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Un futuro verde para Haití

El ex presidente Bill Clinton ha promovido el uso de combustible alternativo para la preparación de alimentos en Haití, desde que fue nombrado enviado especial…

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El ex presidente Bill Clinton ha promovido el uso de combustible alternativo para la preparación de alimentos en Haití, desde que fue nombrado enviado especial de Naciones Unidas para la nación caribeña en 2009. Con lo que llama su “solución a centavo”, Clinton propone reemplazar el carbón de madera con unas briquetas cilíndricas hechas de papel reciclado, que son 80 por ciento más baratas para el consumidor y cuya producción crea diez a veinte más empleos.

La transición a esta fuente de energía alternativa es la respuesta inicial a la principal causa de deforestación en Haití: la tala de bosques para producir carbón vegetal y otros combustibles. En la actualidad, 99 por ciento de la superficie del país está deforestada. Ese hecho es algo que no debe olvidarse durante la reconstrucción de Haití.

Años de experiencia, innumerables proyectos y millones de dólares invertidos han demostrado que los árboles no son suficientes. Por ello, antes de que la reforestación pueda ocurrir, es esencial alcanzar un mejor manejo de tierras y conservación de suelos.

Campesinos haitianos tienen pocos incentivos para sembrar árboles. Incluso cuando éstos son donados, los agricultores son reacios a destinar una porción de sus parcelas diminutas para sembrarlos. Más aún, si se les da la opción, prefieren plantar árboles frutales que aquellos usados para combustible, postes o madera valiosa para construcción.

Normalmente, ese tipo de bosques se encuentran en tierras del Estado, pero que el Gobierno no puede manejar ni proteger de manera apropiada. Según Michael Benge, un experto agroforestal jubilado de la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos que empezó a trabajar en Haití a comienzos de los años ochenta, los bosques en Haití seguirán siendo talados más rápidamente de lo que pueden renovarse. A su juicio, esta tendencia se mantendrá hasta cuando la tenencia de esas tierras oficiales pase a ser responsabilidad de las comunidades aledañas.

Benge propone el uso de contratos y subcontratos de arrendamiento para comunidades e individuos, por medio de los cuales campesinos pobres adquieren interés en la restauración ambiental de sus tierras. Para mantener sus contratos a largo plazo, las comunidades deben hacer uso adecuado de la tierra y, talando árboles, por ejemplo, solo si siembran un retoño para reemplazarlo.

Su experiencia en Haití le ha enseñado que “los árboles por si solos no controlan la erosión”. Cuando la devastación ecológica es grande y la tierra es baldía, los árboles no pueden hacer milagros.

Como muchos otros especialistas alrededor del planeta, Benge propone el uso de vetiver, un pasto no invasor y de raíces profundas, que ayuda a mantener los nutrientes de la tierra y prevenir la filtración de agua. Cuando se siembra en setos, esta gramínea ayuda a aumentar el crecimiento y productividad de los árboles y los cultivos hasta en 50 por ciento. Un estudio realizado por científicos de la Universidad Texas A&M demostró que setos de vetiver sembrados en fincas y laderas ayudaron a reducir la erosión durante el huracán Mitch en Honduras.

La aplicación de cualquiera de estas ideas requerirá de acción y coordinación gubernamental. Sin embargo, es probable que pasará mucho tiempo antes de que el Gobierno haitiano, cuya infraestructura fue en gran parte destruida por el terremoto del 12 de enero, las considere o impulse seriamente.

Por fortuna, la innovación de las briquetas que Clinton hizo famosas no desapareció entre las ruinas. La fábrica que las produce es una de las pocas estructuras que permaneció en pie en el vecindario Carrefour-Feuilles en Puerto Príncipe. El proyecto es el resultado de una inversión sur-sur de un fondo creado entre Brasil, India y Sudáfrica.

Los 385 trabajadores del proyecto, 207 de ellos mujeres, sobrevivieron. Sus dos edificios y la maquinaria no sufrieron daños. Más allá de algunas dificultades para obtener combustible para camiones, la industria está de nuevo en operación y está ayudando a recuperar material reciclable de los escombros, según el embajador Gilberto Moura, director del Departamento de Mecanismos Regionales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil.

Como parte de la ayuda humanitaria, el Programa Mundial de Alimentos está comprando las briquetas para distribuirlas junto con sus paquetes de alimentos, con la idea de que los haitianos la usen para preparar sus comidas en los campamentos provisionales. Voceros del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, otro socio del proyecto, dijeron que están actualmente adquiriendo más maquinaria y personal para aumentar la producción de mil a por lo menos diez mil briquetas diarias.

El pasado de Haití está cubierto de buenas intenciones que fracasaron silenciosamente o no fueron suficientemente extensas para marcar una diferencia significativa. El hecho de que la producción de las briquetas de Clinton esté creciendo en medio de tanta destrucción es una buena noticia, no sólo para los damnificados del terremoto, sino también para el futuro sostenible del país.