LIVE STREAMING

La urgencia de salir del vacío del medio

L’Atelier du Chocolat es una fábrica de chocolates gourmet en México, con $2 millones de dólares en ventas anuales y 63 empleados. Aunque cuenta entre sus…

MÁS EN ESTA SECCIÓN

Celebrando todo el año

Fighting Sargassum

Community Colleges

La lucha de las mujeres

COMPARTA ESTE CONTENIDO:

L’Atelier du Chocolat es una fábrica de chocolates gourmet en México, con $2 millones de dólares en ventas anuales y 63 empleados. Aunque cuenta entre sus clientes a Liverpool, una de las cadenas más grande de tiendas departamentales de México, L’Atelier du Chocolat solo puede proveer a siete de sus 130 tiendas.

“Para poder atenderlos tendría que invertir en maquinaria”, afirma la dueña, Marisol Alfaro. “Pero no tengo acceso a préstamos porque todavía no tengo el contrato”. Y Alfaro no puede conseguir el contrato mientras no pueda comprobar que tiene los medios para cumplirlo. “Es un círculo vicioso”, afirma.

L’Atelier du Chocolat es una entre millones de pequeñas y medianas empresas (PYME) latinoamericanas estancadas en el “vacío del medio”. Demasiado grandes para micro prestamistas, pero no suficiente para instituciones financieras tradicionales, las PYME luchan para obtener necesarios préstamos.

La brecha es tan grande que algunos líderes la califican como uno de los más significativos obstáculos del crecimiento y la generación de empleo. El ex Presidente Bill Clinton, cuya fundación pronto lanzará un fondo por $20 millones para las PYME en Colombia, recientemente le informó a políticos latinoamericanos, líderes de negocios y representantes de la sociedad civil en la Conferencia de las Américas del Miami Herald que “en el mundo, la más grande escasez de capital es en capital de inversión para negocios pequeños y medianos”.

Esto no es solo el resultado de la actual crisis financiera. Incluso en los días de mayor liquidez, las PYME permanecieron en general marginadas por instituciones financieras tradicionales. Según encuestas del Banco Mundial en 2006, en promedio solo una de cada cinco firmas en América Latina y el Caribe recibieron dinero de la banca para financiar inversión. En México, solo una en 38 recibieron dicha financiación.

“Lo vemos ciertamente como un segmento (de la población empresarial) que ha sido ignorado”, dijo Greta Bull, gerente del programa de acceso a financiación para América Latina y el Caribe de la Corporación Financiera Internacional, la rama dedicada al sector privado dentro del Banco Mundial. Es por eso que IFC, como se le conoce en inglés, y otros grupos, están intentando convencer a los bancos de que la financiación y la oferta de servicios bancarios a las PYME puede ser tan lucrativo como los préstamos a corporaciones.

Hasta ahora, sin embargo, bancos latinoamericanos que buscan nuevos mercados han mostrado de hecho más interés en prestarle a micro empresarios que a dueños de negocios pequeños o medianos.

Eso se explica fácilmente por el muy conocido retorno de la inversión en microfinanciación, en general, y por su historial de éxito en América Latina, en particular. Hace unas semanas, un nuevo rango mundial sobre micro préstamos del Economist Intelligence Unit reveló que de 10 países del mundo mejores “respaldados por sectores activos de microfinanciación y sólidos niveles de desarrollo institucional”, seis están en América Latina.

Algunas de esas instituciones financieras previamente enfocadas en micro préstamos, como el Banco de Crédito de Perú, han empezado a considerar la financiación de las PYME. Pero según observó Bull, siguen siendo “una cosa rara” en América Latina.

Una razón de ello, algunos dirán, es la informalidad: la mayoría de las PYME permanecen fuera del ámbito y la protección gubernamental. Como tales, los bancos las consideran demasiado arriesgadas. Pero claramente el éxito de la microfinanciación ha demostrado una y otra vez que la informalidad no es sinónimo de mora, sino todo lo contrario.

Una explicación más factible es que los bancos se apresuran a tratar a las PYME de la misma forma como lo hacen con grandes corporaciones. Los costos administrativos relacionados con préstamos, por ejemplo, representan impedimentos tanto para los bancos como para las PYME. Si los bancos utilizan el mismo laborioso proceso que usan para clientes corporativos, un préstamo por unos pocos miles de dólares siempre será menos atractivo que uno por varios millones.

Expertos en desarrollo proponen que los bancos utilicen otras formas de garantías, tales como inventario, para aprobar préstamos para las PYME. Las garantías más tradicionales, tales como estados financieros auditados, son simplemente muy difíciles de proporcionar por las PYME.

El año pasado, el gobierno de Guatemala intervino para facilitar préstamos a las PYME con la creación un registro de garantías para bienes movibles, como maquinaria. Pero según el informe anual del Banco Mundial de Doing Business, pocos países en la región han hecho esfuerzos similares.

Tal vez el reto más grande para los bancos es reconsiderar los términos de sus préstamos. Hoy, Alfaro necesita un préstamo de $1 millón de dólares. Para proveerlo, bancos mexicanos le piden $3 millones en garantías y cobran entre 24 y 26 por ciento de interés, dijo Alfaro. “Como la utilidad de la empresa es de un 30 por ciento”, agregó, “estaría trabajando para ellos”.

Alfaro, quien participó recientemente en la Conferencia para Mujeres Empresarias de Caminos hacia a la Prosperidad organizada por el Departamento de Estado, dijo que ha estado buscando bancos que entiendan la problemática de las PYME. Como resultado está ahora explorando la búsqueda de un préstamo de una institución financiera estadounidense – una dulce oportunidad perdida para un prestamista mexicano.