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"Esperanza por América" se suma a la marcha del domingo

Organizaciones de todo tipo se siguen sumando a la "Marcha Por América" que tendrá lugar en Washington.   

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La
movilización nacional que atraerá a
Washington a unas cien mil personas este domingo refleja el hartazgo
de la comunidad inmigrante con promesas incumplidas y la inacción
del Congreso para poner en marcha una reforma migratoria integral.

Pese
a la buena del presidente Barack Obama y los líderes del
Congreso a favor de una reforma, hay un hecho irrefutable: el plan
reformista no se ha movido un ápice en la Cámara de Representantes y
en el Senado apenas se elabora un borrador.

Grupos
evangélicos hispanos presentaron la campaña
nacional "Esperanza por América", arguyendo que es hora de que el
Congreso escuche "el clamor del pueblo".

"Rechazamos la noción de
que los conservadores no apoyan la
reforma migratoria... el propósito de Esperanza por América es que
el Congreso escuche que más del 60 por ciento de los estadounidenses
apoya la reforma", explicó en rueda de prensa el reverendo Luis
Cortés, presidente del grupo Esperanza que reúne a más de 12.000
congregaciones y comunidades de base.

Cortés estuvo acompañado
por el senador demócrata Bob Menéndez,
el legislador republicano Mario Díaz Balart, y otros líderes
evangélicos y conservadores.

Más allá de frases bonitas, los
grupos pro-reforma de todos los
sectores de la sociedad civil exigen resultados este mismo año.

A
juzgar por la acritud del debate sobre la reforma de salud
-otra de las promesas de Obama en 2008-, el bipartidismo es sólo una
quimera y ambas iniciativas afrontan una lucha cuesta arriba.

Obama
ha pedido "valentía" al Congreso para que apruebe la
reforma de salud, pero la comunidad inmigrante se la pide a él en el
tema de la reforma migratoria.

El domingo pasado, el senador
republicano Lindsey Graham aconsejó
a Obama que deje los discursos y se ponga manos a la obra.

"Presidente
Obama, lidere...elabore un paquete para una reforma
migratoria integral. Preséntelo al Senado y a la Cámara de
Representantes y vea cuántos partidarios demócratas y republicanos
puede conseguir", aconsejó Graham en un programa de la cadena ABC.

Graham
y el senador demócrata Charles Schumer se reunieron con
Obama la semana pasada para analizar cómo avanzar en la reforma,
pese a que ningún otro republicano ha salido a apoyarla.

Según
Graham, el proyecto en ciernes en el Senado incluiría
medidas para la seguridad fronteriza, el establecimiento de una
tarjeta de Seguro Social biométrica, un programa de trabajadores
huéspedes y un plan de legalización.

Obama quiere ayudar a
resolver las trabas actuales en el diálogo
migratorio, pero no ha fijado plazos y los grupos pro-reforma le
piden que invierta más capital político.

De cara a los comicios
de noviembre, el panorama es sombrío: hay
pugnas, por ejemplo, entre el empresariado, que apoya un programa de
trabajadores huéspedes, y la federación sindical AFL-CIO, que se
opone a éste.

Al igual que con la fallida reforma de 2007, la
mayoría de los
republicanos se muestra inapetente para semejante aventura.

Los
republicanos, y algunos demócratas en distritos
conservadores, afrontan presiones de grupos que, opuestos a una
"amnistía", sostienen que en EEUU debe prevalecer "una sola bandera
y un solo idioma".

Sus quejas son las de siempre: los
indocumentados son una amenaza
para la soberanía nacional, son una carga pública y "roban" empleos
a ciudadanos y a residentes legales y eso, cuando hay 15 millones de
desempleados, les resulta intolerable.

No debe extrañar entonces
la renuencia de Graham, que representa
a un distrito conservador en Carolina de Sur.

Si los negros
pagaron con sangre por sus derechos civiles en la
década de 1960, ahora la comunidad inmigrante paga por un maltrecho
sistema migratorio con redadas, deportaciones y la fragmentación de
sus familias.

Se calcula que más de 5.600 inmigrantes han muerto
en la frontera
sur en los últimos 15 años, en su intento por alcanzar el "Sueño
Americano" en tierras lejanas.

La marcha será otro recordatorio a
la clase política de que los
inmigrantes, con un creciente peso político, buscarán congruencia
entre su retórica y los hechos: si otra vez fracasa la reforma,
depositarán su descontento en las urnas.

En ese caso, los
republicanos tendrían cada vez menos apoyo entre
los hispanos y el escaño de Massachusetts no sería la única pérdida
de los demócratas este año. Quedan advertidos.