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Que sigan los camiones mexicanos

En marzo el presidente Obama firmó un proyecto de ley que, entre otras cosas, dio fin a un programa piloto que permitía que algunos camiones de carga mexicanos…

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HOUSTON, Texas

En marzo el presidente Obama firmó un proyecto de ley que, entre otras cosas, dio fin a un programa piloto que permitía que algunos camiones de carga mexicanos viajaran por las carreteras de EEUU.  México respondió con la imposición de aranceles sobre 89 productos agrícolas e industriales provenientes de 40 estados, lo cual afecta $2,4 millones de bienes y decenas de miles de empleos.

Bajo el Tratado de Libre Comercio Norteamericano, los camiones mexicanos tendrían acceso sin restricciones por las carreteras de Arizona, California, Nuevo México y Texas en un comienzo, y luego acceso a todas las carreteras del país. No obstante, ha habido obstáculos desde 1995 y la época del gobierno Clinton. Para octubre del 2008, un programa piloto de estudio que realizó el Departamento de Transporte de lo EE.UU. halló que los camiones mexicanos eran más seguros, en algunos casos, que los camiones estadounidenses. Sin embargo, algunos intereses especiales en EE.UU. lograron presionar al gobierno a que siguiera la demora de la implementación que ha durado más de quince años.

Nosotros no entramos en tácticas de obstrucción, claro que no. No obstante, la recesión y los aranceles impuestos a modo de represalia han dado el alerta y no podemos darnos el lujo de dejar que pase por alto. Parece estar en formulación un plan que ahora está bajo revisión, según el he Washington Times, para que el Congreso tome acción y permita que los camiones mexicanos circulen por las carreteras de EE.UU.

Pero hay más que esto, y va más profundo. En lo que los Estados Unidos se extrae lenta y dolorosamente de esta recesión, nos vamos dando cuenta que nos hemos sobrepasado con nuestros compromisos y con el erarío público para propósitos cuestionables. Con demasiada frecuencia intentamos comprar las soluciones en vez de invertir en las respuestas correctas. Nuestro déficit del 2009, de $1,75 mil billones nos dice que sencillamente no contamos más con los recursos para, por ejemplo, mantener 865 instalaciones militares en 40 países.

El experto en temas de políticas Chalmers Johnson nos recuerda que lo hacemos, y a cambio no recibimos nada. De lo contrario, muchas cosas a las que tendríamos que estar prestando atención se quedan sin considerar.

Por ejemplo, la GAO indica que necesitamos a 4.000 nuevos agentes y $4 mil millones en términos de la infraestructura y mejoras en la tecnología para poder mantener asegurados y eficaces nuestros puertos de entrada terrestres, los cuales surten un efecto directo sobre nuestra seguridad y nuestro comercio.

Es posible que pase un tiempo antes que las actitudes públicas acepten el hecho que se nos percibe al exterior, cada vez más, como parte de una comunidad norteamericana y no como un país aislado. Por ejemplo, algunas empresas de la India están buscando aumentar sus operaciones en México para servir tanto a América Latina como a los Estados Unidos, en particular ahora en vista de las nuevas restricciones de visados sobre trabajadores extranjeros a las que están menos sujetos los trabajadores en informática mexicanos.

En otro sector, los Estados Unidos podría adoptar la fórmula canadiense para trabajadores invitados para evitar la escasez en mano de obra agrícola que sufrimos cada año.

La manera de colaborar no tendría que darnos apuro.  Las instituciones avanzadas de educación superior estadounidenses tendrían todas que funcionar con alguna especie de colaboración con una institución universitaria hermana en Canadá o en México.

Veamos por ejemplo, lo que hicieron dos estudiantes de México, Layda Negrete y Roberto Hernández, mientras que cada uno cursaba sus estudios de doctorado en la Escuela de Política Pública Goldman de la Universidad de California en Berkeley.  Al examinar el sistema judicial mexicano, Layda preparó una presentación convencional sobre políticas públicas que mostró que el 80 por ciento de los demandados en aquel país eran procesados y condenados en tribunas sin ver nunca a un abogado. El público incrédulo se burló de ella.

No obstante, después que ella y Roberto aprendieron a contar la misma historia como documental de 20 minutos, las autoridades políticas comenzaron a tomar nota. El tema pronto se hizo parte de un debate nacional. En el 2008 se enmendó la Constitución de México para incluir los derechos del procesamiento legal y la presunción de inocencia de los demandados.

La pareja sacó un largometraje sobre uno de sus casos recientemente que debutó en Amsterdam. “La película es nuestro memorándum de políticas”, explica Roberto.

A menos que fortalezcamos las normas de intercambios cívicos, políticos y económicos para influenciarnos los unos a los otros, entre países ¿De qué otra manera se efectuará el cambio?

 Sin importar lo mucho que intentemos aparentar que no es así, nuestra situación económica está despertándonos al hecho que las naciones de América del Norte están intercalados de maneras que no hemos querido reconocer, incluyendo el conducir camiones de carga.

José de la Isla, cuyo último libro se encuentra en versión digital gratuita en www.DayNightLifeDeathHope.com, redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. También es autor de The Rise of Hispanic Political Power (2003). Comuníquese con él a: [email protected]].