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Nuevo reto para medidas de seguridad aerea

Tras intento de atentado,el sistema de control se recrudecerá en los aeropuertos del país.

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De nada han servido los 40.000
millones de dólares que EE.UU. ha invertido en mejorar los controles
de seguridad aérea desde el 11-S, pues ahora está de nuevo ante la
tarea de tapar el agujero por el que se ha colado, de nuevo, un
terrorista suicida en un vuelo comercial.

Desde hoy, tal y como anunció ayer el presidente Barack Obama,
los pasajeros se embarcarán junto con agentes de paisano armados y
los aeropuertos se poblarán de perros policía, escáneres de
detección de explosivos y puestos de revisión de equipaje de mano.

Se trata, según los expertos, en una nueva vuelta de tuerca a un
sistema que controla decenas de miles de vuelos cada día y que,
según mantuvo el fin de semana el Gobierno de Obama, funcionaba
"como la seda".

Pero algo ocurrió para que un joven nigeriano que figuraba en la
lista de sospechosos de terrorismo del Ejecutivo federal obtuviera
un visado de turista y se colara en un vuelo comercial con un
dispositivo explosivo sin que saltarán las alarmas.

"Hubo un fallo miserable" en el vuelo de Northwest
Amsterdam-Detroit, afirmó el lunes la secretaria de Seguridad
Nacional, Janet Napolitano, algo que secundó Obama al aparecer por
primera vez en publico desde Hawai, donde pasa sus vacaciones, para
explicar la respuesta del Gobierno.

Obama anunció una revisión completa de los sistemas de seguridad,
en momentos en que se intensificaban las medidas de control de
seguridad aérea en todo el país, lo que ha llevado a los pasajeros a
sufrir minuciosos registros corporales y de equipajes de mano.

Además de los perros policía y los agentes de paisano, las
fuerzas de seguridad estadounidense han desplegado en los
aeropuertos expertos en terrorismo atentos a las alarmas de otros
viajeros o a los movimientos de posibles sospechosos.

Es una escalada de seguridad en un sistema que fue remodelado
tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, en el que se ha
invertido, según The New York Times, 40.000 millones de dólares.

En estos ocho años, se han incorporado a los aeropuertos 45.000
empleados para controlar los arcos de detección de metales y se han
instalado 1.600 máquinas de rayos X para revisar las maletas
facturadas.

En el año 2004, la Agencia de Seguridad en el Transporte apostó
por la instalación de una nueva generación de maquinas, que costaba
cada una unos 160.000 dólares y que expedía aire sobre el pasajero
para detectar trazas de explosivos.

The New York Times aseguró que se compraron algo más de 200
máquinas, con la satisfacción de que la seguridad iba a
incrementarse enormemente, pero los aparatos se revelaron demasiado
sensibles para el entorno de polvo de los aeropuertos y cayeron en
desuso o se estropearon.

Los cambios que se han aplicado desde 2001 han sido obvios para
los usuarios de los vuelos comerciales, que han tenido que
descalzarse para pasar los controles, atravesar arcos adicionales de
seguridad y desprenderse de todo tipo de líquidos y objetos
punzantes antes de entrar en un avión.

Pero los expertos consideran que las nuevas medidas de seguridad
no han sido todo lo ágil que requiere el desafío de Al Qaeda, en
parte por problemas burocráticos, y también por las propias
reticencias de las compañías aéreas, que no querían empeorar su
propia crisis sectorial con medidas incómodas que disuadieran a los
viajeros.

A esto se han unido otros fallos, como la instalación de nuevas
máquinas de detección de explosivos que no llegan a identificar
determinadas sustancias.

Una de las principales recomendaciones de la Comisión
Parlamentaria instaurada tras los atentados del 11-S fue la creación
de un listado de sospechosos de terrorismos a la que se pudiera
echar mano a la hora de controlar quién sube a un avión.

Pero la ingente cantidad de nombres que se han incluido en esta
nómina, más de medio millón, y las quejas de las organizaciones
defensoras de las libertades civiles por la falta de rigurosidad en
su elaboración, la han hecho prácticamente inoperativa.

Tanto el funcionamiento de la lista como el de los dispositivos
de seguridad en los aeropuertos van a ser revisados, por orden de
Obama, para determinar qué falló en el caso de Umar Farouk
Abdulmutallab, y la consecuencia lógica será la creación de nuevas
medidas molestas para los usuarios y costosas para las compañías.

Una de las propuestas que ya se ha puesto en marcha es la
obligación de que los pasajeros no se puedan mover de sus asientos,
ni acceder a su equipaje de mano ni a sus aparatos electrónicos,
durante la primera y ultima hora de vuelo.

Hay quien propone la instalación de maquinas de rayos X para los
pasajeros en las que se revele toda su anatomía, con la consiguiente
crítica de los grupos defensores de las libertades civiles, que lo
consideran un ataque a la privacidad.

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