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El fabuloso Fab

Washington, DC—El mundo deseaba ardientemente ponerle nombre y rostro al chanchullo financiero de estos años. Era indispensable un malhechor de carne y hueso…

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Washington, DC—El mundo deseaba ardientemente ponerle nombre y rostro al chanchullo financiero de estos años. Era indispensable un malhechor de carne y hueso. Los jefazos de la banca —grises, viejos, predecibles— no bastaban. Bernie Madoff era una aberración, no una ficha central. Hasta que apareció el “Fabuloso Fab”.

O eso piensa la Comisión de Títulos Valores de los EE.UU. (SEC son sus siglas en inglés) que acusa de fraude a Fabrice Tourre, junto con Goldman Sachs, por una transacción de títulos vinculados a hipotecas de alto riesgo en 2007.

Fabrice tenía 29 años en aquel momento. Era un genio matemático con una maestría en investigación de operaciones y uno de los vicepresidentes de Goldman Sachs. Estructuraba productos financieros con nombre perturbador (“Abacus”), que comercializaba con clase. En correos electrónicos a su amigo en los que se autodenominaba “Fabuloso Fab”, predijo que “el edificio entero está a punto de derrumbarse en cualquier momento”. Se jactaba de que sería el “único potencial sobreviviente”. ¿Podía la SEC haber escogido un villano más perfecto?

Y sin embargo... la demanda contra el Fabuloso Fab y Goldman es un disparate. Pocos entendidos creen que vaya a prosperar en el respetado tribunal elegido. Si esta es la mejor forma en que el ente regulador puede fortalecer a Obama en su intento por reformar la legislación financiera y en que el primer ministro británico Gordon Brown, cuyo gobierno también abrirá un proceso, puede ganar las elecciones, empaquemos y mudémonos a Pandora.

La SEC alega que Goldman vendió a unos inversores “obligaciones de deuda colateralizada” (CDOs) por valor de más de mil millones de dólares vinculadas a hipotecas basura estructuradas a instancias de John Paulson, gestor de “hedge funds”, sin decirles que éste estaba involucrado y apostando en contra.

En 2007, Paulson pidió a Goldman que confeccionase otro de sus productos “Abacus”, mediante el cual se creaba un tipo de bono ligado a hipotecas basura. Se trataba de bonos “sintéticos”, lo que significa que el emisor no era dueño de los títulos hipotecarios a los que estaban vinculados sino que compraba y vendía seguros contra ellos. Dos inversores adquirieron este bono en particular: ACA, experimentada empresa que participó como “administradora” seleccionando los títulos hipotecarios que sirvieron de referencia a los CDOs, y IKB, un banco alemán familiarizado con estos productos.

La operación consistió, por parte de Goldman, en tres cosas: vender los bonos a los inversores, vender seguros de crédito a Paulson —la manera en que éste apostó en contra del producto— y comprar un seguro de crédito a ACA para compensar la transacción hecha con Paulson. Cuando las hipotecas colapsaron, los inversores perdieron, y Paulson ganó, más de mil millones de dólares. Goldman perdió 75 millones, pues había vendido a Paulson algo más de protección de la que había comprado a los inversores.

Lo que Paulson hizo —generar un producto para poder apostar en contra de la burbuja— fue una isla de sensatez en un mar de locura. Lo que hizo Goldman al intermediar entre vendedores y compradores informados es lo que hace todo “broker/dealer”. Lo que hizo Fabrice —comercializar el producto— es lo que exigía su cargo. En cambio, lo que hizo ACA —seleccionar las hipotecas basura con el asesoramiento de terceros y adquirir el producto creyendo que la burbuja era sostenible— es lo que personas como Paulson, que había estado predicando en el desierto, y Fabrice entendían como una locura. Y lo que hizo IKB fue seguir apostando por hipotecas contraídas por personas de escasa solvencia crediticia.

¿A quién preferiría usted trabajando en Wall Street: a los “genios” que alimentaron la burbuja o las mentes clarividentes que actuaron en su contra?

Los inversores que la SEC cree que fueron engañados tenían gran experiencia y eran plenamente conscientes de la naturaleza de los títulos hipotecarios subyacentes al producto. Numerosos documentos que les proporcionó Fabrice, incluido un prospecto de 65 páginas que mencionaba que Goldman podría apostar en contra, así lo prueban.

Goldman no reveló el papel de Paulson. No revelar a un cliente lo qué hace otro es....muy correcto. Hacer lo contrario, que es lo que la demanda de la SEC sugiere que Goldman debería haber hecho, no es ético. Ni ACA ni IKB habrían actuado de manera diferente si hubiesen sabido que Paulson, considerado un aguafiestas que iba contra la corriente, estaba apostando en contra. Lo importante es que ellos sabían que alguien apostaba en contra del mismo modo que ellos apostaban a favor. Así es como funcionan estas operaciones. Puede que Goldman haya hecho otras cosas mal en los años de la burbuja. Pero no ésta.

Y una última cosa: ¿cuántos de nosotros quedaríamos como modestos, prudentes y serenos si nuestras conversaciones con nuestro amigo fuesen publicadas urbi et orbi?

Alvaro Vargas Llosa es académico senior en el Independent Institute y editor de "Lessons from the Poor". Su dirección electrónica es [email protected].

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