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El salvareño de UPenn que estudió a mexicanos del sur

Es de CA, le interesan los inmigrantes y vive ahora en NY  

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Oscar Benítez junto con su madre Elda Hernández, a quien el joven atribuye sus logros    

A un lado de Hollywood (CA), en un barrio de inmigrantes, la vida está lejos de ser glamorosa. En medio de pandillas y drogas, Óscar Benítez sabía que lo único que lo sacaría adelante era el estudio. Hoy, graduado con honores de UPenn, el salvadoreño quiere seguir superándose al tiempo que ayuda a las comunidades pobres hispanas.

Su madre, Elda Hernandez, emigró del Salvador a principio de los años ochenta durante la Guerra Civil buscando una mejor oportunidad de vida. El 1987 se enfrentó al reto de ser madre soltera con la firme decisión de darle la mejor educación a su hijo al precio que fuera necesario. 

“Yo soy la esperanza de los dos. Mi madre siempre tuvo dos o tres trabajos, limpiando casas y planchando ropa”, dijo Benítez.

A espaldas del estadio de los Dogders, vivió siempre esta familia de dos, un lugar donde abundaba la pobreza y la falta de oportunidades.

“Pobres, pero enfocados en el futuro”

“No había escuelas públicas buenas alrededor, entonces me tomaba dos horas en autobús para llegar a Santa Monica High School, que era la mejor”.

El adolescente dejaba su casa a las 5:30 a.m., dormía un promedio de cinco horas diarias y todo su tiempo lo pasaba estudiando y practicando deportes, con la firme idea de ir a la mejor universidad.

“Siempre tuve mucha disciplina, mi madre me lo inculcó, y mientras ella trabajaba sin descanso seguía repitiendo que sin educación no somos nada”.

El trabajo rindió frutos, y el día de su graduación, Benítez recibió 19 becas de diferentes organizaciones como Hispanic Heritage y Gates Millenium.

Después de enviar solicitudes a 13 diferentes universidades, decidió que la Universidad de Pensilvania era la mejor opción, de donde se graduó en mayo del año pasado sin pagar un sólo centavo en colegiatura o gastos de vivienda.

El salvadoreño recibió un reconocimiento por su estudio del impacto de los mexicanos del sur en la economía de Filadelfia y actualmente trabaja en uno de los bancos mundiales más importantes de la Bolsa de Valores en Nueva York.

“Seguimos en la lucha”

El sacrificio continúa, ya que el joven trabaja de 70 a 105 horas semanales de lunes a domingo.

“Ahora lo que quiero es aprender lo más que pueda para poder aplicar mi conocimiento en las comunidades de inmigrantes”, dijo Benítez, quien envió un consejo a los estudiantes latinos: “Las oportunidades están ahí, sólo se necesita disciplina, paciencia y mucho sacrificio”.