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Demasiada sal pasa factura sobre la presión arterial

La hipertensión descontrolada sienta las bases para desarrollar enfermedades del corazón y riñón, así como una embolia.

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El Instituto de Medicina de Estados Unidos recomienda consumir diariamente solo un tercio de los más de diez gramos que en promedio ingieren los estadounidenses.

En medicina, quizá nada describe de mejor forma la paradójica declaración “estar mejor y sentirse peor” que la hipertensión arterial. Pese a la una manera extraordinariamente fácil de detectarla, firme evidencia sobre cómo prevenirla y remedios probados para tratarla, más estadounidenses presentan hipertensión no detectada o pobremente controlada que nunca antes.

El envejecimiento de la población es una razón pero no la única, destacó el Dr. Aram V. Chobanian, experto en hipertensión por el Centro Médico de la Universidad de Boston. Como resumió el problema en una entrevista y en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra en agosto, los estadounidenses son demasiado sedentarios y gordos. Comen demasiado, particularmente sal, pero muy pocos frutos ricos en potasio y vegetales.

Las soluciones al problema de presión arterial requieren de enfoques en amplia escala; por parte de la opinión popular, el gobierno, la industria y profesionales de la salud. Varias medidas son similares a aquellas que han sido muy efectivas para reducir el tabaquismo; otras requieren de un mejor acceso, más costeable, al cuidado médico para todos los que están en riesgo, incluidos niños y los desempleados. Incluso otros más necesitan de la cooperación del gobierno, la industria y la opinión pública para mejorar la dieta estadounidense e incrementar las oportunidades del ejercicio que promueve la salud.

Nadie alega que las soluciones son baratas. Sin embargo, de no repararse este problema se convierte en un presagio de costes incluso mayores más adelante, ya que la hipertensión descontrolada sienta las bases para enfermedades astronómicamente caras del corazón y riñón, así como embolia; enfermedades que se solamente se volverán más comunes a medida que la población envejece.

Sacando cuentas

En otra época, la opinión médica que prevalecía era que la reducción de la hipertensión arterial era peligrosa debido a que privaría a los órganos vitales de la persona de una provisión apropiada de sangre. Sin embargo, unos cuantos investigadores pioneros en la medicina pensaron lo contrario y con el tiempo demostraron que la reducción de la alta presión arterial podría prevenir paros cardiacos, fallas del corazón, embolias, y la enfermedad renal, y salvar vidas.

Y a medida que los diversos estudios fueron llevados a cabo, fue quedando en claro que los números aceptados por largo tiempo para una presión arterial deseable eran demasiado altos para brindarle protección a la salud en el largo plazo.

Actualmente, se considera que el límite superior de la presión arterial normal es 120 sobre 80; se considera hipertensa a cualquier persona con una presión de 140 sobre 90 ó más. Quienes registran una presión intermedia son considerados pre hipertensos y deberían tomar medidas para bajar su presión arterial o, cuando menos, prevenir que aumente más.

De manera similar, hace ya largo tiempo atrás se pensaba que la presión arterial aumenta naturalmente con la edad. De hecho, el Estudio Framingham del Corazón demostró que cuando se estudió a personas de 65 años de edad cuya presión arterial estaba debajo de 140 sobre 90, aproximadamente 90 por ciento de ellos se volvieron hipertensos debido a que sus arterias se estrecharon y endurecieron con la edad, ocasionando que la sangre presionara con mayor fuerza contra las paredes arteriales.

Pero en muchas sociedades donde la obesidad es inusual, los niveles de actividad son altos y el consumo de sal es bajo, la presión arterial se mantiene baja a lo largo de la vida. Esta es la mejor pista que tenemos para los cambios necesarios en el estilo de vida a fin de prevenir enfermedades y muerte prematura causadas por la hipertensión.