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Ajedrez cibernético, otro combate hombre-máquina

El Campeón Mundial, Gary Kaspárov, reflexiona sobre la influencia del ajedrez de ordenador en el juego de los humanos.

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En 1985 el campeón mundial de ajedrez Gary Kaspárov se enfrentó simultáneamente a 32 ordenadores especialmente diseñados para el juego. Kasparov salió victorioso en cada uno de los computadores, 32 a cero fue la marca que dejó en una de las primeras oportunidades en las que el hombre se enfrentó a la máquina en un juego de ajedrez.

En 1996 Kasparov venció al programa Deep Blue, desarrollado por IBM, por un estrecho margen. En la revancha, un año después, el Deep Blue (con el doble de capacidad de procesamiento) volvió recargado y se llevó una victoria que fue considerada histórica; el sometimiento de la humanidad ante los computadores todopoderosos, fue la premisa que quedó flotando en la mente de los jugadores y de los diseñadores de software.

Sin embargo, otra cosa que quedó en claro en el combate hombre - máquina, fue que, aunque el procesador puede calcular millones de jugadas posibles en segundos, no es capaz de jugar con la creatividad e intuición de los humanos; en otras palabras el computador es inteligente en el sentido en que lo es un reloj despertador programable.

Contrario a lo que todos pensaron, la solución final para este complejo juego estaba lejos de encontrarse. El desarrollo computacional de la teoría del juego ha arrojado consecuencias tanto positivas como negativas. Por un lado, los niños de países sin tradición ajedrecística pueden iniciarse en el juego en uno de los tantos programas y enfrentarse a los “grandes maestros”sentados en su escritorio. Por el otro, la preponderancia numérica del juego de las máquinas parece estar transformando el juego de los humanos.  La disponibilidad de bases de datos con millones de partidas y un contenido ilimitado de teoría a un clic de distancia, ha logrado que los jóvenes aprendan a jugar mejor y más rápido.

En 1958 Bobby Fischer se convirtió en Gran Maestro a los quince años, estableciendo un récord mundial. En la última década, lo han roto en veinte ocasiones y en la actualidad lo ostenta Sergey Karjakin, ucraniado que alcanzó el título mundial a los doce años. El hecho de que ajedrecistas cada vez más jóvenes consquisten títulos mundiales despertó la curiosidad de los expertos y los no expertos; empezaron a adjudicar cuotas de la alimentación, la memoria fotográfica, la capacidad de anticipar y analizar jugadas en la efectividad del juego  y en el éxito en las partidas.

Pero otro experimento ajedrecístico, en el que los maestros y los ordenaradores jugaron de manera cooperativa, demostró que los computadores son buenos en lo que los humanos fallan y viceversa. Demostró que no es la capacidad de anticipar miles de jugadas en poco tiempo, necesariamente, la receta de la victoria perfecta. La dedicación, la constancia y la concentración son talentos imprescindibles en esta disciplina, pero son definitivamente la intuición, la creatividad y la capacidad de arriesgarse lo que le da la delantera a los humanos en el combate contra las máquinas.

Así lo reportó El Malpensante