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Desaparecida de Juárez en Drexel

La Universidad de Drexel y Amnistía Internacional buscan crear conciencia social acerca de las sangrientas muertes de mujeres en la frontera mediante una…

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“En Ciudad Juárez (México), cada vez que una hija deja su casa para ir al trabajo o a la escuela, la madre hace una fotografía mental por si desaparece poder recordar qué ropa llevaba puesta”, dijo Maricela Ortiz, fundadora de la organización ‘Nuestras hijas de regreso a casa’ en dicha ciudad y una de las invitadas de la exposición ‘Ni una más’, que busca crear en Filadelfia conciencia social sobre los brutales feminicidios.

Aunque la violenta guerra entre los carteles de la droga ha cubierto de sangre las calles de esa frontera, los crímenes contra mujeres jóvenes con similares características físicas datan desde 1993.

Desde ese entonces más de 700 mujeres de entre 12 y 22 años, en su mayoría trabajadoras de fábricas ensambladoras han desaparecido. Las víctimas tienen rasgos similares: Delgadas, de cabello largo, labios gruesos y bonitas en general. Los restos de la mayoría de ellas han sido encontrados en lotes baldíos a las afueras de la ciudad con signos de tortura y violación. 

“Sin duda la violencia extrema ha sido una pantalla para Juárez hacia el mundo, pero los feminicidios no han parado, al contrario se han incrementado. Ha habido un cambio en el patrón de matar y ahora la autoridad se los adjudica al crimen organizado, con eso es suficiente para no investigar”, agregó Ortiz.

Tan sólo en lo que va del año, 130 mujeres han sido asesinadas, y dichos crímenes permanecen impunes. Según la activista no parece que haya un remedio a la situación, “muchas mujeres no tenían nada que ver con el crimen organizado y la droga, pero en una ciudad en la que las autoridades tienen el poder y la voz en los medios nada se puede hacer”.

Cuando el mensaje de desesperanza de una comunidad que ha aprendido a vivir en el infierno llegó a oídos de Abbie Dean, ella decidió que Estados Unidos y el mundo tenía que saber lo que estaba pasando. Es así como esta curadora de la Universidad de Drexel vio la oportunidad de pedir justicia social a través del arte con ayuda de Amnistía Internacional.

Dean logró reunir alrededor de 70 trabajos de 20 artistas internacionales incluyendo a Yoko Ono y también a Frank Bender,  el artista forense que trabajó en Ciudad Juárez reconstruyendo rostros a partir de cráneos. La exposición durará dos meses e incluirá conciertos, películas y el evento principal: ARTMARCH.

“Habrá una exposición única en la que 700 jóvenes estudiantes de Drexel se vestirán con camisetas rosadas, llevarán un prendedor que dice “Sanar” donados por Ono, y cada una tendrá un nombre en memoria de una chica muerta. Mientras marchen gritarán el nombre por las calles de Filadelfia. Se espera se será una marcha muy impresionante y emotiva”, señaló Dean.

“Crear es lo opuesto a destruir”

“Me parece estupendo este tipo de eventos. Es increíble que se hagan acciones en todas partes del mundo ante esta problemática, menos aquí (Juárez) que es donde se debería de hacer”, dijo Diana Washington Valdez, reconocida periodista de El Paso Times e invitada especial en la marcha. La reportera, quien ha asistido a más de 36 ciudades en diferentes países en los últimos años para hablar de este tema, dijo que en la región nunca ha habido una conferencia, movilización o evento a la escala que ha visto en otros lados y lo atribuye a la sensibilidad política.

“Tal vez es por no querer ofender a los funcionarios de alto nivel del otro lado”, expresó.

“¿Qué hace uno ante tanta muerte, tanta destrucción, tanta tristeza, tanta muerte? El arte es una manera de contrarrestar porque es algo creativo, es lo opuesto”, dijo Washington. 

La periodista ha investigado los asesinatos desde 1999 y escribió el libro “Cosecha de mujeres: Safari en el desierto mexicano”, el cual ofrece cinco líneas de investigación que el FBI apoyó. El libro dice que los culpables son dos o más asesinos en serie, dos pandillas, una camarilla de hombres poderosos, narcotraficantes e imitadores.

Reacción de los estudiantes: “No puedes evitar involucrarte”

Para la estudiante de postgrado en Drexel y asistente de la exposición, Filiz O’Brian, esta ha sido una experiencia reveladora ya que no se imaginaba que jóvenes como ella, estudiantes y trabajadoras pasaban por esto en el país vecino.

“Una vez que lees y te enteras del tema no puedes evitar involucrarte. Es difícil ignorar algo tan fuerte, y lo he visto en los estudiantes como se interesan y se apasionan por ayudar”, dijo O’Brian.

Por su parte, Ortiz quien ha recibido amenazas de muerte por su activismo, aseguró que mucha gente está empezando a conocer lo que sucede en Ciudad Juárez porque ya no se puede ocultar esta serie de atropellos a la ciudadanía, pero nunca se conocerá en su exacta dimensión. “No merecemos esto, el máximo deseo es que ni una sola familia vuelva a sentir este dolor. Hay madres que después de 15 años de la desaparición de sus hijas aún las esperan mirando por la ventana. Están muertas en vida”.

Le pone rostro a cráneos de cadáveres

A partir de un cráneo de un cadáver, el artista forense Frank Bender puede reconstruir el rostro de una persona, saber cómo se peinaba y cómo eran sus expresiones. Bender es originario de Filadelfia, pero trabajó durante dos años en Ciudad Juárez reconstruyendo los rostros de jovencitas desaparecidas. El artista exhibirá uno de los rostros que trajo de México.

Comenzó en la Policía de Filadelfia, con el FBI, el programa America’s Most Wanted y con el gobierno de México y Egipto. Sin embargo, su experiencia con el gobierno mexicano en las investigación de los feminicidios le dejó el mal sabor de boca de la injusticia y la corrupción.

Todo comenzó cuando fue invitado a la conferencia Internacional de Forenses en Chihuahua, México, y el fiscal general y gobernador del estado lo invitaron a participar en la investigación en el 2003.

“Fui la primera persona de los EE.UU. que realmente se metió a ver qué estaba pasado. En resumen logré identificar a tres mujeres, pero al ver esto las autoridades no quisieron que se confirmara nada y detuvieron la investigación. Fue obvio que era puro ‘show’ que yo estuviera ahí”, dijo Bender.

Bender no tenía autorización de sacar cráneos afuera de México. “Si hubiera podido traerlos a EE.UU. otras personas hubieran podido cooperar conmigo. Si pudiera resumir la problemática allá diría incompetencia por diseño, es decir que las reglas, la investigación está diseñada para fracasar”, dijo Bender.

“Mientras no se renueven las reglas será un completo caos porque las reglas han sido establecidas de esa manera”, agregó.

La experiencia de Bender en la frontera quedó plasmada en el libro de Ted Botha, “La chicha con la nariz torcida” (The Girl with the Crooked Nose), una novela en la que el drama de la realidad supera cualquier historia de ficción. “Bender realizó su trabajo en una cultura de corrupción y violencia donde la línea entre los criminales y las autoridades es borrosa”, dice el libro.

“El día que llegó la familia a reconocer el rostro de la chica con la nariz torcida me di cuenta del miedo que la gente le tiene a las autoridades”, dijo Bender.

El artista recuerda que cuando la familia entró, de inmediato se dio cuenta de que la madre y la hermana también tenían la nariz torcida. “No había duda era su hija. Y ellos le dijeron al oficial, si usted dice que es mi hija me deja llevármela para enterrarla. Además del dolor la gente tiene miedo de las propias autoridades”, dijo Bender.

Para este experto de reconstrucción de caras, si los estadounidenses pudieran entender la situación de desesperación que viven las personas en Chihuahua no los juzgarían por no querer vivir ahí, ni mucho menos crearía leyes anti-imigrantes como la de Arizona.

 “Entendí por qué vienen, aman su país, pero viven en total miedo en un país manejado por los carteles”.