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El hombre mira de nuevo a la Luna, con intención de quedarse

Cuarenta años después de la primera visita humana al satélite, la NASA ha vuelto a poner sus ojos en él y planea instalar un asentamiento humano.

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Neil Armstrong fue el primero en dar un paso en la Luna. En la imagen, Edwin Aldrin junto a la bandera de EE.UU.                                        

La Luna -que orbita a una distancia promedio de 384.000 kilómetros de la Tierra- vuelve a estar en los planes de la NASA, como hace 40 años, cuando el hombre puso su pie por primera vez sobre su superficie.

Casi 12 años después de la creación del programa Apolo, el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y  su compañero Buzz Aldrin se convirtieron en los primeros seres humanos que pisaban la Luna.

La exploración lunar tuvo su clímax entre 1969 y 1972, cuando el satélite recibió la visita de trece astronautas. Desde entonces, la Luna no ha recibido visita humana, aunque ahora hay un renacido interés por conocer mejor su superficie polvorienta, donde se cree que podría haber agua.

“El deseo de explorar, conocer y comprender es parte de nuestro carácter”, dijo en enero de 2004 el presidente George W. Bush cuando anunció los planes para un retorno de astronautas al satélite, que no ocurriría antes de una década.

El primer paso de este nuevo interés ocurrió el pasado mes de junio, cuando se colocó en la órbita lunar la nave robótica Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO), con la misión de buscar agua y posibles puntos para el descenso de cápsulas que transporten astronautas, y para crear asentamientos.

La LRO, que ya ha empezado a enviar imágenes a la Tierra, explorará los cráteres más profundos de la luna, sus regiones bajo la luz del Sol y las que están permanentemente en la sombra y los efectos de la radiación sobre los seres humanos.

También tratará de confirmar la presencia de agua y de elementos minerales que pudieran sustentar durante un tiempo prolongado la presencia del hombre en la Luna.

La sonda LRO y la cápsula LCROSS (Lunar Crater Observation and Sensing Satellite), que le acompañó en la partida desde la Tierra hace unas semanas, constituyen la primera avanzadilla para el retorno del hombre a la Luna, previsto para después de 2020.

El propósito de una aventura tan costosa -se calcula que el primer retorno humano a la Luna supondrá el desembolso de unos 105.000 millones de dólares- es la explotación de los recursos naturales que los científicos creen que allí existen, y el establecimiento de un trampolín para viajes a Marte.

Esta nueva etapa de exploración y la eventual colonización de la Luna requerirán, paradójicamente, un retorno a la tecnología de propulsión que se usaba hace cuatro décadas.

Ninguno de los cohetes que tiene ahora Estados Unidos dispone de la potencia necesaria para impulsar algo tan grande y pesado como las viejas cápsulas Apolo. En la década de 1960 se necesitaban cinco años para el desarrollo de los enormes cohetes Saturn.

Estados Unidos no ha necesitado algo con tal potencia desde 1972, porque se necesita mucho menos impulso para poner en órbita satélites comerciales y militares.

Los cohetes desechables más poderosos que tiene ahora EE.UU. son el Atlas 5 y el Delta 4, cada uno de los cuales podría levantar aproximadamente la mitad del peso necesario para una misión humana a la Luna. Por ello, la NASA planifica las nuevas misiones con cohetes de varias fases.

Al mismo tiempo Estados Unidos, que dejará de usar sus transbordadores espaciales en 2010, ha iniciado el desarrollo de un nuevo “vehículo para tripulación exploradora”, parecido a las viejas cápsulas Apolo pero más liviano y que podría estar listo para llevar astronautas a la Luna después de 2015. 

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