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Las elecciones más reñidas de la historia chilena

Aunque Michelle Bachelet se despide con una aceptación del 80%, la Concertación podría perder el poder que tiene desde 1990.

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El candidato a la Presidencia chilena de la oposición de derecha, Sebastián Piñera, elogia el legado económico de Augusto Pinochet, pero critica las violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura.

Sin la presencia de Augusto Pinochet, Chile celebra este domingo las elecciones más reñidas de su historia reciente, que afianzarán el reformismo progresista en Latinoamérica o abrirán paso a un gobierno conservador.

Los cuatro aspirantes a suceder a Michelle Bachelet en marzo de 2010 son el empresario Sebastián Piñera, de la opositora Coalición por el Cambio; el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, abanderado de la Concertación; el independiente Marco Enríquez-Ominami, y Jorge Arrate, representante de la izquierda extraparlamentaria.

Todas las encuestas indican que a pesar de ser el favorito, Sebastián Piñera no alcanzará la mayoría absoluta en la primera vuelta, por lo que tendría que enfrentarse el próximo 17 de enero al candidato que quede en segunda posición.

Aunque los sondeos apuntan al senador democristiano Eduardo Frei, paradójicamente “la mayoría de los electores cree que Marco Enríquez tiene más posibilidades de derrotar a Piñera”, explica Roberto Méndez, de la consultora Adimark.

La reñida pugna entre estos tres candidatos es, según los analistas, un reflejo de la escasa distancia ideológica que hay entre ellos: los tres buscan el apoyo de las clases medias y populares y los tres prometen que tomarán lo mejor del legado de la Concertación.

Con excepción de Jorge Arrate, ex ministro de Salvador Allende, ninguno de los candidatos plantea cambios radicales y todos apuestan por un reformismo moderado que en palabras de Piñera representa el “cambio”, para el ex presidente Frei está garantizado si hay “continuidad”, y para el candidato independiente Enríquez-Ominami requiere de “renovación”.

Elogian el pragmatismo de Lula da Silva y las reformas sociales de Michelle Bachelet y rechazan los caudillismos populistas porque consideran que socavan las estructuras del Estado democrático.

Lo que los diferencia es, sin embargo, la forma en que llegaron a la política y los apoyos con que cuentan.

Eduardo Frei Ruiz-Tagle es el heredero de una larga tradición familiar. Su padre, Eduardo Frei Montalva, fue uno de los presidentes más carismáticos de Chile y murió asesinado en 1982 por agentes del régimen militar de Augusto Pinochet, según se ha sabido esta misma semana.

Frei Ruiz-Tagle también fue presidente tras ser elegido en 1994 por mayoría absoluta, aunque los dos últimos años de su mandato tuvo que afrontar una difícil situación económica debida a la crisis asiática y muchos problemas políticos a raíz de la detención en Londres del ex dictador Pinochet.

Sin embargo, Frei cuenta con el apoyo de la presidenta Michelle Bachelet, y de las fuerzas socialistas, democristianas radicales y socialdemócratas que integran la Concertación por la Democracia, una coalición creada para derrotar a Pinochet en las urnas y que ya cumple dos décadas en el poder.

Como Frei, Sebastián Piñera también tiene raíces familiares democristianas, pero su vocación empresarial le apartó de la política activa hasta que ingresó en el partido de centroderecha Renovación Nacional.

Piñera cuenta también con el apoyo condicionado de la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente, formación próxima a sectores pinochetistas, y también con algunos disidentes de la Concertación y parlamentarios independientes.

Dueño de una fortuna personal valorada en mil millones de dólares, el candidato de la derecha elogia el legado económico de Pinochet, pero critica las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.

“Si Piñera gana, será un cambio importante en el sistema político, porque la derecha no accede al poder democráticamente desde 1958”, subrayó Mauricio Morales, del Observatorio Electoral de la Universidad Diego Portales.

Entre Piñera y Frei se ha colado Marco Enríquez-Ominami, un joven diputado hijo del guerrillero Miguel Enríquez, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), asesinado durante la dictadura.

Aunque procede de las filas de la Concertación, Enríquez-Ominami tuvo que renunciar al Partido Socialista para presentarse como candidato a la presidencia después de fracasar en su intento de que esa formación celebrara elecciones primarias.

Hijo adoptivo del senador Carlos Ominami, figura clave en los gobiernos de la Concertación, el llamado “diputado díscolo” representa las ansias de renovación y ha aglutinado un heterogéneo movimiento integrado por políticos desencantados del oficialismo, jóvenes profesionales y partidos minoritarios.

Sin posibilidad real de llegar a la presidencia a pesar de tener consolidado el apoyo de un sector del electorado, Jorge Arrate, ex dirigente del Partido Socialista y candidato por la coalición de izquierdas “Juntos Podemos”, ha propuesto a Frei y a Marco Enríquez Ominami un pacto para frenar el avance de la derecha

Ninguno de los dos ha aceptado públicamente el ofrecimiento, pero todos los analistas coinciden en que sea quien sea el que se enfrente a Piñera en la segunda vuelta, recibirá de buen grado un apoyo que será crucial para definir el ganador de las elecciones. 

Ejército chileno niega culpabilidad en crimen de ex presidente

Por otro lado, el Ejército de Chile negó el pasado miércoles tener alguna responsabilidad institucional en el homicidio del ex presidente Eduardo Frei Montalva, ocurrido en 1982, y sostuvo que las culpabilidades “son personales”.

El Ejército espera “que por el bien de Chile se llegue a la verdad y se aplique la plena justicia”, aseguró el comandante en jefe de la institución, general Ricardo Izurieta.

El pasado lunes el juez Alejandro Madrid procesó y ordenó el arresto de cuatro médicos, dos de ellos militares, y de dos antiguos agentes de organismos represivos, uno de ellos empleado civil del Ejército, por su presunta participación en el crimen.

El juez calificó de homicidio el caso, tras una serie de pericias que mostraron que el ex presidente (1964-1970) fue envenenado de forma paulatina con la introducción de diversos tóxicos en su organismo cuando permanecía en enero de 1982 ingresado en una clínica donde fue operado de una hernia.

Los implicados son el ex chófer de Frei Montalva, Luis Becerra; los patólogos a cargo de la autopsia del ex mandatario Helmar Rosenberg y Sergio González; los médicos Patricio Silva y Pedro Valdivia; y el ex agente Raúl Lillo.

“Las culpabilidades específicas obedecen a personas y no a instituciones”, dijo el general Izurieta.

“Aquí hay una posición institucional de hace mucho tiempo, en que el Ejército ha hecho actos muy claros, ha reconocido reiteradas veces la participación que le cupo durante el gobierno militar y las culpabilidades específicas obedecen a personas y no a instituciones”, precisó.

Según el abogado de la familia Frei, Álvaro Varela, la investigación debe proseguir hasta determinar todos los autores materiales e intelectuales del crimen que, a su juicio, debió ser concebido y ordenado por altos mandos del Ejército.