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Greta Garbo, el permanente mito de la divinidad misteriosa

Distante, misteriosa, solitaria, bella, pero, sobre todo, divina. Veinte años después de su muerte, el mito de Greta Garbo, forjado en sólo dos décadas de…

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 Distante, misteriosa, solitaria, bella, pero, sobre todo, divina. Veinte años después de su muerte, el mito de Greta Garbo, forjado en sólo dos décadas de interpretaciones, sigue siendo objeto de admiración y análisis.

El 15 de abril de 1990 murió, a los 84 años, Greta Lovisa Gustafsson, la mujer que desde 1941, con apenas 36 años, se había escondido en un anonimato que le permitió descansar del escrutinio público y de tener que ser siempre “la divina” Greta Garbo.

“Quiero estar sola” fue la única y lapidaria frase que la Garbo pronunció cuando sorprendió al mundo cinematográfico con una prematura retirada, en su mejor momento, siendo la estrella mejor pagada de Hollywood y, sobre todo, la más admirada e imitada.

Una admiración basada en el misterio que siempre rodeó a la actriz, que lo fomentó con un aire frío y distante que la hizo ganarse el apelativo de “la que nunca se ríe”.

Su irrupción en Hollywood, tras cambiarse el nombre con el que nació en Suecia el 18 de septiembre de 1905, fue un cambio radical respecto a la imagen que se potenciaba en el cine americano de los años veinte, con heroínas débiles en búsqueda de protección.

Y Garbo estaba a años luz de esa imagen, de ahí que llamara la atención ya en su primera película americana, “Torrent” (1926), basada en la novela “Entre naranjos”, del español Vicente Blasco Ibáñez.

Esta primera incursión en el cine estadounidense demostró el magnetismo de la actriz en la pantalla y la razón por la que se había convertido en la mayor estrella de Suecia a sus 21 años y con sólo tres filmes en su haber.

Había llegado al cine por casualidad. Tras la muerte de su padre, cuando ella tenía 14 años, se vio obligada a dejar la escuela y a buscar un trabajo que encontró en unos grandes almacenes, donde pronto la utilizaron como rostro de sus campañas publicitarias.

Entre 1920 y 1922 participa en dos cortos y dos largos pero es en 1924 cuando incia su carrera meteórica en el cine.

Es fichada por el famoso director finlandés Mauritz Stiller -responsable de su cambio de nombre- para “La leyenda de Gosta Berling”, que fue la cinta que le abrió las puertas de Hollywood a través de su contrato con la Metro Goldwyn Mayer.

Ya asentada en California, tras “Torrent” llegarían “The temptress” (1926); “Flesh and the devil” (1926) o “The divine woman” (1928), con la que se ganó el sobrenombre de “divina” que la acompañaría para siempre.

Cautivó a los espectadores desde el cine mudo, un silencio que aplicó también a su vida privada, de la que poco o nada se sabía en una época en la que la vida de los actores de Hollywood era el principal entretenimiento de las revistas.

Y si en el cine mudo cimentó su carrera, fue el sonoro, con el descubrimiento de su grave voz el que confirmó su estatus de estrella.

Conseguiría otras tres pero sin triunfo alguno, lo que la asemeja a otras grandes estrellas e iconos de la gran pantalla, como Marlene Dietrich, Rita Hayworth o Marilyn Monroe.

Hollywood sólo le concedió una postrera estatuilla en honor a su carrera, en 1955, que ni siquiera acudió a recoger al estar ya apartada del mundo de las estrellas.

Un reconocimiento artístico que nunca acompañó al éxito de sus películas -como “Grand Hotel” (1932), “Queen Christina” (1933), “Anna Karenina” (1935), “Camille” (1936) o “Ninotchka” (1939)- o a sus “astronómicos” sueldos para los estándares del momento -llegó a cobrar 500.000 dólares por trabajo-.

A pesar de ello, su magnetismo parece no tener fin.

Los libros sobre su vida no dejan de aparecer, buscando detalles íntimos desconocidos y, a poder ser, escandalosos.

Su supuesta bisexualidad y su supuesta relación con otra de las divas, Marlene Dietrich, son dos de los temas más repetidos, quizás porque la Garbo nunca mostró al público su vida personal.

“Mi vida se ha desarrollado a través de escondites, puertas traseras, ascensores secretos y todas las maneras posibles de pasar desapercibida”, afirmó en una de las pocas entrevistas que concedió.

Un aislamiento que la acompañó durante toda su vida y que contrasta con el interés que aún hoy despierta su figura.