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Ecuador perdona pero no olvida ataque colombiano

Quito mira hacia adelante tras dos años del ataque militar contra un campamento de las FARC.

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A dos años del ataque militar colombiano
contra un campamento clandestino de las FARC instalado en Ecuador,
el Gobierno de Quito no olvida lo que consideró una violación
territorial, aunque, por interés de ambos pueblos, intenta cerrar la
herida y mirar hacia el futuro.

Ecuador confía en que Colombia nunca más vuelva a incurrir en una
operación como la del 1 de marzo de 2008, cuando bombardeó, sin
aviso ni permiso de sus vecinos, la zona selvática de Angostura, en
la Amazonía ecuatoriana, donde la guerrilla de las FARC había
instalado un campamento clandestino.

"Jamás olvidar" la agresión, ha pedido el presidente ecuatoriano,
Rafael Correa, a sus compatriotas, aunque ha señalado también que
ahora, por el interés de los pueblos, es necesario mirar hacia el
futuro y tratar de recomponer plenamente la relación bilateral.

Y es que dos días después de la operación militar colombiana,
Correa anunció la ruptura relaciones y emprendió una campaña
internacional para denunciar la violación de la soberanía nacional.

El mandatario colombiano, Álvaro Uribe, hizo lo propio para
tratar de justificar la operación y advertir de la supuesta relación
del Gobierno izquierdista de Correa con las rebeldes Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC).

Al menos dos ex altos cargos del Ejecutivo ecuatoriano se vieron
envueltos en las denuncias colombianas, aunque Correa siempre
rechazó las imputaciones, casi todas surgidas de unos computadores
que los militares colombianos rescataron del sitio bombardeado.

Esos aparatos, según Colombia, pertenecían al entonces "número
dos" de las FARC, Luis Édgar Devia, más conocido como "Raúl Reyes",
abatido en la operación en Angostura junto a otras 25 personas,
entre ellas un ecuatoriano y cuatro universitarios mexicanos.

Los computadores supusieron, en su momento, una especie de caja
de pandora, que llevó al límite las relaciones bilaterales, aunque
con el tiempo bajó la intensidad, gracias a los buenos oficios de la
Organización de Estados Americanos (OEA) y del Centro Carter, que
dirige el ex presidente estadounidense Jimmy Carter.

En septiembre pasado, en Nueva York, el entonces canciller
ecuatoriano, Fander Falconí, y el colombiano, Jaime Bermúdez,
decidieron recomponer la relación y trazaron una hoja de ruta.

De momento, ambos Gobiernos han logrado designar a sus encargados
de negocios, agregados militares y han reactivado una comisión
castrense bilateral para atender eventuales problemas en la caliente
zona fronteriza.

El siguiente paso es el tratamiento de los "temas sensibles", los
problemas más difíciles, que incluyen requerimientos de Ecuador yColombia para despejar las dudas cernidas sobre el ataque.

Ecuador, sobre todo, requiere información del ataque y una mayor
presencia militar colombiana al otro lado de su frontera, donde
operan los irregulares armados; mientras Colombia quiere que la
Justicia ecuatoriana entierre los procesos por asesinato imputados a
altas autoridades que dirigieron la operación, excluido Uribe.

Como coincidencia, Colombia anunció la entrega al Centro Carter
de la información pedida por Ecuador, mientras que el juez
ecuatoriano encargado del caso se abstuvo de continuar con el
proceso y decidió sobreseer los casos contra el ex ministrocolombiano de Defensa Juan Manuel Santos y otras autoridades
militares de ese país.

Además, en menos de un mes se reunirá la comisión bilateral de
"temas sensibles" para avanzar el proceso y explorar la posibilidad
de la designación de los respectivos embajadores, lo único que falta
para que, en lo formal, se reanuden las relaciones.

"Es claro que nuestros pueblos, Colombia y Ecuador, siempre han
sido hermanos y por el bien de nuestra población, necesitamos
normalizar estas relaciones", sostuvo en los últimos días el
mandatario ecuatoriano, que no oculta el pesar que le causo el
ataque del 1 de marzo de 2008.

"El presidente Uribe ha pedido, al menos en tres ocasiones,
disculpas al país (pero) no ha sido suficiente... No se trata de
bombardear y pedir disculpas... No es más fácil pedir disculpas que
pedir permiso", agregó el gobernante ecuatoriano.

A dos años de ese acontecimiento, Correa asegura además: "Creo
que (los ecuatorianos) respondimos con toda dignidad" y esperamos
"que nunca más vuelva a ocurrir" algo parecido.

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