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El nuevo encanto de la burguesía

La clase media está en boga. En medio de una recesión económica global, el encanto de la burguesía está lejos de ser discreto. La administración Obama ha…

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La clase media está en boga. En medio de una recesión económica global, el encanto de la burguesía está lejos de ser discreto.

La administración Obama ha puesto a la clase media al centro de su estrategia de recuperación. Con reducción de impuestos, cortes en los gastos en salud y ayuda para pagar la universidad, la administración está apostando a que “una clase media fortalecida es igual a un Estados Unidos fortalecido”.

Más allá de Washington, el crecimiento de la clase media a nivel global es visto como un importante amortiguador en la actual crisis y un nuevo motor para la recuperación. Si la clase media de los países en desarrollo gasta más con su nuevo poder adquisitivo, puede compensar la pérdida de la demanda de los grandes países consumidores del mundo.

“Estamos en la crisis en que estamos, entre otras razones, debido al desequilibrio que fue generado en la economía global, en el que las crecientes economías de Asia dependían de la demanda de otros. Tenemos que hacerlo más balanceado”, afirmó Otaviano Canuto, vicepresidente del Banco Mundial y director del Poverty Reduction and Economic Management Network. “El proceso de los países en desarrollo para ponerse al día, que incluirá la modernización del consumo de su clase media ... tal vez sea uno de los pocos frentes de crecimiento para la economía mundial”.

La expansión económica de los países en desarrollo durante las dos últimas décadas ha estimulado la de la clase media. Un estudio del Banco Mundial emitido a comienzos de año encontró que este sector social pasó de representar una tercera parte de la población en 1990 a más de la mitad en 2005. Como lo describió un informe especial de la revista The Economist, “el mundo en desarrollo ya no es simplemente pobre”.

Según un cálculo, Brasil se convirtió en un país de clase media hace un año, cuando más del 50 por ciento de su población o unos 100 millones de personas alcanzaron ingresos que se encuentran en el medio del rango salarial. Según el estudio del Banco Mundial, entre 1990 y 2005, más de 85 millones de personas ingresaron a la clase media en América Latina y el Caribe.

Algunos tal vez asuman entonces que la clase media en América Latina tendrá exactamente el papel que los economistas esperan de las clases medias alrededor del mundo. Pero hay varias verdades sobre ese segmento social de la región que no hacen tan promisoria tal posibilidad.

Para empezar, es importante señalar que muchos en sus filas apenas han salido de la pobreza. La clase media de América Latina tiene un muy limitado acceso al crédito y el ingreso de muchos está por debajo de la línea de la pobreza en comparación con el mundo desarrollado. Es más, la clase media en América Latina tiene poca o nula protección social para asistirla en casos de crisis.

En otras palabras, antes de que alguien pueda pedirle a la clase media que consuma más, primero se deben “mejorar las condiciones, sus niveles de ingresos”, afirmó Mauricio Cárdenas, director de la Iniciativa para América Latina de la Institución Brookings en Washington.

Las debilidades de la clase media de América Latina se hacen aun más claras al considerar las limitaciones de los gobiernos para ayudarle a mantener su estatus o salir fortalecida de una crisis. Mientras países industrializados están reduciendo impuestos, recortando tasas de interés y aumentando seguros de desempleo para ayudar a sus hogares con ingresos medios, en América Latina esas estrategias simplemente no son una opción.

Las tasas impositivas son ya tan bajas que reducirlas no ayudaría. Además, “no tenemos bancos centrales que puedan fácilmente reactivar el consumo bajando las tasas de interés, pues solo una minoría de nuestra gente tiene acceso al crédito”, según Marcelo Giugale, director de política económica y programas de reducción de la pobreza del Banco Mundial. Tampoco “contamos con ... un sistema de seguridad social con suficiente cobertura para transferir recursos a la clase media”.

A pesar de estos impedimentos inmediatos, existen beneficios obvios, aunque más indirectos, de la expansión de la clase media. Una clase media más fuerte es bueno para la democracia. Un estudio del Pew Research Center de 13 países de medianos ingresos, encomendado por The Economist, encontró que las clases medias apoyan más la democracia que los ciudadanos más pobres de esos países.

También es positivo para la economía, particularmente cuando el crecimiento de la clase media es el resultado de fuerzas del mercado y del sector privado – como ha sido el caso recientemente en América Latina – más que de la acción estatal. Como destaca la revista, es más probable que esa clase media tenga el “instinto empresarial, el impacto político y la capacidad de mantener, con el tiempo, un crecimiento económico alto”, todos atributos cruciales para confrontar una recesión.

Una clase media comprometida con la democracia y los mercados abiertos podría disuadir a los gobiernos de adoptar soluciones nocivas. Podría prevenir, por ejemplo, que los gobiernos se tornen proteccionistas, la actitud que llevó a que el mundo pasará, en los años 30, de una recesión a una depresión.

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