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Obama deja regusto de decepción en Latinoamérica

Analistas esperan más coherencia entre los buenos deseos expresados por el líder estadounidense y las acciones concretas en la región.

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Aún se recuerda la promesa del presidente estadounidense Barack Obama de forjar “una alianza de iguales” en la V Cumbre de las Américas, realizada en abril en Trinidad y Tobago. EFE

 

El entusiasmo que generó en América Latina la llegada de Barack Obama al poder hace casi un año dio paso a la realidad y dejó una sensación decepcionante en una región que, según los analistas, se había hecho demasiadas ilusiones.

El nuevo Gobierno de EE.UU. arrancó con fuerza en América Latina. Hubo visitas oficiales a la región tanto del presidente como de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y aún se recuerda vivamente la promesa de Obama de forjar “una alianza de iguales” en la V Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago.

Todo “eso creó la sensación de que habría grandes cambios, pero después se implantó la realidad”, indicó Peter DeShazo, director del programa de las Américas del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) y ex subsecretario de Estado adjunto de EE.UU. para América Latina.

En los últimos meses, la retórica de los líderes latinoamericanos hacia Obama y su política exterior ha subido de tono, especialmente después de junio, cuando se registró el golpe de Estado en Honduras y se conoció el acuerdo de cooperación militar entre Washington y Bogotá por el que tropas estadounidenses pueden usar bases colombianas.

Precisamente, uno de los principales puntos de fricción es ese acuerdo militar, que fue recibido por varios líderes de la región, entre ellos el presidente venezolano, Hugo Chávez, como una “amenaza” para la seguridad regional.

El otro punto se desató cuando Washington cambió, a ojos de la región, su postura sobre la crisis hondureña, generada tras el derrocamiento de Manuel Zelaya, y apoyó y aceptó como legítimas las elecciones del pasado 29 de noviembre, cuyos resultados no son aceptados por gran parte de la comunidad internacional.

Sobre la relación con EE.UU., el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo el mes pasado que Obama se olvidó de la región y reclamó más atención de Washington para Latinoamérica; mientras que Chávez opinó que el discurso conciliador del mandatario estadounidense ha sido “puro cuento”, y el líder boliviano, Evo Morales, aseveró que Obama “es peor” que George W. Bush.

Según Michael Shifter, del Diálogo Interamericano, el supuesto cambio de posición de Estados Unidos acerca de la crisis hondureña, junto a la polémica de las bases, han creado “un mal sabor” de boca y “cierta irritación” en las relaciones interamericanas, y han agriado el buen clima que se generó en Trinidad y Tobago.

El nuevo secretario de Estado adjunto para América Latina, Arturo Valenzuela, admitió recientemente que hay “divergencias y serias diferencias de fondo” entre EE.UU. y Latinoamérica, pero insistió en que hay más consensos de los que se piensa.

Para DeShazo, parte de la decepción actual se debe al tamaño de las expectativas creadas que, “probablemente eran difíciles de cumplir”. Y no hay que olvidar que, si bien Latinoamérica es importante para EE.UU., nunca ha sido una “gran prioridad” para Washington.

De esta opinión es también Cynthia Arnson, directora del Programa de América Latina del Centro Woodrow Wilson, para quien la decepción era “inevitable” debido tanto a lo alto que estaba el listón como a la pretensión de que “Latinoamérica se convertiera en una mayor prioridad”.

Arnson reconoció que todo ese “entusiasmo y sentimiento positivo” que había en la región con la llegada de Obama “ha disminuido”.

No en vano, recalcaron tanto DeShazo como Arnson, la ejecución de la renovada política de EE.UU. en la región se retrasó casi un año, dado que Valenzuela no pudo asumir el cargo hasta noviembre porque un senador republicano bloqueó su confirmación durante meses en rechazo a la respuesta de Washington a la crisis de Honduras.

Durante todo este tiempo, “no ha habido realmente una política” hacia la región, sino decisiones sobre la marcha aplicadas a casos concretos, “básicamente impulsadas por la inercia”, dijo Arnson.

Y en su opinión, el Gobierno de Obama “se apartó en varias ocasiones de su compromiso de trabajar sobre una base multilateral”, como en los casos de las bases colombianas y el de Honduras.

De todas formas, si bien, en opinión de esta experta, “éste no ha sido un año excepcional, tampoco ha sido otro (año) de desastre”, en referencia a la política del anterior Gobierno.

“Obama sigue siendo muy popular en la región”, dado que el 71% de los latinoamericanos tienen una opinión muy o algo favorable del presidente estadounidense, según el último Latinobarómetro, afirmaron ambos.

DeShazo ve continuidad en algunos aspectos, pero también diferencias -como en el caso de Cuba- en la política hacia Latinoamérica del ex presidente George W. Bush y de Obama.

“Habrá diferencias entre ambos Gobiernos, pero uno no debe esperar cambios en todas las direcciones, habrá también continuidad”, dijo.

No obstante, añadió, “Latinoamérica es importante y el Gobierno va a hacer un gran esfuerzo en forjar una relación buena y productiva” con los países.

De cara al próximo año, DeShazo desearía que EE.UU. afrontara los asuntos pendientes, como los Tratados de Libre Comercio con Colombia y Panamá, algo que Arnson no ve factible porque, dijo, “están casi muertos” por la crisis y la falta de empuje en el Congreso.

Lo que sí espera esta analista de Obama es “más coherencia entre el deseo expresado de marcar una diferencia y de seguir un curso más maduro, y la realidad”.

De cualquier forma, tal y como dijo el propio presidente Obama en la Cumbre de las Américas, construir una nueva alianza con la región “llevará tiempo”.