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Se apaga una voz por la justicia en América

Firme defensora de las libertades, fue censurada por la dictadura militar argentina (1976-1983) y se exilió en Europa, donde prosiguió con su trabajo con…

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Símbolo para varias generaciones, Sosa fue la cantante argentina más premiada y conocida en la región.       

Mercedes Sosa, conocida cariñosamente entre su público como “la Negra Sosa” y “la voz de América”, creó escuela en la música argentina y se convirtió en símbolo para una generación que sufrió la dictadura militar y luchó por el restablecimiento de la democracia en el país.

Los problemas de salud de Sosa, fallecida el pasado domingo en Buenos Aires a los 74 años, venían de lejos, aunque se agravaron en los últimos meses y a mediados de septiembre tuvo que ser internada debido a un problema hepático que le afectó los riñones y se complicó con una afección cardiopulmonar.

Nacida en San Miguel de Tucumán (noroeste argentino) el 9 de julio de 1935, Sosa comenzó muy joven su carrera artística y pronto se dio a conocer por su reivindicación de las raíces culturales argentinas, su presencia imponente y el tradicional poncho que utilizaba para sus actuaciones.

Con sólo quince años ganó un concurso radiofónico con su interpretación de la zamba “Triste estoy” y que sería el inicio de una trayectoria de renovación del folclore argentino que la llevó a fundar el “Movimiento del Nuevo Cancionero” junto a Manuel Oscar Matus, con quien se casó en julio de 1957.

En 1965 se separó de Matus, participó en la grabación de un disco de Ernesto Sábato y Eduardo Falú y grabó su primer trabajo, “Canciones con fundamento”.

Al año siguiente logró el primero de sus grandes éxitos “Zamba para no morir”, que le abrió las puertas de Estados Unidos y Europa para su primera gira internacional, en 1967.

La década de los 70 fue decisiva en la vida de Sosa, que comenzó una relación sentimental con el compositor Pocho Mazzitelli, se introdujo de lleno en el mundo cultural argentino y avanzó en su compromiso social en contra de la represión militar que se vivía en el país.

En febrero de 1978 falleció su pareja a causa de un tumor cerebral y, en octubre, el gobierno militar le prohibió cantar en lugares públicos.

Sosa se exilió en Europa, donde prosiguió su carrera musical hasta que regresó a Argentina, en diciembre de 1983, inmediatamente después de la caída de las juntas militares.

Un exilio que vivió en París y Madrid y que la cantante recordaría años después como un “golpe muy duro”. Tanto, que no vendió su apartamento en la capital española hasta 1997, cuando estuvo segura de que los militares no volverían al poder en Argentina.

Su vida fue “muy hermosa pero muy triste”, reconoció esta artista que se llegó a definir como “una sobreviviente de ignominias y enfermedades”.

Tras su regreso a Argentina, congregó a una multitud en un concierto junto Milton Nascimento y León Gieco y su vida quedó reflejada en el documental “Será posible el Sur”.

Su carrera continuó en ascenso hasta que en 1997 sufrió una grave depresión que la mantuvo varios meses en cama sin poder caminar y sin apenas comer y de la que logró salir convencida de que su misión en la vida era “unir a la gente”.

En 2001, pese a su popularidad, tuvo dificultades para encontrar una discográfica que grabara sus temas, pero el éxito volvió a sonreirle en 2005, cuando, tras un nuevo retiro forzoso de los escenarios por motivos de salud, volvió a la música con el disco “Corazón libre”.

Su último trabajo, “Cantora” -dos discos en los que participan artistas de la talla de Joan Manuel Serrat, Shakira, Caetano Veloso y Jorge Drexler, entre otros-, se convirtió este año en un éxito de ventas en Argentina y en un excelente regalo por su 74 años.

Durante su larga carrera, Mercedes Sosa ganó un disco de platino por “Gestos de amor” (1994) y tres premios Grammy Latino, y fue distinguida con múltiples reconocimientos por su labor en defensa de los derechos humanos y las libertades.