LIVE STREAMING

El reto de Guatemala en la postguerra antidrogas

A mediados de los años noventa, el general mexicano Jesús Gutiérrez Rebollo logró algo inimaginable. Como comandante militar en Guadalajara, arrestó sin…

MÁS EN ESTA SECCIÓN

Fighting Sargassum

Community Colleges

COMPARTA ESTE CONTENIDO:

Poco después, fue promovido a la posición más alta en la lucha contra narcóticos del país. En diciembre de 1996, el zar antidrogas de Estados Unidos, el general Barry McCaffrey describió a su contraparte mexicano como un hombre de “absoluta integridad”.

Dos meses más tarde, Gutiérrez fue arrestado por colaborar con uno de los más famosos capos de la droga de México. Hoy en día, cumple una sentencia de 71 años de prisión.

Sólo en épocas recientes la confianza entre los dos países se ha restablecido y la cooperación antidrogas a alto nivel se ha recuperado. El 23 de marzo, una delegación estadounidense encabezada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, viajó a México para evaluar el estado de la cooperación iniciada hace tres años, a un costo de 1.400 millones de dólares, destinada a ayudar a México a combatir los violentes carteles de la droga y el crimen organizado.

Desafortunadamente, más al sur del río Bravo la cooperación ha enfrentado embrollos similares al de Gutiérrez. En la vecina Guatemala, el Director de la Policía Nacional y la Jefa de la Sección Antidrogas fueron detenidos a comienzos de este mes en relación con un robo de cocaína. Seis meses antes, el jefe policial anterior también fue arrestado por un caso similar.

De la misma manera como los esfuerzos de erradicación e interdicción han servido de manera fundamental para empujar la producción de coca de una nación a otra, combatir a los carteles de la droga ha favorecido a que estos grupos narcotraficantes se trasladen a países más permisivos. Frank Mora, subsecretario adjunto de Defensa para Asuntos del Hemisferio Occidental, describió recientemente la reubicación de las mafias de la droga en Centroamérica como su peor “pesadilla”.

Los recientes arrestos en Guatemala demuestran la voluntad de enfrentar el problema. Como dijo el embajador de esa nación en Estados Unidos, Francisco Villagrán, en una entrevista esta semana: “Este no es un problema que nosotros llevamos a nuestro país”, pero el riesgo de ignorarlo si es muy propio.

Villagrán espera “iniciar una discusión más seria” con Washington sobre los requerimientos que tiene su país para enfrentar esta amenaza. En otras palabras, el Gobierno guatemalteco aspira obtener más recursos que los 15 millones de dólares que le otorga la Iniciativa de Seguridad Regional para Centroamérica.

La solicitud del alto diplomático guatemalteco y otras similares quizás no reciban la consideración de alto nivel que hubieran tenido en los años noventa. La política de la guerra antidrogas en Washington ha cambiado desde que dio apoyo sustancial a Colombia en 1999.

Algunos consideran que esto es alentador. Coletta Youngers, experta en política antidrogas de Estados Unidos, dijo en una entrevista que ese perfil más bajo “permite pensar más de manera estratégica, repensar la política” y reconocer que ha sido “un fracaso” en muchos frentes.

Políticos interesados en lucir más duros contra el crimen politizaron el tema de las drogas por años. Desde la era Reagan hasta los años de George W. Bush, muchos en Washington favorecieron sentencias obligatorias, la construcción de más prisiones y el gasto de millardos de dólares para combatir el tráfico de narcóticos en el exterior. Entre tanto, descuidaron la reducción de la demanda doméstica de estupefacientes y el tratamiento de la drogadicción en su propia casa.

Ahora hay una mentalidad distinta. En la nueva Estrategia Nacional de Control de Drogas que se promulgará próximamente se espera que la Administración Obama otorgue mayor énfasis a los temas de prevención y tratamiento, a la par que proponga la integración del atención a los adictos al sistema sanitario general.

La forma que Estados Unidos se refiere a las drogas con sus socios del hemisferio está cambiando también. “Nuestro mensaje es ahora mucho más integral”, dijo un alto funcionario del Departamento de Estado en una entrevista. “Antes, cuando hablábamos de antinarcóticos, parecía que estuviéramos protegiendo nuestros propios intereses. Ahora dejamos claro que se trata de aumentar la seguridad de todos en el hemisferio”.

Pocos esperan que la estrategia ante la producción y la oferta cambien rápidamente. Aun así, hay en el Congreso iniciativas dirigidas a que Estados Unidos opte por una visión más crítica. En diciembre, la Cámara aprobó unánimemente la creación de una comisión independiente para evaluar las políticas estadounidenses contra las drogas. También, a comienzos de este año, un comité del Senado aprobó reformar el enfoque punitivo en el sistema legal nacional.

Este contexto de cambio es alentador, pero ofrece poco consuelo inmediato para países como Guatemala, donde instituciones y fuerzas de seguridad pobremente financiadas se convierten en blanco fácil de organizaciones criminales. Guatemala tiene una de las tasas de asesinatos e impunidad más altas del mundo en la actualidad.

Ahora que Washington reconsidera su estrategia es también hora de que la élite guatemalteca reevalúe su compromiso con el futuro del país. Mientras la base impositiva en Guatemala permanezca por debajo de la de Haití y la carga sobre sus ciudadanos más ricos siga siendo insignificante, nada de lo que haga Estados Unidos podrá marcar una diferencia substancial.

00:00 / 00:00
Ads destiny link