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Calderón: No hay pacto con el narcotráfico en México

Después una de las semanas más sangrientas del historia de México, el presidente, rechazó los pactos con el crimen organizado.

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El
presidente de México, Felipe Calderón,
en un inusual mensaje a la nación a través de la prensa defendió este lunes
su lucha contra el crimen organizado y rechazó las políticas de
"arreglo" o pactos con el narcotráfico, días después de que el país
viviera una de las semanas más sangrientas de su historia.

A
través de dos páginas insertadas en la mayoría de diarios del
país, Calderón se dirigió así a los ciudadanos para explicar su
estrategia en seguridad pública, tres meses antes de rendir cuentas
al Congreso en su informe anual.

El mensaje se produce después de
que el pasado viernes el país
viviera el día más violento desde la llegada al poder de Calderón,
en 2006, con más de 70 asesinatos, 39 de ellos en dos matanzas en
los estados norteños de Chihuahua y Tamaulipas.

Mientras hoy al
menos diez policías y un número de sicarios aún
sin cuantificar murieron en una emboscada en el céntrico estado de
Michoacán.

Con más de 23.000 muertos registrados en el país por
acción del
crimen desde 2006, el mandatario explicó a la nación que su Gobierno
está inmerso en una lucha "por la seguridad pública" y no solo en
una "guerra contra el narcotráfico".

Calderón responsabilizó a
Estados Unidos, como mayor consumidor
mundial de drogas, de estar en el origen del problema que vive hoy
México y calificó a la vecina nación como "el mayor adicto del
mundo".

"El tráfico de drogas hacia Estados Unidos fue el inicio
de la
configuración de poderosas bandas del crimen organizado en México",
añadió el gobernante mexicano.

Una de las estrategias que
defiende en el escrito es la de
fortalecer la cooperación internacional, sobre todo, con Estados
Unidos, a quien pide que la colaboración se base "en los principios
de responsabilidad compartida, respeto a la soberanía y jurisdicción
de cada estado".

Admitió que algunas instituciones del Estado
"procuraron un
arreglo implícito o explícito con los criminales, pensando que así
controlarían a los delincuentes".

Pero, por el contrario, estos
"arreglos" provocaron, en su
opinión, la expansión de los criminales que controlaron pueblos y
ciudades.

Sin la lucha emprendida por su Gobierno, el crimen
organizado "se
hubiera apoderado de una gran parte del país y habría sometido a
millones y millones de familias mexicanas", subrayó.

Por ello,
rechazó las políticas de "arreglo" con las bandas de
narcotraficantes, que algunos analistas atribuyen a los Gobiernos
del Partido Revolucionario Institucional (PRI) -en el poder entre
1931 y 2000- e incluso al primer Gobierno del Partido de Acción
Nacional (PAN), al que pertenece Calderón, que presidió Vicente Fox
(2000-2006).

El analista mexicano Salvador García Soto explicó que el
mensaje de Calderón es fruto de "cierta desesperación", tras los
sucesos de la semana pasada, y por la presión de algunos sectores
que piden recurrir a un pacto con el narcotráfico ante la escasez de
resultados.

Además, García Soto consideró que las críticas a
Estados Unidos
se enmarcan en un momento en que la relación con el vecino del norte
se ha tensado debido a las recientes muertes de mexicanos en la
frontera a manos de miembros de la Patrulla Fronteriza.

En su
escrito, Calderón señala que las organizaciones criminales
han pasado en los últimos años de tener un "bajo perfil" a uno
"violento, intrusivo y desafiante" que, en lugar de esconderse,
"busca a la autoridad para dominarla".

Una vez controlado el
territorio, los criminales trataron de
hacer sentir su poder mediante el cobro de "derecho de piso" a otras
bandas, de "protección" a los comerciantes o con la comisión de
nuevos delitos, como extorsión y secuestro, explicó Calderón.

Así,
"dejó de ser mero narcotráfico para transformarse en crimen
organizado", enfatizó.

Este cambio de actitud de los criminales
desde mediados de los
años noventa "sorprendió -según Calderón- a unas debilitadas
estructuras" del Estado.

Pero el presidente mexicano insistió en
que "la guerra más
mortífera" que existe hoy en día no es la del Gobierno contra el
narcotráfico sino "la que libran los criminales entre sí".

A esta
lucha interna atribuyó el 90% de las muertes violentas,
así como el recrudecimiento de los métodos que incluyen
habitualmente decapitaciones, torturas o ejecuciones colectivas.

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