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El Paraná, una gigantesca orquesta de vida

Sonidos graves, agudos, guturales... las profundidades del Paraná actúan como una gigantesca orquesta de vida.

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Sonidos graves, agudos, guturales... las
profundidades del Paraná actúan como una gigantesca orquesta de
vida, al menos para quien sepa dirigir semejante conjunto, como el
artista sonoro español Francisco López, que ha grabado los secretos
del río durante la expedición cultural Paraná Ra'Anga.

El trabajo de López, compositor de música experimental, se
traducirá este lunes en un concierto, en el Centro Cultural de España en
Asunción, en el que, como es habitual en él, no habrá escenario y un
público sentado en círculo de espaldas al artista y con los ojos
vendados podrá descubrir los misterios sonoros del río.

El objetivo, explica López en una entrevista con Efe, es hacer al
público en participe de la experiencia y ayudarle a sumergirse en
esta "realidad virtual" vivida en el Crucero Paraguay, un viejo
barco estadounidense de los años 40 reformado para la expedición
fluvial Paraná Ra'anga (El espíritu del Paraná, en guaraní),
auspiciada por la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo.

Sin formación musical y armado con un equipo de micrófonos y una
computadora, López, biólogo de formación y con más de sesenta discos
publicados, ha aprovechado la travesía fluvial de Buenos Aires a
Asunción del Paraguay, a una velocidad punta de 5 kilómetros por
hora, para recoger los sonidos ocultos de la expedición.

El Crucero Paraguay, el barco que transporta esta expedición
científico-cultural, se ha convertido en una "orquesta gigantesca"
que le ha regalado una amplia paleta de materiales sonoros con los
que trabajar.

Su sistema eléctrico, la madera que recubre paredes y suelos, su
estructura metálica, su sala de máquinas, se funden en la obra de
López con los sonidos subacuáticos, los gritos agudos de los peces,
sus variaciones graves, sus lamentos... todo forma parte de esa gran
orquesta de vida.

"Todo tiene una vibración distinta, un acústica distinta",
explica López, que tuvo que alejarse del barco en un lancha para
grabar con micrófonos subacuáticos las profundidades del Paraná sin
interferencias y captar sonidos que "ni siquiera los pescadores
conocen".

Este audioartista madrileño de 46 años lleva tres décadas volcado
en grabar los sonidos de la naturaleza y de las ciudades de todo el
mundo, no con un objetivo documental sino con una finalidad
artística.

"No estoy interesado en documentar la realidad sino en crear un
mundo virtual con sustancia de realidad, sólo con sonidos", asegura.

Su mayor interés es captar "los sonidos ocultos, que no
escuchamos" y que están en nuestra vida.

Una actividad, dice, similar a la de un cocinero porque "se
mezclan los ingredientes y se convierten en una unidad".

"Cada lugar tiene su sonido propio", sostiene el artista, que
dirige desde hace seis años un taller de arte sonoro en el Lago
Mamorí, al sur de Manaos, en el Amazonas, un "paraíso" para su labor
por la riqueza de su fauna.

También ha trabajado en el desierto, el lugar más difícil,
afirma, para grabar el viento que "distorsiona y requiere de una
preparación especial".

"Los desiertos tienen alta fidelidad, son ambientes tranquilos y
cuando ocurre algo es un punto en el vacío. Un insecto, un ave, es
un contraste con el silencio", recuerda tras su paso por los
desiertos de Australia y de la Patagonia argentina.

Lo más sencillo, por el contrario, es grabar el sonido de las
ciudades, especialmente de los edificios, "sus sistemas eléctricos,
sus ascensores, el ambiente".

Su próximo proyecto será la presentación, en Nueva York, de una
obra en la que lleva trabajando dos años con sonidos urbanos que se
escucharán a través de cientos de altavoces y mostrarán la cara más
desconocida de la ciudad.

"Me gustan los aspectos ocultos de los lugares, lo que no es
obvio", admite López, que se ha presentado en más de 60 ciudades en
"conciertos a medida" porque, en su experiencia, el resultado cambia
con el espacio y los equipos y cada recinto requiere de sus propios
sonidos.

"Preparar un concierto igual en distintos lugares es un error, el
espacio es decisivo", asegura este artista, que ha acuñado la
etiqueta "Música Concreta Absoluta" y que está preparado ahora para
dirigir la orquesta de la vida del Paraná.