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La lucha de Fabricio por la diversidad

Fabricio Rodríguez tiene desde los 16 años la  chispa encendida para luchar por la justicia y es una de las tantas voces detrás de la lucha migratoria.

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Vive de pelear, pero no es ni boxeador ni luchador, es un activista que desde los 16 años decidió estar al frente de batalla para mejorar la vida de los desprotegidos.

A esa corta edad, Fabricio Rodríguez logró levantarse y levantar a sus compañeros la primera vez que peleó por sus derechos en las minas de Arizona.

Rodríguez nació en Albuquerque (NM), su madre es indígena estadounidense  y su padre un ecuatoriano que fue indocumentado durante 30 años. "Nos mudamos a Arizona, por el trabajo de mi padre que era minero. Yo no era muy buen estudiante, dejé la escuela y mi padre me consiguió trabajo en la mina", recordó.

Trabajar en una mina durante cinco años, en la que no tenía derecho ni a un descanso ni al lavarse las manos fue una experiencia fundamental para delinear la profesión de Rodríguez, quien la semana pasada fue nombrado coordinador de campaña de la Reforma Migratoria por Estados Unidos en Filadelfia. "Fue la chispa que me encendió para luchar".

Rodríguez decidió volver a la escuela y en el 2003 se tituló de Economista de la Universidad Estatal de Arizona.

Al terminar la universidad, se mudó a Filadelfia, en donde trabajó hasta diciembre pasado como director de Trabajos con Justicia.

"Me gusta esta ciudad porque es el primer lugar de la democracia estadounidense y ese espíritu continúa aquí. Si te quedas parado en la Alcaldía por un rato cualquier día de la semana seguro verás una protesta".

 "Esta ciudad es como un perro hambriento, todavía nos falta reforzarle la correa".

Antes de dedicarse a la batalla migratoria, mejoró en Philly las condiciones de los guardias de seguridad, quienes tienen los salarios más bajos.

Hace unas semanas, el activista viajó a Arizona a protestar contra la ley anti-inmigrante 1070. Allí, la "cosa está caliente", dijo.

"Me tocó ver personas con esvásticas, pero nunca he temido por mi seguridad o mi vida, lo que más temo es a perder. Pero al mismo tiempo si pierdes la única opción es encontrar una mejor manera de organizar".

Organizar protestas, manifestaciones, mover a las masas, en resumen, ser un activista, para Rodríguez es una gran responsabilidad en los hombros sobre todo cuando se habla de medidas tan extremas como la desobediencia civil.

"No podemos arriesgarnos a gastar nuestras energías, dinero y tiempo en una táctica que no nos llevará a la justicia. La desobediencia civil es una táctica y creo que la historia nos dirá cuando usarla", explicó.

Este defensor de la justicia dijo sentirse optimista porque "la historia está de nuestro lado".

"Mi visión de un país justo es, un país que pueda moverse rumbo a la diversidad, un lugar en donde cada voz cuente. En el pasado mujeres no podían votar, los afroamericanos no eran considerados personas".

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