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¿El bronceado puede ser una adicción durante todo el año?

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¡Bienvenidos al verano! Para muchos eso significa más tiempo al aire libre y menos tiempo perdido poniéndose y quitándose múltiples capas de ropa. Eso, a su vez, equivale a más tiempo y tejido expuesto a la mayor causa por sí sola de daño a la piel y cáncer: la radiación ultravioleta.

A pesar de un floreciente mercado de protectores solares y, en menor medida, ropa que protege del sol, así como una campaña de médicos dermatólogos que se remonta a 1983, millones de estadounidenses siguen abusando de los rayos que, en pequeñas dosis, contribuyen a mantener la salud pero, en dosis mayores, pueden destruirla. Y no sólo cuando resplandece el sol veraniego. Para alguien que frecuenta salones de bronceado o es dueño de camas de bronceado, la veneración al sol es una actividad de 365 días al año.

Los dermatólogos, cuyos ingresos se han apuntalado por las consecuencias del abuso de los rayos UV, expresan no obstante gran frustración ante lo que, al parecer, es su incapacidad para disuadir la conducta enfocada al bronceado.  Esta noción ha contribuido a fomentar la industria multimillonaria del bronceado en espacios interiores, respaldada por algunos jóvenes clientes incluso hasta 20 veces al mes.  Pero, en años recientes, ha surgido otra explicación para la cual no existe actualmente respaldo considerable en términos científicos: la teoría en el sentido que la exposición de la propia piel a la radiación UV tiene potencial adictivo.

En un informe en la Revista de la Fundación de Cáncer de Piel, el Dr. Robin L. Hornung y Solmaz Poorsattar de la U. de Washington en Seattle, escribieron que la “persistente exposición, a sabiendas, a un agente del que se sabe que provoca cáncer, deja entrever que hay otros factores impulsando a los individuos a broncearse, aparte de la falta de conocimiento”.

Para resumir la creciente evidencia del potencial adictivo de la radiación UV, Hornung dijo que las personas con frecuentes bronceados mostraban señales de dependencia tanto fisiológica como psicológica. Al igual que con el tabaquismo y las bebidas alcohólicas en exceso.

Una investigación del Dr. Steven R. Feldman y colegas en el Centro Médico Bautista de la Universidad Wake Forest demostró que quienes acuden frecuentemente a salones de bronceado experimentaron síntomas como los de la abstinencia cuando les administraron el fármaco naltrexona, que bloquea los efectos placenteros de narcóticos. Quienes se broncean con frecuencia, más no los patrones de bronceado ocasional, informaron de síntomas como nausea y nerviosismo cuando la naltrexona bloqueó sus endorfinas.

Como prevención de esta adicción, los dermatólogos favorecen estrictas normas sobre los salones de bronceado, particularmente una prohibición de clientes menores de edad. Hornung también promueve que se empiece a enseñarles a los niños, a temprana edad, que siempre usen protector solar y que eviten la exposición excesiva al sol, aun cuando se lo hayan aplicado, pues incluso los mejores protectores solares no pueden impedir plenamente el daño del sol. 

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