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Recordatorio de valores americanos

El gobernador de Nueva York creó un panel para conceder perdones para inmigrantes que se encuentran a punto de ser deportados por cargos mínimos. 

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El gobernador de Nueva York David Paterson tomó un valeroso –e impresionante- paso esta semana para crear un panel para que conceda perdones para inmigrantes de Nueva York quienes ya se encuentran a punto de ser deportados por cargos antiguos ó mínimos. Dijo que desea inyectarle algo de equidad a un sistema “vergonzosamente y erradamente inflexible” sistema que expulsa a inmigrantes sin contemplación, sin siquiera considerar que la deportación podría ser errada e injusta.

La decisión del señor Paterson es una respuesta a la agresiva aplicación de las leyes de inmigración por parte del gobierno que han ampliado tremendamente la definición de “felonías agravadas” que obliga a los no ciudadanos a ser deportados obligatoriamente.

La categoría originalmente empleada para crímenes serios como asesinato y tráfico de drogas, hoy se aplica a una amplia gama de ofensas no violentas y triviales. Bajo la ley, ofensas menores por drogas o incluso “shoplifiting”-hurto en tiendas- pueden ser contadas como “felonías agravadas”, y este criterio para colmo se puede emplear retroactivamente. Inmigrantes pueden ser deportados por ofensas de hace décadas que no eran entonces “felonías agravadas”.

Las duras leyes se han combinado con una igualmente dura aplicación; la administración Obama ha arrestado y deportado a decenas de miles de inmigrantes con un celo que ha llegado a extremos.

En un caso, hoy ante las Corte Suprema de Estados Unidos, el gobierno sostiene que dos ofensas menores de un hombre de Texas –una por menos de 2 onzas de mariguana y la otra por 1 sola píldora de Xanax obtenida sin prescripción- lo convierten en “traficante de drogas” sujeto a deportación obligatoria sin derecho a una audiencia en la cual un juez pueda evaluar lo absurdo del caso.

El señor Paterson ha demostrado valor y sentido común en un momento donde el debate nacional sobre inmigración no muestra ni lo uno ni lo otro. Su movida está desprovista del radicalismo de Arizona, que aprobara recientemente una ley que convierte en criminales a cada persona indocumentada dentro de sus fronteras, y entregando tremendos poderes a la policía para arrestar a gente de quien ellos sospechen que están aquí ilegalmente.

Pero nos hace acuerdo inevitablemente del mal ejemplo de Arizona. “En Nueva York, creemos en la rehabilitación,” dijo Paterson, añadiendo que su panel de 5 personas examinaría los perdones juiciosamente, diferenciando las ofensas mínimas de los crímenes peligrosos. Su acción repudia la creciente creencia de que solo un control duro y rígido debe aplicarse a todo inmigrante que tenga cualquier conflicto con la ley, con el solo objetivo de expulsarlo.

Esto no es cómo los Estados Unidos, en sus mejores momentos, se trata a los recién llegados. Estamos agradecidos por este recordatorio proveniente del gobernador de Nueva York.

 

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