Paul (Kentucky), Susan Collins (Maine) y Lisa Murkowski (Alaska)— rompieron filas y votaron junto a los demócratas, en un intento por anular la emergencia nacional declarada por Trump para justificar la imposición de tarifas. La Casa Blanca ya había advertido que vetaría cualquier intento de revocar su política comercial, pero el mensaje político del Senado quedó claro: hay disenso dentro del oficialismo.
La decisión de estos senadores no fue improvisada ni aislada. Rand Paul, de tradición libertaria, ha sido un crítico constante del proteccionismo económico y defensor del libre comercio. Collins y Murkowski, por su parte, han votado en el pasado en contra de su partido en temas como el aborto, el medio ambiente o la confirmación de jueces, priorizando el equilibrio institucional y los intereses de sus estados.
El senador demócrata Ron Wyden, uno de los impulsores de la resolución, fue contundente: “El Senado no puede ser un espectador ocioso en la locura arancelaria.” Más que aprobar una ley, el objetivo demócrata era dejar evidencia pública del nivel de alineación —o desacuerdo— de los republicanos con Trump.
Cuentas apretadas en el Senado
Tras las elecciones legislativas de noviembre de 2024, el Partido Republicano recuperó el control del Senado con 53 escaños frente a los 47 de los demócratas, gracias a victorias clave en Virginia Occidental, Montana, Ohio y Pensilvania. Fue la primera vez desde 2016 que el GOP controla la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes, consolidando una trifecta de poder federal.
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Pese a esa mayoría, las divisiones internas han cobrado protagonismo. En esta votación sobre los aranceles, dos figuras clave estuvieron ausentes: Mitch McConnell, líder de la minoría que ha criticado públicamente la política arancelaria de Trump, y el demócrata Sheldon Whitehouse. De haber estado presentes, el resultado podría haber sido distinto.
Un nuevo frente de presión
Aunque la resolución fue derrotada, la votación —y especialmente el quiebre parcial de la disciplina partidista— coincide con un entorno económico complejo. El primer trimestre de 2025 cerró con una contracción del 0,3 % del PIB, y varios legisladores, incluso dentro del bloque republicano, temen que la política comercial del presidente esté profundizando la incertidumbre.
Además, la reciente publicación del informe laboral de abril mostró un crecimiento de 177.000 empleos —por encima de lo esperado—, pero también una caída acumulada de 26.000 puestos en el sector público desde enero, en medio del agresivo recorte de gasto federal impulsado por Trump. Sectores como salud, transporte y asistencia social lideraron las contrataciones, mientras que los salarios crecieron apenas un 0,2 %, hasta los 36,06 dólares por hora.
Para Trump, el empate puede leerse como una victoria técnica: los aranceles siguen vigentes. Pero políticamente, el escenario es más incierto. Las fracturas internas, la presión de los mercados, el creciente escrutinio del Congreso y los efectos económicos visibles abren un nuevo capítulo de tensión institucional, incluso dentro de su propio partido.
La imagen de un Senado alineado completamente con el presidente es cada vez menos real. Y si algo muestra esta votación es que, en política, incluso con mayoría, no todo está garantizado.
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