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Fracasa intento de taponar pozo de BP con caja de cemento

La caja que se instaló en el Golfo de México no funcionó debido a que se formaron cristales de hielo que taparon la cúpula de la estructura.

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El primer intento de sellar con una caja de acero y cemento el pozo de petróleo causante del vertido en el Golfo de México no funcionó, debido a que se formaron cristales de hielo que taponaron la cúpula de la estructura.

"No podemos decir que hayamos fracaso todavía (con la caja), pero sí que puedo decir que los intentos que hemos desarrollado hasta ahora no han funcionado", dijo en rueda de prensa el director de operaciones de British Petroleum (BP), Doug Suttles.

La instalación de esta caja, de unas 100 toneladas de peso y la altura de un edificio de tres plantas, es una de las grandes esperanzas para canalizar el vertido incontrolado de este pozo, que arroja cada día al mar unos 800.000 litros de petróleo.

La caja tiene en la parte superior una cúpula, de la que sale una tubería a través de la cual se quiere bombear el petróleo hacia un barco en la superficie, con capacidad para acumular hasta 128.000 de barriles de crudo (20,4 millones de litros).

Anoche, tras una larga y costosa operación, se pudo finalmente colocar la caja sobre el pozo de petróleo, a 1.500 metros de profundidad, pero hubo que apartarla a un lado al comprobarse que que se estaban formando cristales de hielo que taponaban la cúpula, explicó el directivo.

En la formación de esta especie de cristales de hidrógeno, explicó, han influido las bajas temperaturas y la presión que existe a esa profundidad, así como la presencia de gas natural en la salida del pozo.

"La apartamos a un lado mientras decidimos como solucionar este inconveniente que ha surgido", dijo el directivo de BP, quien recordó que la instalación de esta estructura era una iniciativa que nunca se había llevado a cabo a tal profundidad, por lo que era lógico que surgieran problemas.

En paralelo, BP está avanzando en la perforación de un pozo alternativo, cerca del otro, que serviría para inyectar un líquido más pesado que el petróleo que actuaría como una especie de tapón e impediría que el crudo siga fluyendo a la superficie.

Se calcula que el pozo ha vertido al mar 31 millones de litros de petróleo desde que se hundió la plataforma de British Petróleum, el pasado 22 de abril, dos días después de estallar.

El directivo de BP no quiso confirmar si la explosión se debió a la salida del pozo de una enorme burbuja de gas metano que se incendió, tal y como informaron este sábado medios estadounidenses citando un informe de la compañía.

"Mi papel es coordinar la respuesta al desastre, no estoy al tanto de la investigación interna que ha desarrollado la compañía", dijo.

Mientras tanto, y ya en la superficie del mar, prosiguen las tareas para tratar de contener la expansión de la marea negra, que amenaza todavía la costa de varios estados del sur de EE.UU..

Los equipos desplegados en el Golfo de México han utilizado hasta el momento un millón de litros de "dispersantes", unos productos químicos que tienen la capacidad de romper la estructura del petróleo, lo fractura y le hace hundirse en las profundidades marinas.

De esta manera, la mancha de petróleo desaparece de la superficie, con lo que se evita que se vean afectados las aves y los mamíferos marinos, y se contamine la costa.

Sin embargo, el uso de dispersantes no reduce la cantidad de petróleo vertido al mar, sino que solo lo sumerge, según ecologistas y expertos, que han advertido de las consecuencias desconocidas que estos productos pueden tener en la vida marina.

La Alianza Sureña para la Energía Limpia (SACE) ha denunciado que la aplicación de dispersantes, si bien evita el daño en aves y mamíferos, "tiene un potencial devastador para aquellos animales que no tienen que salir a la superficie a tomar aire, así como para todos los ecosistemas submarinos, como los corales".

"Dispersar el petróleo lo hace más difícil de recolectar. Además, la polución permanecerá en el medio ambiente y los organismos marinos estarán expuestos a ella durante décadas".

La organización ha cargado especialmente contra el uso de Corexit 9500, un compuesto que considera incluso más tóxico que el petróleo y que está asociado en altas dosis, según investigaciones, a "dolores de cabeza, vómitos y problemas reproductivos".

En declaraciones al diario Times Picayune, de Nueva Orleans, el profesor emérito de la Universidad de Luisiana en ciencias ambientales, Ed Overton, defiende la decisión de utilizar los dispersantes por ser "la menos mala".

No obstante, advierte de que "es imposible saber con certeza el impacto que va a tener en la vida marina".