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Una ambulancia atorada en tráfico

    ¿Dónde quedó el paciente en el debate sobre la reforma al sistema de salud en Estados Unidos?     Diera la impresión de que por las calles de Washington, D…

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    ¿Dónde quedó el paciente en el debate sobre la reforma al sistema de salud en Estados Unidos?

    Diera la impresión de que por las calles de Washington, D.C. circulara una ambulancia con un enfermo grave en su interior y la sirena ululara a todo volumen y nadie se apartara del camino ni despejara el paso. La ambulancia pareciera atrapada en un embotellamiento de tráfico sin posibilidad alguna de llegar al hospital con el paciente.

    Diera la impresión de que los políticos, y siguiendo la comparación con el tráfico, discutieran de todo y sobre todo, sin compasión alguna por el pobre cristiano transportado al hospital en la ambulancia y en grave estado de salud.

    En este atrolladero, el encamillado posiblemente rogaría e imploraría: ‘déjenme pasar, sálvenme la vida y después hablamos todos de los problemas que tenemos que solucionar. Puedo ayudar más vivo que muerto’.

    Y eso mismo parecieran decir aproximadamente 46 millones de estadounidenses, incluyendo cerca de 15 millones de latinos y 9 millones de niños, que carecen de seguro médico. “Déjense de averiguatas y ayúdenme a obtener un seguro médico que me mantenga saludable para continuar contribuyendo a la grandeza de este país”.

    Pero nadie parece escuchar a ese enfermo postrado en la camilla de la ambulancia, que pudiera convertirse en su lecho de muerte.

    En Washington se debate hoy cómo hacer para reformar el sistema de salud en el país. Los políticos saben que el sistema está en crisis y saben también que deben dejar pasar esa ambulancia atascada en el tráfico con un paciente grave en su interior. Y saben que el pueblo quiere que se haga algo.

    Pero difieren en cómo hacerlo. Y permanecen atorados, como lo han estado durante 13 meses de discusiones sobre el tema.

    Sólo hay que escuchar lo que hablaron en esa reunión cumbre convocada la semana pasada por el presidente Barack Obama en la Casa Blanca para hablar de la situación. Republicanos y demócratas, por espacio de siete horas, hablaron, sin escucharse el uno al otro al parecer, de la necesidad de hacer una reforma integral y de la necesidad de hacer una reforma paulatina, “paso a paso”.

    Los demócratas abogaron por una reforma integral al sistema de salud que permita crear un seguro médico obligatorio, asegurar a 31 millones de personas sin seguro por medio de acceso al programa Medicaid y otros subsidios federales, y la creación de mecanismos que permitan controlar la escalada de costos médicos en el país.

    Los republicanos abogaron por un proceso más lento de reforma, reduciendo el abuso y fraude en Medicare, y la imposición de restricciones a las demandas por mala práctica médica. Cuestionaron la injerencia del gobierno en la operación del sistema, abogando porque las fuerzas del mercado sean las que se hagan cargo de esa tarea.

    Y esta semana, la ejecutiva principal de WellPoint, Inc. Angela Braly, defendió en el Congreso el incremento de 39% a las pólizas de seguro médico individual anunciado por su empresa en California. Otras casas de seguros han incrementado los precios de sus pólizas desde 18.5% hasta 56%, según reporta el Wall Street Journal.

    La señora Braly testificó en el Congreso que el incremento de sus pólizas se debía a los altos costos hospitalarios y médicos, al hecho de que, por razón del mal estado de la economía, muchas personas en buen estado de salud han optado por no comprar seguros, al alto nivel de desempleo que deja a muchos sin seguro médico y al hecho de que otros se refugian en la seguridad que ofrece el programa federal COBRA.

    Ambas cámaras del Congreso han aprobado ya dos proyectos de ley de reforma diferentes. El del Senado parece tener la mayor posibilidad política de llegar a buen puerto.

    Se espera que el presidente Obama anuncie el miércoles (3 de marzo) la decisión de los demócratas de proceder con la reforma integral sin la ayuda republicana y presentar el proyecto aprobado el año pasado por el Senado a la consideración de la Cámara para su aprobación y elaborar un proyecto separado en el que se solucionen las diferencias entre las propuestas de los dos cuerpos legislativos y someterlo a la aprobación de ambas cámaras, evitando así un bloqueo parlamentario republicano. Este proceso, conocido como “de reconciliación”, requiere de una simple mayoría para su aprobación.

    El balón quedará ahora en la cancha del electorado, a quien ya lo bombardean ambos lados del debate con anuncios televisivos que le piden presionar con llamadas a su congresista.

       Pero el votante haría bien en considerar lo que pide el paciente: facilidad y acceso a un sistema de salud confiable y asequible que le permita vivir y mantenerse saludable y no un sistema que no lo atienda, o si lo atiende lo arruina económicamente, haciéndolo más valioso muerto que vivo.

    Marzo será un mes crítico para la reforma de salud. El latino necesita participar e involucrarse en el proceso. El no hacerlo sería como dejar morir al paciente en la ambulancia. Hoy el país necesita de buenos samaritanos.

J. Gerardo López es un periodista independiente radicado en Los Angeles con tres décadas de ejercicio periodístico diario en español en Estados Unidos. Trabajó durante 27 años en La Opinión, y por nueve años fue el director editorial del diario. Durante cuatro años trabajó en Univision-Los Angeles. Nació en México y obtuvo una licenciatura en periodismo en la Universidad de California en Northridge.

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