Un empleado de la funeraria "Luquillo Funeral Home" confirmó hoy ante la Comisión de Asuntos del Consumidor de la Cámara de Representantes que esa compañía revendía sus ataúdes cuando los cadáveres iban a ser incinerados.

"Yo no puedo hablar de otras funerarias, pero en la que yo trabajé -"Luquillo Funeral Home"- sí se revendían los ataúdes", dijo, tras explicar que esperaban a que los familiares del fallecido se retiraran para sacar el cadáver de la caja mortuoria.

"Le poníamos una bolsa plástica y una sábana blanca al ataúd para que no se manchara y ahí colocábamos el cadáver; luego comprobábamos cuando se iba la familia y poníamos el cuerpo en una camilla. Se limpiaba el ataúd y lo guardábamos, y cuando llegaba alguien más para cremación se revendía", explicó.

El empleado, Wilfredo Fuentes Díaz, detalló además que la compañía llevaba a cabo exhumaciones sin el permiso del Departamento de Salud en cementerios públicos de la isla.

Fuentes Díaz explicó que otro de los empleados de la firma realizaba procesos de embalsamamiento sin poseer la licencia pertinente para esa práctica.

Recordó también como en una ocasión el Departamento de Salud cerró el laboratorio de embalsamamiento de la funeraria debido a las malas condiciones higiénicas de la sala.

La investigación, a cargo del presidente de la Comisión de Asuntos del Consumidor de la Cámara de Representantes puertorriqueña, Jorge Navarro Suárez, se inició el pasado junio, tras las declaraciones a un periódico local de una embalsamadora y profesora de ciencias mortuorias sobre el robo de ataúdes en la isla.