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Contador y su segunda corona en el Tour

El estadounidense Lance Armstrong quedó en el tercer lugar.

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El ciclista español del equipo Astana, Alberto Contador
(c), vencedor de la prueba, el segundo
clasificado, el luxemburgués del Saxo Bank Andy Schleck (i), y el
estadounidense del Astana Lance Armstrong (d), tercer clasificado.

 

Alberto Contador entró en París como
vencedor del Tour de Francia por segunda vez en su carrera
deportiva, por lo que colocó su nombre al lado de otros bicampeones
como Bartali, Coppi, Thevenet o Fignon, después de firmar con éxito
una prueba de más de 3.000 kilómetros trufada de obstáculos, de los
que salió airoso con sus demostraciones en la carretera.

Contador, nacido en el Hospital 12 de octubre de Madrid el 6 de
diciembre de 1982, se subió al podio de París escoltado por el
luxemburgués Andy Schleck, su rival del futuro, y por el
estadounidense Lance Armstrong, su compañero y rival de los siete
Tours de Francia.

La rivalidad con el texano en la casa común del Astana marcó el
día a día de Contador desde la Vuelta a España 2008, justo cuando
Armstrong anunció un 9 de septiembre su regreso a la competición y
al Tour de Francia con "intención de ganarlo".

Ese día empezó otro Tour para el ciclista de Pinto, tercero de
cuatro hermanos de una familia que se instaló en dicha localidad
madrileña en 1978, procedente de Barcarrota (Badajoz). El debate
quedó abierto y la pregunta se multiplicó por mil en cualquier
comparecencia pública. ¿Quién será el jefe de filas en el Astana?.

La pregunta nunca tuvo respuesta hasta bien entrado el Tour que
acaba de ganar. Hasta la decimoquinta etapa con final en Verbier,Contador no se cosió los galones en su camiseta con plenos poderes.

El madrileño, acostumbrado a dificultades de todo tipo desde su
debut profesional en 2003: cavernoma cerebral que a punto estuvo de
quitarle la vida, presunta implicación en la Operación puerto con
exclusión de sus equipos del Tour 2006 y 2008,.. admitió
"dificultades desde el principio" en este Tour que comenzó en Mónaco
el 1 de julio.

Contador ganó la partida a la enfermedad cerebral tras someterse
e una delicada intervención quirúrgica en el hospital Ramón y Cajal
de Madrid. En el postoperatorio ganó deseos de vivir leyendo el
libro "Mi vuelta a la vida", de un tal Lance Armstrong. Y ganas de
correr en bicicleta, pues un año después, en el Tour Down Under de
Australia ganó la etapa reina. Fue la mejor victoria se su vida,
"por delante de cualquiera del Tour".

Cuatro años después, paradójicamente, inició una guerra con el
autor de aquel libre, la indiscutible estrella mediática. Batalla
que representó un peso para el ciclista español hasta que la
carretera puso a cada uno en su sitio. Hasta entonces el ejercicio
psicológico se convirtió en un examen diario. "Lo que tiene que
hacer es estar tranquilo, porque piernas le sobran, y lo
demostrará", dijo el mítico Bahamontes el día que el "Águila de
Toledo" recibió el homenaje por el cincuentenario de su victoria en
1959.

Desde la dirección del equipo el mensaje era de ambigüedad.
"Contador es el mejor, pero el líder saldrá de lo que pase en la
carretera", señalaba Johan Bruyneel. Una duda inoculada en la cabeza
de Contador, único corredor que ha ganado las tres grandes junto a
los míticos Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Felice
Gimondi.

Fue el asfalto, efectivamente, quien empezó a despejar
interrogantes. Contador fue segundo en la contrarreloj inaugural,
solo por detrás de Cancellara. Primer e insuficiente avisó, ya que
en la tercera jornada, el viento le pilló al madrileño desprevenido
y un abanico le hizo perder 40 segundos respecto a Armstrong, que
anduvo más avispado. "No hace falta ser un genio para saber que eso
podía pasar", dijo ese día el compañero americano, que sacó el arma
de "respetar la experiencia".

Golpe exiguo en tiempo, pero duro en lo moral. El debate no
paraba y a falta de espectáculo en las tediosas etapas de la segunda
semana, la polémica por el liderazgo en el Astana centró la atención
de la carrera. Un impacto que no quito Contador hasta su primer
aviso de autoridad. También corto, pero significativo. Un ataque de
2 kilómetros en Arcalís recordó a sus rivales sus dotes de
escalador. Un movimiento que "no estaba en los planes, aunque me lo
esperaba", aseguró Armstrong. Más madera.

Por si fuera poco, Contador animó el cotarro el primer día de
descanso: "Si fuera el líder no habría polémica por mi ataque". Así
que no se sentía líder. Seguía la guerra psicológica don el director
del equipo de testigo de excepción.

Con la carrera en los Alpes, llegó el momento clave en Verbier,
primer final en alto y primera final para Contador. Ahí soltó toda
la dinamita que llevaba dentro. Un ascenso en solitario de 6
kilómetros le puso el jersey amarillo, para no soltarlo más. En el
podio mostró el rostro de la rabia, de la reivindicación, la de un
corredor de mentalidad ganadora desde sus primeros pasos en
juveniles, cuando decidió por la influencia de su hermano Fran,
cambiar el fútbol y el atletismo por el ciclismo.

"Contador es el más fuerte y le ayudaré al cien por ciento",
admitió Armstrong. "Si ha dicho eso yo le creo", agradeció Contador.
Pero los detalles no acabaron, con el Astana luchando por el podio a
dos bandas: el americano y el alemán Kloden.

En el ascenso de La Colombiére la carrera puso al frente a los
hermanos Schleck, que rompieron la carrera ese día, Contador y
Kloden. Alberto aceleró y dejó al aire las flaquezas de Kloden, que
se descolgó. Fallo táctico, imprudencia de Contador, que escuchó
otra frase de Armstrong: "Prefiero no comentar lo que ha hecho, me
morderé la lengua", dijo.

Con la carrera ganada tras la exhibición en la contrarreloj de
Annecy, salieron a flote unas declaraciones del triple vencedor del
Tour Greg Lemond, en las que invitaba a Contador a demostrar su
inocencia en materia de dopaje.

Las preguntas en la sala de prensa no se hicieron esperar. ¿Que
tiene que decir?. Y Contador no contestó. Nació la duda ante la
forma de despejar la cuestión. Fue el último obstáculo antes del
Mont Ventoux, donde por fin, levantó los brazos como virtual
vencedor del Tour.

Quedaba arreglar el desplante de esquivar las preguntas sobre el
comentario de Lemond. Aprendió la lección, fue asesorado. " He
pasado muchos controles y estoy disponible para pasar los que hagan
falta, eso es algo bueno para el ciclismo". Saltó el obstáculo, el
último de una carrera mental de más de un año y de 3000 kilómetros
en la carretera. Si hubiese llegado a atleta, posiblemente hubiese
destacado en los 3.000 obstáculos, como Martín Berlanas, como Penti,
como José Luis Blanco...

Una victoria para dedicar a su hermano Raúl, con parálisis
cerebral, al que adora; a sus padres, Francisca y Francisco, que
siguieron varias etapas in situ, y a su novia, Macarena, con quien
compartió lágrimas en el Mont Ventoux, cima desde la que ya divisó
París, el lugar donde ya se han cumplido su gran sueño como ciclista
en dos ocasiones.

En el podio también encontró dificultades el campeón español. El
encargado de la megafonía se confundió e hizo sonar el himno de otro
país. La reclamación de Contador, que no entendía nada, surtió
efecto. Sonó a la segunda. El penúltimo obstáculo.

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