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El surrealismo electoral se impone en Argentina

Cerca de 28 millones de votantes están convocados a las elecciones legislativas, donde el oficialismo se juega la mayoría parlamentaria.

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Cada país tiene sus propios códigos electorales pero, en el caso de Argentina, no vendría mal contar con una guía para entender algunas situaciones que rozan el surrealismo, como las candidaturas testimoniales, las listas “espejo” o los candidatos “gemelos”, estrategias destinadas a captar votos.

Antes de sumergirse en este rosario de términos electorales, conviene superar las dudas que pueden plantear las complejas alianzas políticas tejidas para ganar los comicios del próximo domingo.

Así, el ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), líder del Partido Justicialista (peronista), se presenta por el Frente para la Victoria (peronista y kirchnerista) en la provincia de Buenos Aires, bastión del oficialismo, y tiene como principal rival a otro peronista, pero disidente, el empresario Francisco de Narváez.

Éste está alentado por un tercer peronista con un gran control sobre el aparato del partido en la provincia, el también ex presidente Eduardo Duhalde (2002-2003), quien, a su vez, fue el impulsor de la candidatura presidencial de Kirchner en 2003.

Para rizar el rizo, De Narváez se presenta en alianza con el conservador Mauricio Macri, alcalde de la ciudad de Buenos Aires, que en esta ocasión no compite pero coquetea con la idea de que el peronismo le postule como candidato en las elecciones presidenciales de 2011.

Un escenario sólo comprensible si se tiene en cuenta que en el peronismo caben casi todas las tendencias políticas y casi todas las opciones.

Como la de la actriz y cantante Nacha Guevara, número tres de la lista de Kirchner, que en el imaginario popular argentino es una Evita Perón virtual después de haber interpretado al personaje durante años en uno de los musicales más vistos del país y de lucir su cabello teñido de rubio platino, como la segunda esposa de Perón.

Ni Kirchner ni De Narváez han tenido problemas para financiar sus campañas, aunque no es el caso de todos los candidatos.

El ex alcalde de Córdoba, Luis Juez, ha recurrido a la venta de huevos para conseguir financiación, y el director de cine Fernando Pino Solanas ha vendido películas para recaudar fondos.

Pero ninguno puede comparar su experiencia con la de María Cristina Lescano, “cartonera” (recolectora de cartón y papeles) durante 20 años y ahora candidata en la capital por Iniciativa Verde.

Si uno ha logrado entender este maremágnum, puede avanzar en la comprensión de otras peculiaridades de las próximas elecciones, como las candidaturas “testimoniales”, ideadas para aprovechar el tirón electoral de un gobernador o un intendente (alcalde), aunque el candidato en cuestión no tenga la menor intención de asumir su nuevo cargo.

El Frente para la Victoria que lidera Kirchner presenta el mayor número de candidatos “testimoniales”, entre ellos, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, que no cambiará su puesto por un escaño en el Parlamento, o los 40 alcaldes que encabezan sendas listas en el populoso conurbano bonaerense.

La situación es tan particular que la dirigente opositora Elisa Carrió llegó a bromear con la posibilidad de presentar al escritor argentino Jorge Luis Borges, muerto y enterrado en Ginebra en 1986.

Con los “testimoniales” conviven los candidatos “quinieleros” (en referencia al sistema de apuestas futbolísticas), que se presentan a varios puestos a la vez (como gobernadores y diputados) para asegurarse un cargo político, y los “importados”, nacidos y criados en una provincia pero que se presentan por otra.

Por si no fuera suficiente el enredo, existen también las “listas espejo”, formadas por candidatos que compiten en listas electorales distintas, como el propio Kirchner, que se presenta por el Frente para la Victoria y por el Partido Justicialista al mismo tiempo.

Además, los electores deben tener cuidado con los candidatos “gemelos”, los aspirantes cuyo único mérito consiste en tener el mismo nombre que otros.

Fue el caso de Fernando Narváez, un desconocido que irrumpió en la campaña aprovechando la coincidencia de su apellido con el de Francisco de Narváez.

Para aumentar el equívoco, Narváez (Fernando) se tatuó el cuello como De Narváez (Francisco) y se paseó por radios locales declarando que no le interesaba hacer política.

El sentido común terminó imponiéndose y las autoridades electorales y su propio partido retiraron la candidatura de este “Narváez trucho (falso)”, como lo había bautizado la prensa.

También fue retirada la del ex subcomisario Luis Abelardo Patti, encarcelado en espera de sentencia por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar (1976-1983), que no parecen importar a su mentor, el ex presidente Carlos Menem (1989-1999), peronista.

Un nuevo parlamento en medio de la crisis

Argentina encara las elecciones legislativas, en la mitad del mandato de la presidenta Cristina Fernández, con signos de contracción económica tras seis años consecutivos de un fuerte crecimiento que no alcanzó a reducir la pobreza estructural.

Detrás del debate proselitista, magro de ideas y muchas veces virulento, sigue latente la irritación del sector agropecuario por la presión fiscal, el motivo de la seguidilla de huelgas del año pasado y que se ha decantado en un descontento de las capas medias de la población.

Al mismo tiempo se recrudecen las críticas al estatal Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), cuestionado desde hace dos años, cuyos indicadores comienzan a mostrar con cuentagotas el impacto de la crisis global.

Los analistas dan por descontado que el Gobierno peronista de Fernández perderá la mayoría en el Parlamento en los comicios.

Pero también prevén que el oficialista Frente para la Victoria se mantendrá como primera minoría frente a una oposición formada por alianzas de conservadores con peronistas disidentes y grupos de centroizquierda aliados a la Unión Cívica Radical, el partido más antiguo del país.

La oposición acusa de manipulación de los indicadores económicos oficiales, que en el caso de la inflación resultan hasta tres veces menores que los de consultoras privadas.

El Indec aseguró la semana pasada que la economía argentina creció un 2% en el primer trimestre del año, a pesar de que la inversión cayó un 14,2%, al nivel de comienzos de 2005.

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