CIUDAD DE MEXICO.- Roberta Garza, directora editorial de un periódico mexicano, perteneciente a una prominente familia, recuerda cómo el reverendo Marcial Maciel solía clavar la mirada en los ojos de la élite de México y empezaba a lanzar un argumento sumamente persuasivo para reunir fondos: Dios mismo esperaba que ellos compartieran su riqueza.

Cuando su padre, industrial de Monterrey y gran partidario de los Legionarios de Cristo de Maciel, murió en 1991, el sacerdote empezó a obrar su magia sobre su madre y ocho de los hijos Garza. La devoción financiera de la familia redituó beneficios que incluyeron más de una reunión privada con el Papa Juan Pablo II en el Vaticano.

La decisión del Vaticano de tomar control de la poderosa orden religiosa y catalogar a Maciel como “carente de escrúpulos y de genuino sentimiento religioso” debido a su largo historial de abuso sexual está dando origen a una reflexión particularmente en México, donde muchos integrantes de la clase alta ayudaron a que el cura nacido mexicano erigiera su imperio religioso.

Es en México donde Maciel fundó la Legión en 1941 y donde cortejaba a la crema y nata de los prósperos empresarios y políticos en ascenso. Sin embargo, la mayoría de sus víctimas también fueron de México y fue en este país que se convirtió en padre de varios niños. Las críticas más feroces dirigidas a Maciel están en México, aun cuando incluso después de su vergüenza pública siga teniendo seguidores.

Maciel, quien murió en 2008, creó una vasta red de escuelas y universidades particulares a lo largo de México para los hijos de la élite, lo cual contribuyó con los ingresos para la expansión mundial de su movimiento.

Además, había iniciativas filantrópicas, como 23 escuelas Manos de Ayuda para niños mexicanos en la pobreza. Debido a que el escándalo opaca la reputación de la Legión, algunas personas enteradas temen que el imperio, que se extiende a lo largo de 22 países, pudiera venirse abajo y que los fondos dejen de llegar.

José Luis Damián Zúñiga, integrante de la filial de legos de la Legión, Regnum Christi, reconoció que los escándalos estaban poniendo a prueba la fe de algunos integrantes. “Será más difícil obtener donaciones, amén que se exigirán explicaciones con respecto a cómo será gastado el dinero una vez que se reciba”, comentó Damián, el cual juró que acataría la orden.

No quedó en claro qué cambios se harán a la dirigencia o al orden, que informa de una membresía en todo el mundo de 800 curas, 2,500 seminaristas y más de 70,000 integrantes legos.

Anabel Mellado, quien recauda fondos para las fundaciones de la Legión, dijo creer que su obra de caridad continuaría en México porque muchos mexicanos prominentes eran integrantes de la Legión que se sentían avergonzados por las acciones del fundador y querían salvar a la orden.

Entre los directores del ala caritativa de la Legión hay ejecutivos de algunas de las mayores corporaciones de México, incluida la multinacional cementera Cemex: Copamex, gran productor de papel; así como Banco Compartamos, el mayor grupo de micro financiamiento en el país.

Algunos de los benefactores mexicanos son unos de los máximos magnates del país, incluyendo al hermano de Garza, Dionisio Garza Medina, quien renunció hace poco a la dirección ejecutiva de uno de los mayores conglomerados industriales del país, Alfa; y Carlos Slim, el magnate de telecomunicaciones e inversionista del New York Times.

La relación de Slim con Maciel y los Legionarios se remonta varias décadas atrás y sigue donando al trabajo caritativo del grupo, declaró su portavoz y yerno, Arturo Elías Ayub. Slim, actualmente el hombre más rico del mundo, ha donado una “buena suma” de dinero a la red de la Legión de universidades de bajo costo y piensa seguir haciéndolo, dijo Elías. “Nos gusta la forma de educar de los Legionarios”, dijo.

Slim apareció en público con Maciel apenas en 2004, mucho después que salieran a la luz las primeras acusaciones.

El poder que los Legionarios ejercen a través de sus aliados quedó de manifiesto claramente en 1997, cuando una pequeño estación de televisión en Ciudad de México empezó a investigar las pruebas en contra de Maciel. Javier Moreno Valle, quien era el propietario del canal en esa época, dijo que los legionarios se habían negado a ofrecer comentarios sobre el programa, pero habían cabildeado, sin éxito, por mantener dicha historia fuera del aire.

“Empezaron a presionar a través de cada canal que pudieron usar”, dijo.