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"Estoy aquí para ayudar a los más sencillos"

Este padre llegó a Filadelfia más que a dar misa. Se encontró con familias separadas por inmigración y una comunidad con temor.

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El padre Guadarrama tiene las experiencia de haber vivido en Charlotte, una ciudad donde eran fuertes las medidas locales contra los inmigrantes.

“Nuestra gente tiene miedo”, dijo el padre Jesús Guadarrama en una sala de la iglesia Anunciación del sur de Filadelfia.

Con solo seis meses en la ciudad, este sacerdote de origen mexicano lidia casi todos los días con las consecuencias de las políticas migratorias y la cooperación entre policías locales e inmigración para su nueva comunidad.

“Yo recibo dos o tres llamadas cada día de personas que no saben dónde están sus familiares”, contó el sacerdote “vincentino” miembro de la Congregación de la Misión.

Guadarrama ayuda a estas personas a localizar a sus seres queridos, quienes, según contó él, casi siempre resultan estar detenidos por inmigración después de haber sido arrestados por la policía.

Contó que estas llamadas han incrementado durante los últimos dos meses, y que muchas de las personas con las que habla desconocen que ahora inmigración está compartiendo su información con la Policía.

“La gente me llama a veces un poquito molesta, me dicen ‘padre, nada más es pagar la fianza’, y les digo que no, que ahora no es nomás pagar la fianza, esa base de datos ahora es compartida con ICE, entonces ya no se puede hacer nada”.

Bajo el programa federal Secure Communities, implementado en Filadelfia el pasado 21 de julio, los antecedentes de toda persona arrestada en la ciudad son registrados por la base de datos del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE).

Eso significa que ICE ahora es notificado de forma automática cada vez que una persona con antecedentes migratorios y sin estatus legal es arrestada en la ciudad.

Guadarrama llegó a Filadelfia tras ser nombrado por la Arquidiócesis para una posición de capellán en el sistema de prisiones del condado de Filadelfia.

Contó que poco a poco se corrió la voz entre la comunidad del sur que había un sacerdote mexicano que podía ayudar a localizar personas detenidas.

Ahora los problemas con inmigración son parte de su trabajo diario. “Anoche a las 10 p.m. visité a una familia desesperada porque pensaban que su familiar estaba en inmigración”, contó.

Dijo que todas las llamadas que recibe son de residentes mexicanos del sur de la ciudad.

Agregó que lo más común es que la persona que se busca resulte tener cargos por conducir embriagados, pelear en la calle, violencia doméstica o algo parecido. “Sí, han cometido una falta, pero también no se les ha juzgado ni declarados culpables para llevarlos a un centro de inmigración”, dijo.

“Los que sufren más son las familias que se quedan afuera, sobre todo las madres con hijos”, dijo Guadarrama. “Hemos tenido que ayudarlas, la iglesia, con algo de comida y ropa, porque realmente ellos están viviendo situaciones bien difíciles”, contó.

Los detenidos pueden pasar meses esperando su audiencia migratoria, y en ese tiempo sus familias se quedan sin ingreso alguno.

Con sus contactos con la Policía, el sacerdote puede averiguar si una persona ha sido enviada a inmigración.

Encontrarlos dentro de ese sistema es mucho más difícil. Las personas son trasladadas de lugar a lugar rápidamente, y muchas veces tienen que esperar que el mismo detenido logre hacer una llamada a su familia.

“A veces en York (PA) se tienen que prestar dinero entre sí para poder llamar, porque hay que pagar para eso”, dijo el padre.

Para ayudar también ha realizado visitas a la Prisión de York por parte de familiares de detenidos, quienes no pueden entrar a la instalación por no tener identificación de Estados Unidos.

“Yo he tratado de poner un poco de dinero en algunas de sus cuentas (de los detenidos) con lo que la gente (sus familias) me ha dado (…) porque ellos no tienen cómo solventarse allí adentro para comprar alguna cosa de primera necesidad”, contó.

Otras veces le ha tocado ir a buscar a las personas dadas de alta de la prisión de York en la estación de buses Greyhound en Harrisburg, donde los oficiales de inmigración suelen dejar a las personas.

Guadarrama cuenta que para él, luchar por los derechos de los inmigrantes es parte de su fe católica, y también es parte de por qué se hizo sacerdote.

“Para mí fue un llamado de Dios a colaborar con el pueblo de Dios y trabajar para las necesidades de los más sencillos, la gente más pobre y más vulnerable”, contó el padre Jesús. “Hay que envolverse en cuestiones de justicia social, la justicia siempre ha estado conectada con los valores cristianos”.

Además de proveer ayuda directa, este padre busca que su comunidad aprenda sobre sus derechos, y cómo abogar por una reforma migratoria.

“Tenemos que organizarnos como comunidad”, dice Guadarrama. “Hay que educar a la gente para que no se ponga en riesgo”.

Con ese fin realizará este domingo 6 de septiembre un taller sobre   los derechos legales de los inmigrantes en la iglesia Anunciación a las 10 a.m., después de la misa. También está trabajando con la Arquidiócesis de Filadelfia, la cual realizará un conferencia regional en octubre para fortalecer la capacidad de sus feligreses para abogar por una reforma.

Guadarrama: Dios quiera que no vaya pasar eso en Filadelfia

Antes de vivir en Filadelfia, Guadarrama pasó varios años trabajando como laico en Charlotte, North Carolina, ciudad que es parte del condado Mecklenburg, el cual ha participado en el programa migratorio 287 (g) desde el 2006.

A través de ese programa federal optativo, agentes de ICE entrenaron a oficiales de la policía local sobre cómo hacer cumplir las leyes migratorias, otorgándole también la autoridad legal para hacer arrestos y detenciones por inmigración.

Guadarrama contó que durante el tiempo que él vivió en Charlotte, observó como la policía hacía detenciones migratorias en puntos de registro de identificación que realizaban en las calles, y también vio redadas a hogares y lugares de empleo.

“Fue bien duro. La comunidad sufrió mucho allí”, recordó. “Ahorita que estoy aquí, digo hay Dios mío, ojalá que no pase algo así, de sentirnos todos perseguidos”.

Contó que en esos puntos de revisión de identificación las autoridades detenían inmediatamente a cualquier persona que no podía probar que tenía estatus migratorio legal.

“La gente me contaba ‘detuvieron a mi esposo allí en el semáforo y allí se lo llevó inmigración’, era increíble”, recordó.

Contó también que en Charlotte la comunidad inmigrante respondió a esos ataques de forma organizada.

“Hubo una reunión con el Sheriff y ICE donde mostramos nuestras inquietudes. Una de las propuestas fue que ellos pudieran aceptar una identificación por parte de las iglesias”, dijo.

La comunidad logró que la policía aceptará una cédula otorgada por iglesias locales como una forma de identificación, aunque esto no garantizaba que no serían detenidas.

“Mucha gente traía su ID por parte de la iglesia”, recordó Guadarrama. “Eso mostraba que la iglesia apoyaba a esa persona, y que si había algún problema podían llamarnos a nosotros”.

A pesar de las dificultades en Filadelfia, Guadarrama opina que hay “mas alivio” aquí en comparación con Charlotte.

El condado Mecklenburg, con una población de 900 mil personas, es uno de 10 condados que está inscrito en el programa voluntario 287 (g), el cual no está vigente en Filadelfia.

“Dios quiera que no vaya pasar eso aquí”, repitió Guadarrama. “Tenemos que mantenernos con la esperanza de que nos ayuden en vez de deportarnos”.